MAS EUROPA, OTRA EUROPA. REVISANDO Y RENOVANDO CONCEPTOS FEDERALISTAS
Hoy hemos estado repasando los resultados del consejo europeo de la semana pasada. Como siempre los resultados reales y prácticos han estado por debajo de las expectativas y de la urgencia que requieren algunas crisis como la humanitaria. Y siempre son los estados, sus miedos, su resistencia a mirar hacia arriba, a tener una actitud acorde con el empeño en el que estamos, crear una Europa realmente federal, los que entorpecen, ralentizan, duermen, vetan o impiden soluciones que están diseñadas y a la espera de que seamos coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos.
Aquí tenéis, por si queries repasarlas, las conclusiones de la sesión del día 19 y las adoptadas tras la reunión del día 20, centradas en el Brexit y la marcha de las negociaciones UE, Reino Unido.
Sin embargo para lo que no se cortan los estados es para decidir en cuestiones institucionales que están claramente atribuidas a otras instancias, como es el caso del parlamento. Uno de los debates de esta mini cumbre europea fue sobre la composición del Parlamento Europeo, sobre qué hacer con los escaños que pueden quedar libres tras el Brexit y de otras cuestiones relacionadas con la organización de esta casa que serían un escándalo si se planteasen a nivel estatal.
Pero como les ha dicho nuestro jefe de filas en lo que siguen sin entrar es en lo “gordo”, en lo fundamental, en lo que nos daría mucha más credibilidad como agente global. Aquí seguimos sin enterarnos de que unas instituciones comunitarias que quieran ser influyentes no pueden funcionar con un presupuesto que sea el 1% del PIB europeo. Tampoco resulta razonable que el sistema de financiación haga a las instituciones europeas rehenes de los estados. O que sigamos ocho años después discutiendo sobre cómo afrontar decisiones clave como las uniones del mercado energético, financiero o de la energía.
Por eso hoy he insistido en solicitar a las instituciones europeas que apoyen una solución dialogada para resolver la crisis catalana. Es lamentable que en ese mundo globalizado hacia el que vamos resurjan en Europa conceptos rancios sobre Estado o identidad que son directamente incompatibles con la cesión de soberanía que requiere la creación de la Unión Europea.
Hay tal obsesión con no molestar a los estados grandes, tan poca capacidad Europea para imponerse a determinados estados incluso cuando cometen arbitrariedades como las que estamos viendo estos días en Cataluña, que nadie se atreve a señalar lo que todo el mundo dice por lo bajo: que lo que ocurre en este momento en España con Cataluña es un verdadero escándalo democrático. Y eso ocurre porque los estados se han preocupado de que la Comisión Europea tenga una posición institucional lo suficientemente débil como para poder llamar la atención a Hungría o Polonia pero no poder ni levantar una ceja cuando parecidas arbitrariedades a las que se denuncian en aquellos países se cometen, por ejemplo, en España.
Aquí todo el mundo te dice que saltarse la ley es el peor camino para hacer nada. Pero también te dicen que solo con la ley no se resuelven problemas como el catalán. Mientras, en voz alta la Comisión dice defender el orden constitucional español aunque centenares de especialistas en derecho constitucional estén advirtiendo que la aplicación del artículo 155 como está diseñada plantea tales problemas de jerarquía normativa, de vulneración de disposiciones del estatuto catalán que pertenecen al bloque de constitucionalidad y de ataques radicales contra la libertad de expresión que se dicen tranquilamente en voz alta, como la intervención de la radio televisión de Cataluña.
Por eso he preguntado al Vicepresidente responsable de la calidad del estado de derecho: Si nos creemos el lema “unidos en la diversidad” ¿Es mejor una intervención militar en suelo Europeo porque lo autoriza la Constitución Española o ayudar a que se resuelva hablando un problema político? Como sumar a esa diversidad sin resolver la propia?
he podido hacer esta pregunta porque reivindico los valores europeístas y la propuesta de profunda reforma de las instituciones europeas que ha planteado nuestro jefe de filas en este debate y a la vista del bloqueo en que siguen atascados los grandes temas de la agenda comunitaria. Ha llegado la hora de la verdad. Estamos construyendo una nueva realidad que requiere revisar en profundidad conceptos políticos y formas de organización que debemos superar si queremos que Europa sea la casa de todos.
Si comparamos las dudas que asaltan ahora a los estados miembros con el momento y las circunstancias que se vivieron al inicio del proyecto europeo entendemos pronto la raíz del problema. Construir la CECA parecía utópico, pero acabó para siempre con el peligro de volver a las bayonetas. No lo olvidemos porque hoy los egoísmos nacionales vuelven. Se abren paso unos conceptos cada vez más rancios sobre identidad, nación y soberanía, sobre participación ciudadana, que bloquean soluciones hacia arriba y hacia abajo.
Por eso defendemos toda esta legislatura otra estructura institucional comunitaria que permita, por ejemplo, estimular la unión del mercado de la energía, acabar con el dumping social interno u organizar la acogida de refugiados. Necesitamos más valores europeos frente al Brexit o ante problemas como el de Cataluña.
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