HACIA UNA ESTRATEGIA EUROPEA CONTRA LA VIOLENCIA DE GENERO
El Parlamento Europeo ha aprobado esta mañana un informe sobre violencia de género coordinado por mi compañera de grupo Antonyia Parvanova mediante en el que estamos tratando de conseguir que haya estrategia europea única para abordar este problema. Ayer en el debate tuve ocasión de recordar que anualmente cerca de tres mil mujeres mueren al año en Europa a consecuencia de este problema. Sumemos a eso la aterradora certeza de que cerca de la mitad de las mujeres en Europa han sufrido alguna vez malos tratos y un 10% agresiones de tipo sexual.
Las cifras son brutales, pero son solo una estimación. Muchos estados miembros carecen de estadísticas porque la violencia de género es en ellos un asunto doméstico, privado. Y así es imposible combatir esta lacra. Pensemos que estos mismos números aplicados a cualquier otro fenómeno desde una catástrofe natural a las estadísticas de accidentes de tráfico o cualquier manifestación delictiva, llevarían este asunto a primera línea en nuestra agenda de preocupaciones. Sin embargo en la vieja Europa aún hay algunos países en los que el seguimiento mismo de este fenómeno está por organizar. Hay además otros datos para la reflexión. El más llamativo es que en pâises muy avanzados en materia de igualdad el abuso de alcohol y otras cuestiones acaban devolviendo las expresiones de violencia aparejadas a estos consumos contra las mujeres.
Por eso necesitamos un marco europeo que haga visible en toda Europa la dimensión de este problema cuya dimensión en cifras y en limitación de derechos fundamentales debe movilizarnos ya. Necesitamos una estrategia europea integral centrada en la atención a las víctimas, la persecución coordinada de estos delitos y especialmente la prevención. La violencia de género es la consecuencia más grave de la desigualdad. Y erradicarla es una cuestión de educación y de valores. La casa de la libertad y los valores que construimos todos los días debe blindar, para empezar la convivencia y el respeto en cada hogar europeo. Porque la mayor parte de estas agresiones, de estas tragedias ocurren «de puertas adentro» y porque en primer lugar en la lista de causas que originan este problema es esa suerte de tolerancia que hay en nuestra sociedad aún para conductas que tienen mucho más de depredación que de convivencia.
Ayer igualmente debatimos y hoy se ha aprobado otra resolución para abordar también una base mínima que nos permita enfrentar en todas Europa el problema de la prostitución, aunque partiendo de la base de las enormes diferencias de estrategia y legales que tenemos en los estados miembros para abordar esta práctica.
Entre los principios que hemos aprobado me parece un acierto distinguir entre el ejercicio voluntario y el ejercicio forzoso de esta práctica. El primero es una cuestión de libertades individuales de quien ejerce y de quien consume. El segundo es una manifestación más de la injusticia que subsiste en el mundo que consigue que la prostitución sea la alternativa a algo aún peor y que fomenta mafias y organizaciones criminales dedicadas al tráfico de personas y de su libertad. Y eso ya merece una reflexión. Imaginemos de qué huyen o a qué se enfrentan en sus países las personas que vemos en muchas rotondas de madrugada mirando cada coche que reduce la velocidad. Es terrible pensar qué puede ser peor. pero es obvio que lo hay. En esta entrada incluí un relato corto que me envió un día un amigo en torno a este tema. Os animo a que lo compartáis.
Necesitamos además estadísticas para elegir las políticas más adecuadas para enfrentar este problema y sobre todo justicia y alternativas. Porque la pobreza, la marginación no es una vocación. Es una desgracia que coloca en el mercado lo más íntimo. Educación, justicia social y alternativas son la mejor herramienta para trabajar en torno a este fenómeno de la prostitución.
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