TRANSPORTE PUBLICO. SI GRACIAS

Ayer recibí una de esas visitas que me gusta que se haya convertido en un clásico. La asociación de empresas gestoras de los transportes urbanos colectivos (ATUC) se presentó de nuevo en Bruselas con dos preocupaciones bajo el brazo. Y tomamos buena nota del trabajo que nos espera para tratar de dar respuesta a sus inquietudes que me parecen del todo razonables. Aquí os dejo el vídeo que grabamos tras la entrevista.

La movilidad es uno de los principales retos que afrontan las ciudades. Aquí en Bruselas, por ejemplo, el tráfico es un verdadero caos y moverse por la ciudad en coche es muy difícil. Utilizar el vehículo privado puede desgastar al más paciente en una semana. Por eso las autoridades se esfuerzan por reducir el uso de los coches particulares y desarrollar una red de transporte público y una serie de alternativas que permitan reducir la contaminación y mejorar la velocidad y comodidad a la que las personas nos movemos por la ciudad.

Alcanzar con éxito esos objetivos requiere para empezar una decidida apuesta pública por el transporte colectivo con decisiones que abarcan desde la reserva de espacio en las calzadas para vehículos colectivos a regulaciones semafóricas especiales, vehículos cada vez más eficientes, combinación imaginativa de autobuses, tranvías bicicletas y mucha coordinación. Además innovación y tecnología para ofrecer cada vez servicios más sofisticados y útiles a la ciudadanía y mejores herramientas de gestión de la flota una adecuada financiación de todo el sistema.

Dos eran las preocupaciones concretas que les traían aquí ayer. Una la fiscalidad que esta previsto que grave el consumo de gas natural. Esta medida va a afectar también al que se utiliza para impulsar ya algunos motores de transportes colectivos incidiendo en la propia viabilidad de las compañías, en la optimización de inversiones ya realizadas o planificadas y en los planes de reducción progresiva de emisiones de anhídrido carbónico en la que están todas ellas implicadas. En la actualidad y a la espera de que pueda generalizarse el uso de vehículos eléctricos el gas natural es el combustible menos contaminante.

En España además esta amenaza se ve agravada por la inexistencia de una ley de financiación del transporte urbano, reglamentación que ya existe en muchos países europeos y que ordena y estabiliza las finanzas de un sector vital para la calidad de vida de una ciudad.  Nuestro compromiso está claro: vamos a trabajar en la medida de nuestras posibilidades para conseguir que el gas natural pueda seguir siendo un combustible de futuro en  el transporte público y para estabilizar el marco de funcionamiento de este servicio.

Pero no olvidéis que este es un esfuerzo que nos implica a todos. Yo hace ya unos meses que decidí venir andando a trabajar al parlamento Europeo y en Estrasburgo hago lo mismo o tiro de tranvía. Cuando funciona bien el transporte público es todo un descubrimiento. Contamina menos, ahorra dinero, tiempo y disgustos y es uno de esos servicios que bien gestionado es también una herramienta contra el déficit y la escalada de los precios de los combustibles.

 Me alegro que la paz que parece que alcanzamos con las manos haya propiciado que en Euskadi dejen de arder autobuses, tranvías y trenes. Quienes los quemaban, además de ejercer una faceta más de la extorsión y la violencia, atacaban directamente beneficios que nos mejoran la vida a todas y todos.

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