S.O.S. PESCADORES

| 6 febrero 2024 | Responder

La pasada semana hemos vivido en Bruselas el inicio de las protestas que los agricultores europeos han iniciado para oponerse a algunos de los contenidos de la estrategia “De la Granja a la mesa” y sus repercusiones en la política agraria común. En el campo están bastante hartos ya de que desde el mundo urbano se les explique cómo tiene que hacer su trabajo., Y creo que especialmente les aburren e indignan las acusaciones que se realizan desde las ciudades a las repercusiones ambientales de su actividad. Un artículo publicado por el secretario general de ENBA Xabier Iraola, en forma de carta abierta a la presidenta Von der Leyen, resumía muy gráficamente el origen de este malestar. Lo mismo cabe decir de la aportación de su presidente Iñaki Goenaga relacionando la sostenibilidad económica y ambiental de esta actividad y poniendo el acento en la posición que deben ocupar los productores en la cadena de valor. Y por supuesto, subrayando que los primeros interesados en la sostenibilidad son, como no podría ser de otra manera, quienes viven directamente de la tierra.

Con la pesca pasa tres cuartas partes de lo mismo. Un montón de organizaciones muy poco trasparentes abanderan distintas campañas contra la actividad pesquera que, en resumen, confluyen en una idea: hay que pescar cada vez menos, o mejor, no hay que pescar. Discursos que olvidan en enorme esfuerzo realizado por el sector para trabajar con prácticas sostenibles, adaptar su capacidad a las posibilidades de los stocks en el mar, operar bajo estrictos sistemas de control y propiciar unas condiciones de empleo dignas. Procesos que, como está demostrado, han permitido la recuperación de especies que padecieron sobrepesca en el pasado y propicia una convivencia entre las actividades de la flota y la vida en el mar.

Esas actividades supuestamente proteccionistas llevan a cometer auténticos desmanes a autoridades más atentas, muchas veces, a la eficacia de un titular que a equilibrada protección de los ecosistemas y los sectores que viven en ellos. Por eso ayer por la noche critiqué la veda que acaba de imponer Francia e impide pescar en todo el golfo de Bizkaia para proteger a los delfines. Insistiendo en esta carrera de arbitrariedades se acrecienta el malestar en un sector cansado ya de recibir insultos y desprecios que, sumándose uno tras otro pueden estallar cualquier día en una expresión de malestar como la que vemos estos días a bordo de tractores en muchas capitales europeas.

El objetivo es loable, pero desconoce los avances experimentados en los últimos años en esta materia, ignorar las evidencias científicas y se ha decidido sin dialogo y contra y tras no consultar con un sector que invierte para evitar estas capturas incidentales. Por estas razones la decisión vulnera la PPC, perjudicará el empleo y la libre competencia y afectará igualmente al precio de muchas especies en el mercado.

No hablo de oídas. He seguido el esfuerzo realizado por el sector para evitar capturas incidentales. Soy conocedora de que no todos los barcos ni todas las artes pesqueras tienen problemas con estos cetáceos. Me preocupa la protección de una especie que ocupa su lugar en el ecosistema marino y por eso sigo el tema y hasta  organicé, en su día, un seminario sobre los avances técnicos dedicados a proteger a los delfines de las capturas incidentales . Por eso me parece lamentable que, una vez más, antes de escuchar al sector se hayan tomado decisiones que vulneran claramente los principios que inspiran la Política Pesquera Común. (PPC)

La foto de un delfín varado en la playa y envuelto en una red plástica es dramática e ilustra una situación que debe evitarse, sin duda. Pero no pueden ignorarse los esfuerzos realizados para lograrlo. Y esos datos se obtienen realizando los preceptivos estudios de impacto de una medida como la que se ha adoptado.  Además, es obligatorio, no una opción, proceder a ese dialogo en el seno de los consejos consultivos regionales de pesca concernidos. Además, hay que escuchar a la ciencia. Un estudio del instituto oceanográfico de Euskadi AZTI  acredita que los pingers, (instrumentos acústicos para alejar los delfines de las artes pesqueras en cuya mejora se ha implicado la propia comisión europea) reducen en un 90% las capturas incidentales de estos cetáceos.

Cuando se ahorran todos estos pasos, cuando se ignoran estas evidencias, cuando siquiera se escuchan las recomendaciones del Consejo Internacional de Explotación del mar se llega a arbitrariedades como la cometida con esta veda. Arbitrariedades que quedan al descubierto cuando se contrasta el relato “ecologista” con la experiencia de barcos como el “Caraba”, de Bermeo, con décadas de pesca y cámaras a bordo. Su patrón Jon Lartitegi, puede demostrar que jamás han pescado un delfín.

Estamos en definitiva, ante una clara vulneración de la PPC con efectos desastrosos para el mercado, el empleo y la libre competencia. Un ejemplo: Dos barcos ondarreses el Kaxu y el Kaxarra invirtieron en pingers y observadores para proteger a los delfines. Sus 22 tripulantes están hoy en un expediente de regulación de empleo. Los 170.000 kilos de merluza y gallo que podrían capturar no llegarán al mercado. Subirá el paro y se encarecerá la cesta de la compra.

 

Nunca veremos esta foto de la desolación, en competencia con la del delfín varado en la playa. Nunca nos explicarán los muchísimos ecologistas de salón que señalan al delfín y olvidan a los pescadores qué pasará con los trabajadores en ERTE. Tampoco les importará nada si se compensa o no y en qué cuantía a quienes se ven obligados a renunciar a su normal actividad por una medida tan arbitraria. Las flotas, en función de estado que las abandere recibirán distintas compensaciones y se generará una nueva, absurda e innecesaria distorsión en la competencia en el mercado interior. Subirá el pescado, y algunos seguirá aconsejándonos que comamos merlVza, si habéis visto bien, con V de vegetal… SOS delfines, sin duda, pero nunca con medidas decididas contra y no con el sector.

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