TRANSPARENCIA PARA ACLARAR LAS RAZONES REALES DEL RETRASO EN EL SUMINISTRO DE VACUNAS

El Parlamento Europeo ha celebrado esta mañana un debate sobre la estrategia europea de vacunación. Durante el mismo se ha puesto de manifiesto la importancia de unificar esfuerzos para acelerar la investigación, fabricación y compra y suministro de las vacunas.  Igualmente se ha insistido en la necesidad de disponer de varias alternativas de vacunación para minimizar los riesgos en el suministro y evitar que una sola compañía pudiese monopolizar el mercado.

Un problema familiar me ha impedido estar esta semana en Bruselas y participar en directo en este pleno. Pero ello no me impide expresa lo que hubiese dicho allí si las circunstancias me hubiesen permitido asistir al pleno. Creo además que es especialmente oportuno hacerlo en un momento en el que se abre una polémica, una más estéril, absurda y amnésica, en torno a las medidas que se han tomado en cada autonomía para poner en marcha la campaña de vacunación.

 Mi planteamiento es reclamar a la Comisión Europea que extreme la transparencia en las condiciones de los contratos de suministro de vacunas y el control de su cumplimiento para esclarecer las razones reales del retraso en el suministro de vacunas y prevenirlas en el futuro. Esta semana hemos vivido el primer problema de suministros. La compañía Pfizer anuncia que debe reducir temporalmente sus entregas. Pero el problema tiene su retranca. Ya sabéis que esta vacuna necesita dos dosis para considerarse que quien la recibe está plenamente protegido.

Los hechos han dado la razón a quienes, como Euskadi, reservaron viales para garantizar una segunda dosis y completar el proceso de vacunación. Euskadi no entró en la carrera de a ver quién vacuna más, porque sus autoridades y técnicos sanitarios eran plenamente conscientes de que esta vacuna se desarrolla en dos etapas. No se puede decir que se haya vacunado a nadie si no ha recibido las dos dosis. Por eso “fardar de que se habían puesto el cien por cien de las dosis recibidas era un brindis al sol. Y utilizar esa cifras en el debate político y el negocio mediático, que todo influye, era imprudente. Porque podía ocurrir lo que ha ocurrido.

Mejor no profundizar en la lamentable deriva que tiene tanto el debate público como la cobertura mediática que se hace de la crisis, porque habría mucho que decir. La primera se resume fácilmente. Si Osakidetza no hubiese reservado las dosis, medios y epidemiólogos de guardia en los partidos y algún que otro sindicalista estarían señalando la increíble imprevisión de quienes no la vieron venir. Como Osakidetza ha acertado se sigue incidiendo en que Euskadi es “la comunidad que menos vacuna” por mucho que se sepa que no se vacuna de verdad, del todo, al 100%, si no se han puesto las dos dosis.

Y que sin suministro eso es imposible y que sin reservas está claro que la semana que viene no se podrían poner las segundas dosis a casi la mitad de los que recibieron la primera. Pero es igual: oigan, somos los que menos vacunamos. Hay que consolarse porque está claro que hubiésemos sido poco menos que fusilables si no hubiésemos constituido esta reserva estratégica.

La segunda abunda en la cantinela. Porque el funcionamiento de los medios ha cambiado debido a la presión de determinadas redes sociales y la precariedad que se va instalando en muchas redacciones. En vez de afiliarse al rigor hay quienes prefieren no quedarse atrás de lo que consideran “discurso dominante”. Y se oyen análisis que serían hilarantes si no fuesen tóxicos. Disparatadas conclusiones locutadas con campanuda solemnidad, pero formuladas desde la más radical ausencia de conocimiento y el desprecio más temerario a la matemática elemental. Dejá vu. Quizá convenga recordar a los que así obran, que, para empezar, todo número absoluto sin referencias, sin comparación, no significa absolutamente nada. Pero eso suelen enseñarlo en cuatro de la ESO.

Por eso he querido obviar este aspecto triste y lamentable de los días que vivimos y centrarme en algo más positivo: minimizar incidencias en el futuro. Por eso queremos asegurarnos de que los retrasos en las entregas de estos días se deben solo a problemas de fabricación y logística y no al desvío de dosis a clientes de otras zonas del mundo que pagan más que la UE por los viales que inmunizan contra la COVID19. Sorprende en ese sentido el “ritmo” con que se vacuna a dos vueltas en Israel donde parece no haber problemas de suministro. Mosquea también la cláusula de confidencialidad que pesa sobre las condiciones de los contratos con las farmacéuticas.

Menos mal que hemos acudido a esta crisis bien pertrechados, unidos bajo el paraguas de la Unión Europea. Hay que aplaudir el éxito de la intervención europea en la política de vacunación. Sin ella en el plazo record de menos de un año no dispondríamos hoy de varias alternativas de vacunación ni tendríamos asegurada y una campaña eficaz, rápida y asequible en todos los estados de la Unión. En esta estrategia se ha incluido, además, el principio de la solidaridad a través de un mecanismo de cooperación que va a permitir que la Unión se implique en la distribución de vacunas en países terceros para contribuir a que otras regiones del mundo con menos recursos se pueda desarrollar un proceso de inmunización comparable al que se va a desarrollar en Europa. Este es un problema global y necesitamos una estrategia global, ha enfatizado.

Pero además he querido poner el acento en la transparencia para garantizar un calendario conocido y fiable para las entregas de todas las compañías. Una campaña responsable obliga cuando hay vacunas que requieren una segunda dosis a garantizar que ambas se van a administrar en plazo. No se puede hablar de vacunación si no se completa el proceso. Por eso hay que felicitar a comunidades como Euskadi que han constituido una reserva estratégica para prevenir problemas de suministro.  Los hechos han dado la razón a esa forma de hacer. Para evitar nuevos retrasos en el futuro hay que aclarar que los problemas vividos esta semana se deben realmente a nuevos e imprevisibles requisitos de fabricación y logística y no a que algunas compañías han decidido dar prioridad a quienes pagan más por las dosis. En los contratos con la UE los precios son fundamentales pero los plazos de entrega también.

 

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