EVITEMOS LOS TIROS EN LOS PIES

Empiezo diciendo que esta crónica nada tiene que ver con el accidente del nieto del rey, pero la imagen que sugiere es muy práctica para explicar lo que he sentido hoy cuando hemos terminado las votaciones en el pleno. Hay una expresión en castellano que expresa muy gráficamente cómo uno puede perjudicar sus propios objetivos y posibilidades tomando decisiones equivocadas u observando conductas que puede evitar. Se dice entonces que alguien «se ha pegado un tiro en el pié» cuando ocurre algo de esto. Hoy después de mucho trabajar, y casi a última hora, es lo que ha ocurrido con el contenido final de la directiva que reestructura el régimen comunitario de imposición de los productos energéticos y de la electricidad.

 

Las fuentes energéticas que utilizamos para la movilidad en Europa van a cambiar en las próximas décadas, eso está claro y es fundamental para cumplir los objetivos de la estrategia 2020. El parque de vehículos eléctricos crecerá y es evidente que el ferrocarril va a asumir progresivamente el transporte de mercancías que ahora se hace mayoritariamente por carretera. Pero alcanzar ese objetivo es incompatible con penalizar el consumo de gasóleo para la automoción.

 

Por eso he votado a favor de todas las enmiendas que perseguían este objetivo. Apoyar hoy esta medida no es oponerse a la progresiva sustitución de los motores e combustión interna por otros más limpios. Por el contrario es hacerla realmente posible.

 

Gracias a las inversiones europeas en investigación y desarrollo los motores diesel europeos consumen hoy un 30% menos y contaminan un 20/25% menos que los equivalentes de gasolina. Europa es líder mundial en tecnologías diesel. Por eso penalizar el gasoil es contradictorio con la estrategia 2020. Si se igualarán los precios se venderían menos vehículos diesel, especialmente pequeños y medianos una de las fortalezas de la industria europea con la que compiten con dificultad productos elaborados en países terceros. Eso tendrá una repercusión inmediata en el empleo de la industria europea de automoción, tanto en fabricación como en empresas auxiliares. Así estas empresas tendrán también menos recursos para el I+D+I que necesita la movilidad eléctrica. Porque no olvidemos que la posibilidad de utilizar motores eficientes de este tipo y que sustituyan con garantías a los de combustión interna depende de esa capacidad para innovar. En definitiva unos prejuicios  perfectamente evitables. Por eso decía que hemos evitado sacudirnos un tiro en el pié, porque la propuesta que llegó al parlamento parecía minusvalorar estas cuestiones.

 

La directiva gracias a las enmiendas presentadas permitirá mantener también apoyo las compensaciones para el uso profesional del gasóleo tanto en el transporte como en el sector primario para apoyar el empleo en estos sectores y evitar la inflación. Afortunadamente hemos ganado las votaciones y el gasóleo seguirá siendo más barato.

 

La verdad es que el pleno de esta semana está siendo intenso. Ayer también nos tocó por enésima vez defender el concierto económico y su papel en Europa también como buena práctica en la lucha contra el fraude fiscal y la evasión.  Ayer debatimos y hoy hemos aprobado otra directiva para evitar el fraude y la evasión fiscal y me pareció oportuno insistir aquí en que la proximidad entre administración fiscal y contribuyentes previene fraude y evasión y que la coordinación y el intercambio es imprescindible siempre que se trate a todas las haciendas autónomas por igual.

 

Por eso ayer intervine para mostrar mi acuerdo con esta resolución y las medidas que propone, que incluyen colaboración con paises terceros ajenos a la Unión y penalización de los paraísos fiscales. Combatir el fraude y la evasión fiscal es una cuestión de de eficacia institucional y de justicia social. En primer lugar porque desanima a los defraudadores y motiva a quienes cumplen. Además porque mejora la situación  de las cuentas públicas. Finalmente porque refuerza los valores de solidaridad y justicia social en los que se basa nuestra convivencia.

 

Estoy muy de acuerdo también en que la armonización fiscal, la coordinación de todas las haciendas europeas que dispongan de autonomía institucional, normativa y económica y el intercambio de datos entre todas ellas es imprescindible para combatir el fraude. Pero ayer me vi en la obligación de exigir a que en ese empeño se trate a todos por igual. Porque ya recordáis lo que pasó con las vacaciones fiscales. Euskadi, fiscalmente autónoma, ha sido sancionada por aplicar normas fiscales idénticas a las utilizadas por otros estados miembros que no han recibido por ello reproche europeo alguno.

 

En mi opinión la resolución que aprobamos ayer dedicada a este asunto estaba bien, pero le faltaban dos ingredientes más. Para empezar una observación sobre el control de la economía sumergida. Hay que eliminar esta práctica que es una forma más, sistemática y horizontal, de evadir impuestos, defraudar al fisco y favorecer la competencia desleal. Creo que la resolución debió incluir una denuncia de este fenómeno y medidas concretas para corregirlo.  

 

Pero además ayer animé a la comisión y los parlamentarios que nos esforcemos en promocionar entre la ciudadanía la idea de solidaridad activa. También eché de menos una referencia a la corrupción y medidas más potentes a escala europea para combatirla. Porque algunos episodios que hemos vivido últimamente restan legitimidad y prestigio a  la gestión de lo público y a lo que llamamos «política».

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