LA CRISIS EN LOS DIALOGOS DE BILBAO
Estas dos últimas semanas están siendo frenéticas. Además de la actividad parlamentaria me ha tocado intervenir en varios eventos y el ciclo no acaba hasta el viernes que viene, fecha en la que tengo previsto un encuentro con jóvenes abertzales de EGI. Os iré contando porque en estos eventos una siempre aprende. Y hoy en los “encuentros de Bilbao” no ha sido una excepción. Esta iniciativa reune desdehace diez años en la Fundación Sabino Arana a miembros del Partido Demócrata Europeo, representantes de la Internacional Democracia Cristiana y estudiosos del panorama global para analizar un tema de actualidad. Juan Mari Atutxa el presidente de SAF y José Ugarte, responsable de Internacional de Mondragón Corporación Cooperativa explican en el vídeo que podéis ver, qué son los encuentros de Bilbao y cual ha sido la receta que ha aportado en ellos este directivo para seguir combatiendo los efectos de la crisis.
Porque, si, la crisis ha sido el tema de esta edición. La historia, economía e instituciones de las naciones que van cambiando de estatus económico. A los más deprimidos les toca ahora crecer. Los que hemos vivido hasta ahora en lo que llamamos “primer mundo” combatimos la idea de bajar de división. Ese ha sido el debate de esta mañana y a mi me ha tocado hablar sobre el papel que juega la Unión y sus instituciones en esta situación.
Nuestro panel lo ha abierto el senador honorario de Francia y miembro del PDE Denis Bandré. El político galo ha insistido en la importancia de los valores fundacionales de la unión como guía de un desarrollo equilibrado y ha insistido en que esta forma de desarrollo económico con desarrollo social es la aportación por excelencia que el continente europeo ha hecho a la historia de la humanidad en las últimas décadas. Son principios e ideas vinculados a la paz, la estabilidad y el desarrollo, los que han convencido a millones de europeos de la utilidad del proyecto común, lamentablemente devaluados hoy tanto por la crisis como por la torticera lectura que se hace del papel concreto de Bruselas en las salidas a la misma.
José Ugarte ha demostrado que vive de cerca el proceso de internacionalización que viven las empresas de MCC y ha explicado las claves que la dirigen, procedentes de una análisis sintético, certero y preciso de los problemas que debemos enfrentar. Ha insistido en datos como la enorme capacidad de mejora que en el ámbito tecnológico tienen los países emergentes, el intenso esfuerzo de formación que están desarrollando y la necesdidad que tenemos de adapotarnos a una competencia que ya no solo se basa en el precio y que desarrolla una intensísima deplomacia y actuaciones económicas concretas en mercados concurrentes para hacerse con toda la cadena de valor de los productos que fabrica y vende. Me ha parecido instructivo, didáctico e interesante. Comparto además al cien por cien las recetas que plantea, un proceso de internacionalización inteligente, aprovechamiento de las ventajas de marca cuando sea posible, una financiación facil e igualitaria para todos en la zona euro y servicios de alta calidad desde las instituciones para acompañar este proceso.
A mi me ha tocado el papel de Pepito Grillo en estos tiempos de tribulación en los que tan de moda está echar la culpa de todos nuestros males a Bruselas Yo hecho en falta más autocrítica interna en los estados en mayores dificultades, más liderazgo y osadía en las instituciones europeas para coordinar políticas económicas con valor añadido europeo y medidas de reactivación que respeten el modelo social europeo para mejorar las políticas anticrisis, porque cualquier política debe tener en su centro a las personas.
La crisis que sacude la zona euro y afecta especialmente a algunos de sus estados miembros no tiene su origen en las medidas adoptadas por las instituciones Europeas sino en errores en la determinación de los modelos de desarrollo puestos en marcha en algunos estados miembros, combinados con circunstancias externas. En el caso español desde la transición la apuesta económica del estado no se ha centrado lo suficiente en los sectores productivos y ha apostado con más intensidad por la construcción, la especulación inmobiliaria y el turismo. En Euskadi hemos aplicado otro modelo y tenemos otros resultados. El apoyo al emprendimiento, la fortaleza de la economía social, una apuesta más decidida por la innovación, la investigación, el desarrollo y la formación, han propiciado que Euskadi haya pasado del 70% de renta media europea de que disponía en 1980 al 131% actual y convertido a Euskadi en la única región europea que ha multiplicado por diez su PIB en las tres últimas décadas. Este diferencial de resultados entre los territorios vascos y el estado ha sido citado en varias ocasiones por comisarios europeos para demostrar que por encima de otras circunstancias, como la regulación del mercado de trabajo, el problema económico español tiene su origen en el modelo de desarrollo.
Demasiadas veces se nos olvida también que la intervención europea ha sido básica para evitar el colapso de los estados en mayores dificultades y de la propia zona euro. Las instituciones han puesto en marcha intervenciones de nuevo cuño como los rescates y han acelerado el proceso de institucionalización de la Unión Europea. La crisis ha propiciado que hayamos sido capaces de aprobar paquetes legislativos como los de supervisión financiera y gobernanza económica que no estaban previstos en el Tratado de Lisboa y ha dotado a la zona euro de unas herramientas imprescindibles para que sea de verdad una zona económica única. Son avances que podremos valorar en perspectiva dentro de diez años.
Lástima que este proceso se haya desarrollado con demasiada lentitud y problemas de liderazgo. Necesitamos más arrojo y más herramientas para que las instituciones europeas puedan controlar la ejecución de planes acordados por todos los estados miembros y que no acaban de completarse en tiempo y plazo por que muchos estados no cumplen sus compromisos por razones estrictamente internas. En tiempos de crisis y escasez lo básico son las prioridades. Hay que gastar en proyectos que añadan valor europeo porque lo que es bueno para Europa es bueno para todos los europeos. Para disponer de esas herramientas es imprescindible que la Comisión disponga de autonomía presupuestaria. Un nproyecto interesante es que esta financiación provenga de la tasa de transacciones financieras que está proyectándose y que pretende corregir además la preponderancia del capitalismo financiero sobre la economía productiva y que solo puede abordarse desde este nivel al menos europeo y preferiblemente global.
En definitiva Europa es imprescindible para enfrentarnos a los retos de la globalización. Nuestros problemas de competitividad con el sur no se deben solo al diferencial de costes salariales sino por que competimos con un capital humano de enorme dimensión que está sacando Europa del centro que ocupaba. Vamos a insistir en la apuesta por la formación y ya que hablamos de innovación atrevámonos a incorporar plenamente a las mujeres en el mercado laboral y especialmente a los órganos de toma de decisiones en el ámbito económico. Ahora estamos renunciando voluntariamente a la mitad del talento de un continente en el que las mujeres acumulan ya el 60% de las titulaciones superiores. Está demostrado igualmente que aportan otras habilidades y mejores números a las cuentas de explotación de las organizaciones en cuya gestión participan. Hay que agrupar además sectores clave a nivel europeo, para permitir una competencia interna sana y una sinergia en el trabajo de sus profesionales y empresas hacia el exterior, lo que requiere una actividad diplomática europea más intensa para mejorar los acuerdos con países terceros especialmente en Latinoamérica y África. En esta ocasión no vamos a contar además con las relaciones de dominación sobre el patrimonio y las riquezas naturales de muchas regiones del mundo que funcionaron formalmente hasta bien entrado el siglo XX. Porque esas personas, esos países aspiran, con todo el derecho, a vivir como nosotros.
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