CRITICANDO LA HIPOCRESIA DE MUCHOS ESTADOS, AÑORO EL EUROPEISMO DEL LEHENDAKARI AGIRRE

Esta mañana hemos tenido un debate en Estrasburgo sobre la última cumbre europea. Aunque la reunió n de las instituciones comunitarias incorporaba en su orden del día el análisis del resultado del referéndum británico sobre el Brexit, yo he preferido centrar mi intervención en el resto de las cuestiones incorporadas al orden del día  tales como la unificación del de los mercados de la energía o digital y la respuesta a la crisis de los refugiados. En primer lugar porque como recordaréis perfectamente  ya me pronuncié la pasada semana también en sesión plenaria sobre esta consulta y no consideraba necesario reiterar argumentos. En todo caso esta mañana ha expresado “mi pleno acuerdo con las líneas maestras del discurso que el Presidente Schulz pronunció en la cumbre de la pasada semana. Decidir irse es irse”.

Pero en segundo lugar, porque creo que lo que toca es poner el acento en reconstruir el proyecto europeo, en recuperar sus valores fundacionales, su velocidad de crucero y su capacidad para dar respuesta a las demandas y necesidades e la ciudadanía. Para ser útil a la gente. Por eso he recordado hoy, exhibiendo un cartel del que ya hemos hablado aquí, la implicación de EAJ-PNV con el proyecto europeo desde su inicio y he reivindicado la figura del lehendakari Agirre. Pero por esa misma razón hoy tocaba criticar la actitud de muchos estados miembros que paralizan las principales decisiones comunitarias en la mesa del Consejo y critican posteriormente a las instituciones europeas por fracasar en las respuestas ante las grandes crisis globales. 

En contraste con aquellos valores y empeño por fundar una Europa federal, he criticado duramente la actitud de los gobiernos de muchos de los estados miembros. Esta semana, he dicho recordando las reacciones de muchas capitales europeas tras el resultado del referéndum británico, hemos escuchado muchos reproches a Europa por las decisiones adoptadas ante nuestras grandes crisis. Lo tremendo es que quiénes las formulaban eran los mismos que las toman desde el Consejo. Estados que esconden sus miedos y evaden sus responsabilidades señalando un culpable: “Europa”. Hay que cambiar de actitud. La mejor manera de defender los intereses de uno u otro estado hoy es asumir que lo que es bueno para ese proyecto común es bueno para todos sus miembros.

Este mismo argumento utilicé en la cumbre de líderes liberales y demócratas a la que asistí en Bruselas el jueves pasado. Me parecía increíble, con cinco primeros ministros europeos sentados en la mesa, la capacidad que tenemos para olvidar que es el Consejo, la institución en que se sientan los estados miembros, el gran paralizador de las grandes decisiones que hemos querido tomar para resolver problemas de libro, en los que son las resistencias estatales las que producen gravísimos prejuicios a los emprendedores europeos, que quiere aprovechar las ventajas de un ,mercado único que no lo es en sectores tan críticos como el de la energía, el financiero o el digital. A mí me ha tocado lidiar con ese toro, por ejemplo, en el ámbito del transporte ferroviario en el que como sabéis he sido ponente del informe sobre interoperabilidad.

Por estas razone he querido dar por superado ya el debate que deben hacer los que quieren irse y empezar en serio con el debate que tenemos que hacer los que queremos quedarnos. Quedarnos de verdad en la Unión Europea significa apostar de verdad por liberar todo el potencial de nuestra Unión para el relanzamiento económico, el empleo y la inversión y para avanzar de verdad hacia una unión política.  En ese momento he recordado que nosotros, a los que los verdaderos nacionalistas de algunos estados, nos señalan por exclusivistas, apoyamos el proyecto europeo, sin reservas, desde las primeras décadas del siglo XX. Para demostrarlo he exhibido ante el pleno como prueba de ello el cartel que el PNV editó para  anunciar el Aberri Eguna de 1933 en el que figura el lema ”Euskadi-Europa”. Igualmente me he referido al papel que el primer lehendakari vasco jugo en los “nuevos equipos Internacionales” y la cumbre de La Haya. Un arrojo político que, la verdad, añoro. Especialmente cuando veo cómo el debate interno en muchos estados miembros se pasa con armas y bagajes al terreno del populismo en vez de contrarrestar el estruendo de tanto charlatán de vía estrecha con los valores europeos que, hasta en el último euro barómetro, queda claro que son ampliamente compartidos por la ciudadanía del continente

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