IGUALDAD, INMIGRACIÓN, JUSTICIA SOCIAL Y EDUCACÓN COMO CLAVES COMPETITIVAS PARA LA UE

El pleno del Parlamento Europeo ha sido escenario esta mañana de un debate sobre las recetas que deben aplicarse para que la transición hacia una economía climáticamente neutra en 2050 ofrezca como resultado una sociedad resiliente y competitiva en el mercado global. El título del debate citaba como claves más Europa, más empleos y la construcción de una economía competitiva del mañana que beneficie a todos.

Es muy fácil aquí caer en la tentación de llenar el eter de ese lenguaje de management tan al uso. Pero contra esa tentación, aquí está la enorme limitación de los tiempos de palabra de los que disponemos cada uno. Eso te obliga a sintetizar, a tratar de encontrar enfoques que eviten repetir hasta la extenuación lo obvio. A priorizar un enfoque sobre los demás para que el mosaico que acaba saliendo del debate recoja la mayor pluralidad de puntos de vista.

 Mi opción hoy ha sido destacar que ser líderes en igualdad, aplicar una política humana e inteligente sobre inmigración, arbitrar políticas sociales y relaciones laborales justas y adaptar la educación a las nuevas realidades sociales y económicas deben ser incorporadas como claves para la competitividad de la Unión. La transformación ligada a la digitalización y la des carbonización la lideran y ejecutan personas. La transformación necesita tecnología, pero además humanidad. Inteligencia. Pero más que artificial.

Comparto las dos grandes directrices que animan el proceso de cambio. La digitalización y la des carbonización son las claves de la hoja de ruta que en 2050 debe hacer a la Unión viable y resiliente como comunidad y competitiva como sistema productivo. Sobre esas bases tenemos que innovar procesos y normas, generar canteras de datos protegidos y accesibles, transformar nuestra movilidad, la generación de energía, los hábitos de consumo. Pero tenemos que tener presente que el centro de esta transformación son las personas. Tendrá éxito si la hacemos personas pensando en personas, colocando a las personas en el centro de este proceso.

Centrando el foco en las personas he animado a los rectores de la Unión presentes en el debate a considerar la igualdad una ventaja competitiva. Los más duchos en romper techos de cristal tendrán las economías más ricas en talento. Y eso es competitivo. En la misma línea he señalado que debemos tratar la inmigración como una oportunidad porque nuestra sociedad envejecida necesita personas dispuestas a aprovechar una oportunidad. Somos cada vez más viejos, cada vez menos. Necesitamos personas dispuestas sumar y convivir. Otros rivales globales, como China han comenzado a advertir y padecer los riesgos de la baja natalidad. Maltratar personas en la puerta de nuestra arcadia feliz nos pasará factura.

No basta además con crecer, con crear empleo. Hay que crear empleo de calidad Una justa redistribución de la riqueza, relaciones laborales justas, empresas inclusivas y política social han sido por eso mi tercera aportación al debate. Por eso tenemos que distribuir justamente la riqueza y ayudar a los más desfavorecidos. La marginación es incompatible con resiliencia. Los trabajadores pobres también.

Finalmente he incidido en la Educación que considero la clave de esta transformación si sabemos adaptar nuestros sistemas educativos a un mundo que además de tecnología necesita humanidad. Talento, justicia social, igualdad e innovación sí. Inteligencia. Pero más que artificial.

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