UNA NOCHE EN VELA FRENTE AL MAR
Hoy hemos vivido otra noche épica en Bermeo, mirando al mar. Así es la costa, te da y te quita y hoy el mar nos ha quitado mucho: todas las lonjas del puerto arrasadas, buena parte del malecón y hasta pantalanes y embarcaciones en el puerto deportivo. Una muestra, quizá particularmente cruda de lo que ha ocurrido en todo el litoral vasco desde Hondarribi a Muskiz. Quizá Donostia y Bermeo han sido los puntos más atacados por este temporal cuya fuerza no recordaban ni los más viejos del lugar. Porque la expresion “nunca había visto nada igual” es lo que más he escuchado esta mañana mientras recorría las zonas asoladas por unas olas altas, enormes y repetidas, con una frecuencia que las hacía más letales.
Tres cuestiones que destaco: Los mecanismos de prevención han funcionado. Afortunadamente exceptuando el hombre desaparecido en jaizkibel no tenemos noticias de desgracias personales ante un mar embravecido. Los daños materiales han sido cuantiosos pero se han salvado muchas cosas que sin avisos de emergencia como los que hubo estarían hoy bajo las aguas. Hay que seguir mejorando, sin duda, pero esta vez las previsiones han acertado de pleno y todo lo que podía hacerse para evitar daños se ha hecho. Y se ha notado.
La segunda es la unidad ante la tragedia, el trabajo institucional conjunto para poner en marcha de la manera más rápida y eficaz todas las ayudas y facilidades que van a necesitar los afectados para resolver los daños materiales que han provocado las olas. Hoy Ayuntamientos, diputaciones y Gobierno han estado juntos con los ciudadanos en el lugar de los hechos, en toda la costa y eso es lo que cabe esperar de gobernantes que tienen en el centro de sus preocupaciones a la ciudadanía de la que proceden, a la que representan y les elije.
La tercera la repetía el lehendakari en el vídeo que encabeza estas líneas. ¡¡¡Ojo!!! No ha terminado el peligro. La curiosidad es legítima, lógica, pero la prudencia también. Mientras el mar siga enfadado es mejor ver los toros desde la barrera, lejos y hacer caso a los servicios de emergencia que son los que analizan, evalúan y recomiendan. Si hoy no estamos lamentando desgracias personales es por ese trabajo tan invisible, a veces, pero tan importante.
Y una reflexión final. No tenemos series históricas lo suficientemente largas como para certificarlo, pero es evidente que algo está pasando en la atmósfera y sus movimientos, lo que al final determina el clima. Como os decía he oído demasiadas veces esta mañana: “nunca vi nada parecido”. Y los acontecimientos de este tipo se multiplican. Parece claro que hay que prevenir los riesgos vinculados al cambio climático. Hay una hoja de ruta que cuantifica la reducción de emisiones que tenemos que alcanzar para revertir la situación. Y no es una broma. Estamos marcando el futuro del mundo que van a heredar nuestros hijos. Si de verdad nos importan habrá que empeñarse en legarles un planeta habitable.
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