UNA CAUSA IMPARABLE.

El acto en Madrid para promover la igualdad en seminaries y conferencias.

La próxima semana viajaré a Nueva York para presentar el informe que, junto con mi compañera Angela Vallina hemos preparado para aportar a la 62 asamblea de la Comisión sobre el estatus de las mujeres. Este será un eslabón más en la cadena que ha conducido a desarrollar en las últimas semanas un montón de actividades en favor de la igualdad, la causa política y social más importante de las primeras décadas de este siglo.

Porque con la preparación de estas actividades he podido comprobar que nos falta mucho para alcanzar la igualdad de géneros, que solo se conseguirá si es una causa compartida entre hombres y mujeres y que aunque avanza a paso más lento que el que nos gustaría, esta es una causa imparable. Lo es porque estamos hablando de democracia y de justicia, pero también porque estamos hablando de economía, de eficiencia, de productividad y de talento que no se incorpora en las mejores condiciones al sistema productivo. Cuando lo consigamos nadie duda de que creceremos más, pero además creceremos mejor. Porque la igualdad es un factor de desarrollo, pero además de sostenibilidad.

Esta verdadera “gimcana” de actividades en favor de la igualdad se inició el uno de marzo con la aprobación en el pleno del parlamento europeo del informe al que hacía referencia al principio de esta crónica y continuó el día tres en Madrid en un acto organizado por el Parlamento Europeo en el que se pudo en marcha una muy interesante iniciativa para propiciar que en charlas, conferencias, seminarios y otras actividades de intercambio de conocimientos y reflexión, se propicie una presencia equilibrada entre ponentes masculinos y femeninos. La iniciativa “Donde están ellas?” incorpora además no solo la manera de propiciar esto, elaborando listas de expertas en muy distintas materias, sino un sistema de auditorías para ir midiendo el impacto de la iniciativa en la progresiva incorporación de mujeres a los paneles de especialistas. El año que viene, cuando se aproxime la fecha del ocho de marzo tendremos ocasión de comprobar los resultados de esta idea.

Una responsable de la oficina del parlamento Europeo en Madrid, María Andrés tuvo la amabilidad de invitarme a participar como embajadora de esta propuesta junto a mis compañeras Teresa Jiménez Becerril, Inés Ayala, Beatriz Becerra, Maite Pagazaurtundúa y Pilar Lopez Bermejo. A mí me tocó recordar que para erradicar la desigualdad hace falta acostumbrarse a identificar todas sus expresiones. Me afané pues en poner de relieve una muy patente: la que nos relega a las mujeres en los medios de comunicación, la que sexualiza nuestra imagen, la que olvida lo que somos o qué aportamos cuando comparecemos en la misma crónica con hombres, la que insiste en comentarios sobre el aspecto físico o la vida personal y familiar que jamás haría cuando se refiere a protagonistas masculinos de sus noticias.

Así que provista de los periódicos del día fui desgranando como estas cosas ocurren en todos los periódicos todos los días. Mientras explicaba cómo estos prejuicios se plasman en la prensa de hoy recordaba que esta demostración la he repetido muchas otras veces y nunca falla. Tanto que mientras desplegaba páginas y páginas detrás de mi podía verse un vídeo grabado hace exactamente diez años en la que hacía la misma demostración. Nada ha cambiado y es fundamental que cambie. Porque los estereotipos que animan, por ejemplo, la violencia machista se transmiten así. O en los libros de texto, o en los carteles que anuncian eventos y exposiciones, incluso las organizadas por el propio parlamento europeo, como tuve ocasión de observar y denunciar ante el anterior presidente de esta institución el polaco Jerzy Buzek.

Esa misma noche viaje en coche hasta Gernika para asistir a la mañana siguiente al acto que las Juntas generales de Bizkaia habían organizado para conmemorar el día internacional de la mujer trabajadora. Fue una asamblea de mujeres electas, un acto emotivo en el Edurne Pasaban nos conmovió a todos con una historia personal y profesional que es un ejemplo de esfuerzo, superación y de anécdotas sobre cómo vive la desigualdad la primera mujer del mundo capaz de ascender a los catorce ocho miles del planeta. Un acto que concluyó con la aprobación de por unanimidad de un manifiesto en favor de la igualdad. Por cierto que el testimonio y las opiniones e Edurne Pasaban sobre la igualdad y sobre Europa podréis conocerlas aquí con amplitud en una nueva entrega de la serie de entrevistas que vengo realizando bajo el título de “Ruta Europa”.

Un momento de la entrevista en Gernika con Edurne Pasaban. Podréis disfrutarla en «Ruta Europa»

 

Esta semana he participado también en un par de eventos más, un seminario para periodistas, una entrevista para una red de radios universitarias y finalmente ayer mismo un debate en el pleno sobre cómo incorporar la igualdad a los acuerdos comerciales entre la Unión Europea y los países terceros.

En este debate me ha venido estupendamente el trabajo que realicé para el informe sobre empoderamiento de las mujeres rurales y que vamos a presentar a las Naciones Unidas. Quisé empezar rompiendo una lanza por la actitud, capacidad y disposición de la Comisaria Malmstrom para incorporar la visión de género a los acuerdos comerciales de la UE. La conozco. Es competente, decidida y muy trabajadora. Es accesible. De hecho una vez la entreviste para este mismo blog trasladándole preguntas e inquietudes que planteaban a ciudadanía sobre el TTIP. Ha puesto en marcha ya mecanismos para conseguir este objetivo y sé que avanzaremos.

Incorporar la igualdad en los acuerdos comerciales es una buena herramienta para extender el movimiento a favor de la igualdad en todo el planeta. Creo que la igualdad es una cuestión de derechos fundamentales y todos ellos están interrelacionados. Y creo además que tener en cuenta el papel y el trabajo de las mujeres en sectores como la agricultura o los servicios es una obligación y un ejercicio de coherencia con las políticas de cooperación al desarrollo que también estamos apoyando.

 

Gracias a ellas muchas comunidades locales de los paises del sur han comenzado a ser social y económicamente viables. Pero son aún espacios frágiles que necesitan el apoyo de un sistema justo de relaciones comerciales que tenga en cuenta estas circunstancias. No podemos permitirnos romper esta llama de esperanza que es además llave de solución de otros muchos problemas.

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