DIVERSIDAD Y LIBERTAD FRENTE AL AUTORITARISMO
Esta semana hemos comenzado el pleno del Parlamento Europeo con una reflexión sobre la diversidad y la libertad que creo oportuna en los tiempos que corren. Ayer por la noche debatíamos el informe Lunacek (aconsejo la lectura de su exposición de motivos) que propone una hoja de ruta para regular los derechos del numeroso colectivo de Transexuales, lesbianas, gays y bisexuales que viven en Europa. El asunto no es baladí, porque este colectivo bautizado con la sigla LGBT ha padecido en los últimos años los furores del cada vez más activo grupo de liberticidas que enrolados en organizaciones populistas, filonazis o xenófobas despliegan sus recetas para pescar en las revueltas aguas de la crisis. Y por eso mismo este deja de ser un tema sectorial o parcial, para convertirse en una cuestión general, de libertades y derechos fundamentales.
Ayer, a última hora de la noche anuncié que nosotros vamos a apoyar la puesta en marcha de esta hoja de ruta para proteger derechos fundamentales y libertades de europeas y europeos severamente amenazadas hoy. Cerca de la mitad de la población LGBT europea ha sido víctima en el último año de algún tipo de agresión de las cuales el 50% fueron violentas. Solo una de cada diez víctimas llevó su caso ante la policía.
La libertad de opción sexual es un derecho fundamental y una expresión más de diversidad que merece respeto y protección. Las instituciones europeas deberían liderar esta causa en un momento en el que las fuerzas más conservadoras añoran al tiempo en que el mundo LGBT oficialmente no existía aunque se castigase con cárcel o marginación. Aquí aún se recuerda la tristemente célebre “Ley de vagos y maleantes” que con vertía la homosexualidad en delito. Normas como esa están en vigor aún en algún país fronterizo de la UE o forman parte del ideario neoconservador de algunos estados que no son cualquier cosa en el concierto internacional.
En esos países, en Rusia, por ejemplo la homofobia es el mascarón de proa del régimen que allí gobierna para presentarse como abanderados de la “decencia” y el “orden”. Las actuaciones contra colectivos que asocian a personas con identidades sexuales no convencionales llenan páginas y páginas en la prensa y parecen el primer problema de una sociedad que tiene otros muchos y mucho más graves. Con este truco los gestores de la realidad alejan la agenda política de la corrupción, el desigual reparto de la riqueza, las agresiones medioambientales que son una continuidad de las barbaridades soviéticas, la lozanía de las mafias y en general los problemas que ha dejado en aquella sociedad la transición de una sociedad autoritaria a otra que aspira a no serlo.
El mismo truco lo vemos por aquí cada día. Cuando se recrudecen los problemas vinculados a la corrupción y el suelo sigue abriéndose bajo los pies de algunos, cuando las cifras del paro certifican que las mejoras macroeconómicas siguen sin alcanzar al bolsillo de los que menos tienen, siempre hay a mano una sentencia europea o un líder de la oposición, o una ley del aborto para generar un conflicto que narcortice.
Por eso hay que defender cada parcela de libertad amenazada. No sea que, para cuando nos demos cuenta, se cobren la pieza que persiguen: la libertad de todas y todos nosotros. Hoy es la diversidad de opción sexual, mañana la lingüística, pasado la religiosa. La historia de Europa nos enseña a dónde conduce este camino.
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