CONSUMIDORES, EMPRENDEDORES Y MERCADO UNICO DE LA ENERGIA
Esta semana, en Estrasburgo mientras la campaña electoral continúa en Euskadi, el pleno que celebra mensualmente el parlamento Europeo ha incluido en su orden del día algunos de esos temas que nos recuerdan lo importante que es estar aquí. Uno de esos, que tiene un tremendo impacto en nuestra vida cotidiana, que hemos comentado muchas veces es el del Mercado Único de la Energía.
Si queremos ofrecer una respuesta global a temas como el del cambio climático, esta es una cuestión clave. Si queremos además crear condiciones homogéneas para la operación de las empresas y las condiciones que se ofrecen a los ciudadanos como tales, como emprendedores y como consumidores, también. Sin un espacio energético único, sin abismales diferencias de precios, con una carta energética compartida y una receta para superar gradualmente y sin traumas la actual fragmentación tanto nuestra política medio ambiental como la de competencia distarán mucho de ser eficientes.
Por eso hoy en un debate sobre las medidas inmediatas a poner en marcha para avanzar definitivamente en la consecución de este objetivo he insistido en que tener éxito en este tipo de iniciativas es lo que da utilidad y acerca Europa a la gente. Tener la generosidad y la inteligencia suficiente para entender que nos jugamos la eficacia de nuestra política medio ambiental y la justicia en las condiciones con que acceden las empresas europeas al mercado único demostrará la utilidad de una Unión que necesita reforzar su credibilidad solucionando problemas como los que nacen de esta fragmentación. La credibilidad de nuestra Unión, de la Unión Europea, empieza por nuestra capacidad para resolver los problemas cotidianos, generales y que afectan a todos los europeos. Cuando hablamos de fragmentación del mercado eléctrico estamos hablando de ese tipo de problemas.
En mi intervención en este debate he recordado las tres condiciones que al menos debe reunir este Mercado Energético Único para ser útil. La primera es que garantice la seguridad en el abastecimiento. Además debe avanzar en la generación limpia y proporcionar marcos legales estables para favorecer la inversión. Alcanzar estos tres objetivos y eliminar los diferenciales en los precios que pagan consumidores y empresas es uno de los mayores retos de nuestra Unión.
Haciendo referencia a los problemas de competitividad que este diferencial causa a las industrias vascas y a los problemas que aquejan a particulares y grupos de inversores que en el estado español invirtieron en energías renovables he insistido en que unificar el mercado energético sobre estos parámetros es útil para los ciudadanos, en primer lugar como consumidores, pero además como emprendedores, y es útil para las empresas y para su competitividad. Con las actuales diferencias de precios, no se pueda hablar de libre competencia en el mercado interior. Ahora mismo este problema derivado de la fragmentación del mercado de la energía por Estados miembros es uno de los principales factores de distorsión. Nuestro tejido industrial, desde luego, sufre este problema cada día. Las ventajas competitivas que adquiere mejorando procesos, innovando, etc. tienen que ser realmente espectaculares para no verse absorbidos por la ventaja de empresas de los mismos sectores que pagan por la energía en estados limítrofes hasta un 30% menos.
Que decir también de la estabilidad del marco legal para garantizar a los emprendedores e inversores un panorama que no genere un problema como el que afecta ahora a quienes se fiaron del gobierno español y apostaron por la generación renovable. Por esas razones creo que este objetivo del mercado único de la energía es prioritario. Y por estas razones creo que construyendo Europa construimos Euskadi.
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