EL CRECIMIENTO SOSTENIBLE QUE NACE DE LA ESTRATEGIA 2020 DE LA UNIÓN EUROPEA SOLO SERÁ INTELIGENTE SI SE APOYA EN EL TALENTO
Las políticas de sostenibilidad que impulsa la Unión Europea empiezan y terminan en la Europa centrada en las personas que defiende el lehendakari Urkullu ante la Troika. El crecimiento sostenible que nace de la estrategia 2020 de la Unión Europea solo será inteligente si se apoya en el talento, el conocimiento y la iniciativa de las personas. Será además integrador, porque la igualdad, la capacidad para redistribuir equitativamente la riqueza es inteligente y es justo. Es la condición necesaria para que todo el talento disponible acceda a la formación, para que la educación o la sanidad sean la mejor inversión y para que todos juguemos, por pura supervivencia a favor del mundo que necesitamos, sin especuladores, ni corrupción.
Esa es la primera clave de la estrategia de crecimiento en la que creemos. Tiene como origen y destino las personas. Tenemos que crecer y competir sobre la base del conocimiento, de la innovación. Y emprender y arriesgar en la gestión pública y privada para alcanzar este objetivo.
Porque lo que no es sostenible para Europa es competir sobre la base de reducir derechos y costes laborales y carraspear entre humo tóxico. Hace ya años que pienso que el mundo no será sostenible si seguimos empeñados en trabajar nosotros como chinos en vez de construir una Europa capaz de seducir al mundo por su modelo social. capaz de conseguir que sean los chinos quienes trabajen como nosotros.
Trabajar como nosotros quiere decir, por ejemplo, sumar al sustantivo consumo el adjetivo sostenible y responsable. Esas son dos claves para aligerar nuestra factura energética, para liberarnos de la dependencia de los combustibles fósiles y para abrir la puerta definitivamente a la generación descentralizada, las energías renovables y los combustibles alternativos. Se abren campos fascinantes para la innovación, para el ingenio, oportunidades de negocio y, en consecuencia de empleo. Pero necesitan para ello que el sector financiero recupere valores. Los bancos no pueden comportarse como Harpagón. Son herramientas creadas por personas al servicio de esa iniciativa. De ideas que nos pueden hacer más libres. Trabajar por instalar esos valores en los bancos también es apostar por la sostenibilidad.
Y es que la palabra sugiere en muchas materias. Esta legislatura, por ejemplo he trabajado en la comisión de transporte. Casi el 70% de la energía que nos mueve es fósil. Hay centenares de barreras invisibles pero férreas a la libre circulación y a una combinación más eficiente de los diferentes modos de transporte. Hay tecnologías que pueden sumar todas esas capacidades. Que nos va a permitir planificar y comprar nuestros billetes incorporando hasta el detalle de cómo movernos en el último kilómetro. Las empresas podrán también planificar sus fletes con esa misma precisión. Y eso nos hará más limpios, reducirá las emisiones de gases efecto invernadero.
Para eso estamos llenando el cielo con los satélites del sistema Galileo. Para eso investigamos sobre el potencial del hidrógeno, el elemento más ligero pero más abundante en la naturaleza. Para eso nos empeñamois en la Y griega o las autopistas del mar. Para eso avanzamos en tecnologías de la información y las telecomunicaciones capaces de procesar millones de datos en tiempo real procedentes de millones de fuentes en movimiento. Inteligencia, personas y empleos de calidad para otra forma de vida. Más sostenible, porque la saturación nos cuesta hoy el 1% del producto interior bruto de la unión cada año.
Un mundo más humano. Un mundo de las personas. Pensad en ideas fascinantes como las minas urbanas, la simple sugerencia de investigar cómo podemos recuperar todo lo que hemos tirado y enterrado como basura durante tantos años. Todo lo que ahora sabemos que se puede reutilizar, reciclar o convertir en energía. Emocionante, sugerente. Otro mundo. El que necesitamos.
Personas, talento. Estaremos en el buen camino cuando nadie dude de que gastar en educación o sanidad es invertir. Cuando nadie dude que la experiencia y quienes la poseen, los mayores, es patrimonio. Que proteger a los más desfavorecidos, a los más débiles solo es insostenible cuando la codicia y la especulación toman el mando. Ambas son los verdaderos enemigos de la sostenibilidad: Mucho para muy pocos es lo verdaderamente insostenible.
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