EUROBASK, HISTORIA Y FUTURO

Mikel Rotaetxe, premio Eurobask de periodismo 2013 junto a la Presidenta del parlamento vasco bakasrtxo Tejería, el presidente de Eurobask José María González Zorrilla, parlamentarios y eurodiputados.

Mikel Rotaetxe, premio Eurobask de periodismo 2013 junto a la Presidenta del parlamento vasco bakasrtxo Tejería, el presidente de Eurobask José María González Zorrilla, parlamentarios y eurodiputados.

El jueves celebré en Vitoria el día de Europa con los amigos de Eurobask que como todos los años dedican esta jornada a realizar su asamblea anual y entregar el premio europeo de periodismo que este año recayó en Mikel Rotaetxe, un joven periodista que publicó un interesante artículo en Berria sobre la actual situación de las instituciones europeas y el futuro de la Unión. Me encantó el artículo pero me fascinó el discurso que pronunció en el acto de entrega del premio. Demostró conocimientos, clarividencia y una sorprendente profesionalidad en el arduo trabajo de hablar en público, con la justa proporción entre conocimiento, emociones y puesta en escena que identifican a un buen comunicador. Mikel, sin duda lo es. Y creo que tiene futuro en el mundo de la comunicación. Buen trabajo, buen reconocimiento y excelente galardonado.

Por mi parte traté de enfrentar el tema propuesto recordando en mi intervención que la crisis que padecemos tiene su origen en una crisis de valores que ha colocado los intereses del capitalismo financiero, que debería ser un instrumento al servicio de la economía productiva, en la cúspide del proceso de toma de decisiones de todo el sistema. Enfrentar ese impulso meramente especulativo, su carácter global y la perversión de valores que implica requiere una potente gobernanza también global.

Por eso en Europa se han tomado decisiones que con el ruido de la coyuntura, de los datos del día a día y del drama que viven millones de personas no han sido valorados en su justa medida. Hablo de los paquetes de gobernanza económica y supervisión financiera y de movimientos como los que se han iniciado ya sin retorno para establecer un gravamen sobre las transacciones financieras, la llamada Tasa Tobin.

También repasé lo que se nos olvida con mucha frecuencia cuando en estos tiempos de tribulación hablamos de Europa. Por ejemplo España ha sido país receptor de miles de millones de los fondos estructurales de la Unión Europea. Ese flujo de dinero ha mejorado las infraestructuras del país y ha permitido, a quienes lo han aprovechado adecuadamente completar sus políticas de apoyo a la economía real. Por eso en Europa, una vez finalizada la violencia se nos distingue como vascos porque en un entorno bien desfavorable hemos conseguido multiplicar por diez nuestro PIB en los últimos treinta años  Igualmente ha retratado a quienes tras recibir centenares de millones de euros siguen treinta años después anclados en el mismo nivel de renta media sobre la media europea.

También recordé que es injusto el discurso populista y faltón que se impone en los países del norte como si sus bancos no hubiesen hecho el agosto con el boom inmobiliario hispano o como si sus empresas no estuviesen tapando algunas de sus vergüenzas en materia de competitividad e innovación solo porque compoiten con ventaja gracias a los diferenciales del precio del dinero.

Pero lo que más me interesa es insistir en que  dentro de unos años cuando se lean con calma los diarios de estos tiempos turbulentos se valorará en su justa medida el cambio que esta naciendo en Europa que pretende conducirnos a un nuevo paradigma de desarrollo: el que se configura en la estrategia 2020. El que se identifica con tres ideas: sostenibilidad, conocimiento e integración social.

Europa nació como herramienta de prevención de conflictos y palanca de desarrollo en un continente que en apenas tres décadas vivió dos guerras. Hemos puesto en marcha el más avanzado modelo de protección social del planeta. Tenemos inteligencia, conocimiento, tecnología y debemos volver a los valores fundacionales de un proyecto en el que, desde su inicio, hubo aportación vasca a través de personas como el lehendakari Aguirre o nuestro vicelehendakari Francisco Javier de Landaburu al que al día siguiente se rindió homenaje en Vitoria en el  50 aniversario de su fallecimiento. Porque solo la unión de los europeos en estos valores puede propiciar que la justicia social que encierran se extienda por el mundo. Hace unos meses leí en Le Monde un artículo que resumía perfectamente esta idea. Un futuro mejor para el planeta no lo vamos a encontrar trabajando como chinos, sino consiguiendo que los chinos trabajen como europeos, con los mismos derechos.

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