HAY QUE IMPEDIR YA QUE EL GAS INFLUYA TANTO EN EL PRECIO DE LA LUZ.
El Parlamento Europeo ha tramitado esta tarde una pregunta elaborada por la Comisión de Industria y presentada antes de que la crisis que ha desatado la citada invasión militar desatase un ascenso sin precedentes en los precios de la energía y en especial de la eléctrica. En ella se hace mención a la escalada de los precios de la energía a su relación con las maniobras del régimen ruso en los últimos meses para frenar el abastecimiento de este combustible a Europa y sobre las posibles medidas que pueden adoptarse a nivel europeo para mejorar el almacenamiento estratégico de este recurso y disponer de medios y procedimientos para capear estas crisis coyunturales.
Yo he solicitado esta tarde a la Comisión Europea la misma rapidez con que ha obrado frente a la pandemia y ante la invasión de Ucrania para constituir una reserva estratégica de gas y modificar el procedimiento que se utiliza para calcular el precio de la luz en el que influye de manera decisiva y desproporcionada el precio de dicho combustible. Igualmente he apostado por completar el mercado único de la energía y las interconexiones que requiere, acelerar los programas que apoyan un uso más eficiente de la energía y el impulso decidido a las renovables para acabar con la dependencia que penaliza la capacidad de Europa para soportar crisis como la que ha propiciado ataque de Putin a Ucrania. Además, necesitamos flexibilidad y comprensión con las ayudas que estados y regiones ofrezcan a ciudadanía y empresas para capear este temporal. No debemos olvidar tampoco completar el mercado único de la energía ya. Los retrasos y reticencias en la construcción de las infraestructras que deben propiciarla han sido moneda común estos años. Así ocurre por ejemplo con la unión de las redes de España y Francia. La alternativa es, simplemente, el colapso
NO me parece oportuno fiarlo todo a la constitución de una reserva estratégica de gas, aunque sea de tres meses, porque la crisis abierta tras la invasión de Ucrania anima a plantear mucho más que eso. Nuestra dependencia energética es estructural. Por eso en el corto plazo es imprescindible intervenir en cosas creo honradamente que mucho más sencillas. Para empezar la influencia que tiene el gas en el cálculo del precio de la luz debe moderarse porque las cuentas de explotación de muchas compañías demuestran que el crecimiento de sus beneficios con una demanda estancada es muy superior al alza de las materias primas que se utilizan para producir energía.
El problema está claro y hay que resolverlo con la misma rapidez con que reaccionamos ante la pandemia y para organizarnos ante la invasión de Ucrania, la consiguiente crisis de refugiados, la necesidad de apoyar a aquel país y de sancionar como merece al régimen de Vladimir Putin. El dictador post soviético trata con este conflicto de atacar mucho más que la soberanía de Ucrania. Nuestra unión ha crecido con esta crisis y seguirá haciéndolo si ataca esta crisis con contundencia y rapidez”
Igualmente y en aras a acabar con esta dependencia energética, la que ofrece capacidad de chantaje a Putin, tenemos que acelerar los programas del plan de recuperación y resiliencia que se centran tanto en la mejorar la eficiencia energética de edificios y empresas para reducir el consumo como en impulsar las renovables. Finalmente, y mientras se resuelven estas incertidumbres estados y regiones necesitan flexibilidad y comprensión. Ni la regla de estabilidad ni las ayudas de estado deben ser obstáculos para ayudar a su ciudadanía e industrias a soportar este temporal. Si queremos empleo y crecimiento la industria debe seguir abierta y produciendo, generando empleo y crecimiento, manteniendo la senda de recuperación económica. Frenarla es otro de los objetivos de la plutocracia rusa que no tiene otro argumento contra la capacidad de seducción de nuestras libertades y nuestra prosperidad que el lenguaje de la fuerza y la práctica de la dominación.
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