LA FIFA ESTÁ FOFA Y NO ES MOFA.

La semana pasada debatimos en el Parlamento Europeo sobre el escándalo que se ha preparado en la federación Internacional de futbol por los escándalos de corrupción descubiertos en sus filas, que mucho me temo seguirán trayendo consecuencias. Han empezado a tirar de la madeja y no será difícil que aparezcan más beneficiarios de unas prácticas no solo corruptas sino pingües y muy rentables para sus beneficiarios.

Yo aposté por un ejemplar castigo contra los corruptos de la FIFA, una renovación democrática de las instituciones que rigen el futbol y mejores normas para perseguir la corrupción y el blanqueo para devolver este deporte a la senda de los valores. Pero además quise plantear una reflexión general sobre las actitudes individuales y las medidas colectivas que deben adoptarse desde el deporte escolar hasta la cúpula de la federación Internacional para sanear el Fútbol en particular y el deporte profesional en general.

Aquí podéis acceder al documento con el que se saldó este debate sobre la FIFA que responde como sabéis a una investigación de las autoridades federales de los Estados Unidos. Significativa estampa a la vista de que el futbol no tiene ni de lejos el mismo arraigo allí que en el viejo continente. Vistos los hechos que se denuncian creo que lo ocurrido es un estímulo para replantearnos el funcionamiento del deporte profesional y el futbol en particular. Y creo que como ocurre siempre con cuestiones que necesitan refundarse, con asuntos en los que los valores son definitivos hay que empezar por mirarse hacia adentro.

La hiperprofesionalización del futbol, los millonarios sueldos de los que triunfan y las más discretas pero jugosas retribuciones de los gregarios al menos en la “liga de las estrellas” provocan que no pocos padres vean en las habilidades balompédicas de sus hijos un prometedor futuro. Esa expectativa es la que convierte a muchos padres en auténticos exaltados que justifican actitudes antideportivas, disculpan lo corregible y santifican lo mediano para convertirlo en extraordinario. Así algunos padres que acompañan a sus hijos todos los fines de más parecen agentes de jugadores que padres educando a sus hijos.

Si subimos un poco en la escala nos topamos con las enormes diferencias económicas entre categorías futbolísticas que han dado lugar a una largamente denunciada y menos veces demostrada corrupción en el quicio que separa los equipos entre los que militan en el abismo de las categorías inferiores y los que se asoman al profesionalismo y los ingresos de la televisión. Subir o bajar significa un cambio radical en las expectativas de ingreso, tanto como para pelear con uñas, dientes y aportar algunas otras cosillas para mantenerse. Por eso cuando a una le explican eso de las primas a terceros, las que puede cobrar un equipo que no se juega nada si se deja ganar, para que otro siga en la élite…Y cuando lee este tipo de noticias, pues tiende a pensar que si, que es posible.

Mezclemos esto con un ingente movimiento de apuestas que nunca me deja de sorprender y que mueve decenas de millones de euros cada fin de semana. Se apuesta por todo, quién meterá el primer gol, en qué minuto, como se teñirá esta vez el pelo no sé qué jugador y hasta el color de las botas. Y de este movimiento parece que se derivan también fraudes.

El trasatlántico de dinero es tan grande y jugoso que hay para muchos y se perdona todo, hasta que un banco rescatado avale un fichaje millonario. Yo no entiendo de futbol pero, de vez en cuando veo algún partido, aunque sea de rebote, porque en mi entorno si hay quién disfruta con este espectáculo. Siempre me ha llamado la atención comprobar que un gol espectacular marcado por un jugador de segunda división, un gol que podría ser el gol de la jornada, nunca alcanzará la misma repercusión que uno peor, menos espectacular que el que firma alguno de los astros del deporte. Es verdad que aquellos suelen acertar más y mejor, pero es evidente que el merchandising que les envuelve es muy relevante a la hora de evaluiar su actividad. Difícil no sospechar que muchas crónicas y cronistas no hayan escuchado alguna vez cantos de sirena para primar las hazañas de uno sobre las de otro.

Todo esto termina por arriba en la podredumbre que una investigación americana ha destapado en la FIFA. Allí arriba en la cúpula una imagina que se visualizan y dirigen todos estos movimientos, que se manejan determinados resortes y palancas y que se controla un negocio en el que las emociones de los consumidores garantizan un cierto grado de adicción y éxito si se gestionan bien esos parámetros. ¿Qué tal Francia mejor que Irlanda en una Eurocopa si lo relevante es el potencial número de telespectadores?

Por eso hay que revisar el funcionamiento de este deporte y dar mucha más transparencia a sus órganos rectores. El deporte tiene un enorme potencial como promotor de valores positivos y generador de actividades económicas. Devolver al futbol esta capacidad exige un castigo ejemplar a los culpables de estos desmanes, una profunda renovación de las organizaciones que gestionan este deporte, normas más eficaces contra sobornos y operaciones de lavado de dinero.

Para completar esta batería de medidas creo que hace falta un discurso mediático más exigente y el fin de la impunidad para las salidas de tono de las estrellas de este deporte a las que se aplauden hasta actitudes favorables a la violencia de género, como hemos tenido ocasión de ver con Rubén Castro, máximo goleador del Betis y al parecer amabilísimo galán. Si los patrocinadores de los equipos y del espectáculo vetasen este tipo de conductas estaríamos favoreciendo uno de los cambios que necesita el negocio del balón.

Tags: blanqueo de dinero, compra de partidos, CORRUPCIÓN, Fichajes, FIFA, gol, hinchas, sobornos

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