UNA TRANSICION JUSTA HACIA LA ECONOMIA NEUTRA EN EMISIONES NECESITA EMPLEOS DE CALIDAD
El Parlamento Europeo incluía en su orden del día para hoy un debate al amparo del artículo 162 de la euro cámara sobre las condiciones que debe reunir un empleo de calidad en una economía social de mercado competitiva y orientada al futuro, un tema planteado por el PPE. Durante la sesión la dura realidad de los infra-empleos y la definición de “empleo digno” se ha combinado con reflexiones sobre las directivas y reglamentos de la Unión que han regulado en estos años cuestiones como el salario mínimo, el teletrabajo y las condiciones de desconexión, el apoyo a las políticas activas de empleo, la negociación colectiva o los derechos de los trabajadores. El debate, por su naturaleza reglamentaria, no proponía un texto para resumir las conclusiones. Sin embargo entre las resoluciones que si se votan en este pleno se incluía un asunto relacionado con este debate, concretamente una resolución sobre el mandato de la autoridad laboral europea
Yo he querido reivindicar en el pleno las bases de la estrategia vasca para el empleo 2030 que contienen tanto los valores en que se sustenta como las medidas operativas que se están poniendo en marcha para propiciar un entorno que permita a las empresas, cooperativas y autónomos crear un empleo de calidad. Solo un sistema productivo que ofrezca empleos estables, dignos y de calidad puede competir, ser resiliente y afrontar la transformación digital y climática que ha emprendido la Unión Europea para ser la primera región del mundo neutra en emisiones para el año 2050. Adaptar la formación a los nuevos perfiles que demanda esta transición, reglas y control que impidan los abusos y el progreso de la economía social contribuyen a que este proceso de transformación sea socialmente justo.
Durante estos años he tenido multitud de entrevistas con organizaciones empresariales y asociaciones de emprendimiento social o de autónomos que son, hay que empezar por aquí, los principales proveedores de empleo. Sus responsables han coincidido siempre en considerar que, en Europa intentar competir en precio sobre la base de deprimir las condiciones de empleo no es una estrategia que pueda funcionar a medio y largo plazo. Por el contrario un emprendimiento ser resiliente y sólido, sostenible y viable si provee de bienes y servicios asequibles a personas que viven dignamente, que disfrutan de las mismas oportunidades. Por eso los empleos de calidad son el principal instrumento de inclusión social y desarrollo humano.
Como ya sabéis la economía y el sistema productivo europeos se encuentran en pleno proceso de transformación por convicción y necesidad. Los esquemas de crecimiento lineal de la economía que caracterizaron décadas anteriores son incompatibles con nuestra realidad finita. Se impone la economía circular y una auténtica revolución que debe aprovechar las ventajas que ofrece el desarrollo digital y acomodarse a las políticas que combaten el cambio climático.
Todos los expertos y los agentes concernidos destacan que completar ese proceso necesita conocimiento y competencias. También que no puede hacerse contra sino con los sectores productivos y que debe primar la tecnología sobre la ideología. Son temas que repetimos en cada ocasión que podemos hacerlo. Son principios a los que permanecen ajenos, al menos de momento algunos de los principales sindicatos vascos, anclados en una concepción decimonónica de las relaciones laborales y ofuscados por un activismo político que coloca en segundo término la defensa de los derechos de los trabajadores y pierde completamente de vista la compleja realidad que plantea la globalización a la mayoría de las empresas. Algunos de los más conspicuos dirigentes sindicales parecen ajenos a esta realidad, preocupados por la gestión y el futuro de las corporaciones que dirigen y plenamente ajenos a la viabilidad de las empresas que crean y mantienen puestos de trabajo.
La verdad es que consolidar la transformación hacia una economía neutra en emisiones es imposible con infra empleos, es verdad. Y hay que luchar contra los abusos con una reglamentación sólida y un nivel de inspecciones y control que debe mejorar. Pero tampoco podemos perder de vista que esta injusticia convive con la realidad de que el 77% de las empresas europeas declaran tener dificultades para encontrar personas cualificadas para los nuevos perfiles profesionales.
Para resolver esta paradoja yo he citado algunas prioridades. Está claro que ese “gap” entre ofertas de empleo y capacidades requiere impulsar una formación permanente y eficiente, predictiva, conectada con las necesidades reales de nuestro tejido productivo y centrada no solo en las competencias profesionales sino en las transversales. Pero además y en línea con lo que prevé la estrategia vasca de empleo 2030 hay que mejorar la gestión del talento y, esto ya es de mi cosecha reforzar la apuesta por la economía social. Un modo de emprendimiento que fija mejor los empleos al territorio y que propicia una relación de las personas con sus empleos que propicia el realismo y la corresponsabilidad y estimula la formación continua. Es imprescindible seguir mejorando las reglas que protegen los derechos de los trabajadores y el control sobre su cumplimiento. Es el modo de impedir abusos que degradan hoy el mercado laboral. Estos son los cimientos de una transición justa que será imposible mientras siga habiendo trabajadores que con jornadas de trabajo convencionales no pueden cubrir sus necesidades básicas.
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