LOS QUE NUNCA HEMOS GESTIONADO FRONTERAS DEFENDEMOS MEJOR EL FEDERALISMO EUROPEO
Esta mañana hemos comenzado el pleno defendiendo nuestras aportaciones federalistas al paquete de iniciativas que se han debatido para poner en marcha una reforma de las instituciones comunitarias que hagan más eficaz la intervención europea frente a los retos globales. Las propuestas incluyen aportaciones para modificar la actual estructura institucional, para Mejorar el funcionamiento de la construcción de la Unión aprovechando el potencial del Tratado de Lisboa y para mejorar la capacidad presupuestaria de la zona Euro . El Parlamento Europeo plantea así sus aportaciones para además de cumplir el comentado objetivo, adaptarlas al panorama post Brexit.
Ante este debate nosotros posicionamos un bloque de enmiendas dirigido a incorporar en estas propuestas nuestra visión radicalmente federalista de la nueva unión. Presentamos este bloque de aportaciones en el día en que se celebraba el 80 aniversario de la constitución del nuevo Gobierno vasco. La fecha elegida era un homenaje al papel que, desde el exilio tuvo el primer lehendakari José Antonio Agirre y su equipo en los primeros pasos de la construcción europea. Por eso las enmiedas trataban de incorporar aquel primigenio impulso federalista a estos proyectos.
Por eso hoy hemos insistido en que Europa necesita una refundación federal, valores, liderazgo y actitudes como las que tuvieron los padres fundadores para resolver la crisis global que también tuvieron que enfrentar. Se dirá que el mundo de entonces era distinto, más manejable, más controlable, más fácil. Yo pienso lo contrario. Especialmente porque cuando comparo las herramientas con que aquellos precursores trabajaban con las que tenemos hoy pienso que todo era mucho más difícil. Se necesitaba arrojo, imaginación y liderazgo para inventar la CECA y acabar en el Tratado de Roma implicando en aquel movimiento a potencias mundiales que tenían bien fresco el recuerdo de dos guerras mundiales y veinte millones de muertos.
Hoy tenemos la obligación de seguir trabajando en aquel proyecto. Hoy necesitamos más que entonces una soberanía europea y unas instituciones que, aplicando con inteligencia el principio de subsidiariedad, la plasmen en legitimidad democrática, presupuesto y objetivos. Y hay tres bien principales: consagrar las ventajas del espacio único a promover más y mejor empleo, consolidar nuestro modelo social y convertir la industria y la economía circular en base del crecimiento.
Para impulsar este necesario cambio necesitamos proyecto, el que describo, un liderazgo europeísta y POLITICA. La pongo con mayúsculas porque fue esa capacidad de entenderse y acordar, de hacer evolucionar las leyes y los tratados para ponerlos al servicio de la gente lo que permitió, por ejemplo la integración de la antigua Alemania del Este en nuestra Unión o la que abrió camino al programa Peace de Irlanda del Norte. Ambas eran operaciones que parecían imposibles mirando exclusivamente a la letra de los tratados de la época. Lo mismo puede decirse de los acuerdos alcanzados la pasada legislatura para dotar a la zona euro de un sistema de gobernanza económica y supervisión financiera que la crisis demostró necesarios frente al temor y timidez con que se trataron estas cuestiones, imprescindibles para gestionar una zona económica común, en el Tratado de Lisboa.
Cuando la necesidad aprieta avanzamos. Ahora se trata de hacer política activa o proactiva más bien, no reactiva. Y en este empeño tenemos mucha más credibilidad y trayectoria naciones, como Euskadi, que muchos estados miembros que se dedican a descalificar nuestra reivindicación nacional desde el más estrecho nacionalismo de estado. El que bloquea decisiones que adoptamos por ejemplo en el parlamento Europeo y que avanzan en esa dirección federalizante. Y es que aquí se nota mucho la diferencia que hay entre nosotros, que estamos abiertos a redefinir conceptos como estado, soberanía e identidad nacional y otros que ni se lo plantean. Y eso es necesario si queremos abordar seriamente la transición que necesitamos. Lógicamente quienes nunca hemos vivido de gestionar fronteras tenemos mucha ventaja sobre quienes se empeñan hoy, en mantenerlas. Entre quienes estuvimos desde el principio en el proyecto europeo y quienes todavía hoy nacionalizan los éxitos de todos y europeízan sus propios fracasos.
Equivocada lógica la del que sigue pensando, aunque sea en voz baja, que podrá salvarse en solitario a la sombra del pasado. Basta recordar que cuando un barco de hunde acaban en el fondo del mar todos los camarotes, también los de primera clase. En el naufragio de nuestra unión, es bastante fácil adivinar que no habrá precisamente amigos atendiendo nuestras llamadas de Socorro.
Con esa idea de insistir en esa posición proactiva, anticipadora y realista he realizado además una mención al papel que puede tener Escocia para ayudar a algunos estados a reconocer su propia diversidad, a reflexionar sobre su propia capacidad de contribuir a la construcción de una Unión como la de Europa si no tiene resueltas sus propias costuras. Cuando se consume el Brexit la Unión tendrá que responder a la más que previsible solicitud de una Escocia independiente de Ingresar de nueva en nuestra Unión. Será muy difícil sostener entonces algunas posiciones que, por ejemplo se mantienen en España en torno al uso partidario de la justicia para resolver a sentenciazos problemas políticos. La lista de condenas y el vergonzoso tenor literal de las mismas que acumulan las más altas instancias judiciales españolas por ignorar principios básicos del estado de derecho debería servir para cambiar esta dinámica.
Por estas razones he apostado por propuestas como las que ha realizado a este debate a través de nuestras enmiendas. Nosotros defendemos, sin complejos, enmiendas contra la competencia fiscal entre estados miembros, a favor de un mínimo compartido para nuestro modelo social, para garantizar la suficiencia e independencia financiera de la Comisión Europea o para dar cauce a casos que se nos van a presentar por ejemplo en Escocia que pueden ayudar también a algunos estados que niegan soluciones políticas a su propia diversidad. Queremos también un Parlamento Europeo que refleje toda la diversidad nacional del continente y con circunscripciones consecuentes con realidades nacionales que existen guste o no a algunos estados. Intentar aquí con trucos de tahur ocultar lo que existe es garantía de nuevo conflicto. Modelo social, inteligencia europea, una defensa común… Por si tenéis curiosidad aquí os dejo todas las enmiendas.
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