RECONOCER EL EUSKERA ES UNA CUESTIÓN DE DERECHOS QUE FORTALECE LOS VALORES DE LA UNIÓN EUROPEA

| 19 septiembre 2023 | Responder

Esta mañana, por fin, ha llegado a la mesa del Consejo Europeo la propuesta, que formalmente debe realizar el gobierno español, para que se reconozcan a nivel oficial en la Unión europea, todas las lenguas que son oficiales en el territorio de este estado miembro. Los nervios que suelen asociarse a este tipo de reivindicaciones tienen que ver con el hecho de que algunos estados miembros tienen grandes problemas para asumir las identidades nacionales, culturas y en definitiva la diversidad que los compone. Y a la realidad de que saben que aplicando los valores y hasta las leyes de la Unión, no se puede decir que no, sin más, a esta propuesta que es, sin duda un asunto de respeto al ejercicio y disfrute de derechos fundamentales de más de cincuenta millones de europeos. Un asunto, en definitiva, de calidad del estado de derecho

Así que hemos empezado a desbarrar. Los argumentos que han trascendido para oponerse son de opereta. La respuesta ofrecida a los mismos no mejora mucho el nivel. Demuestra, en todo caso que no se comprende ni asume lo que de verdad significa esta reivindicación. Y en todo caso coloca a los estados ante la enorme contradicción de volver contra si mismos argumentos que utilizan contra quienes reivindicamos derechos nacionales para colectivos que no tienen un estado. Solemos aburrirnos de oír que los que nacionalistas españoles que nos llaman a nosotros nacionalistas “ponemos los territorios por encima de los derechos de las personas”. Aquí tenemos un ejemplo claro de este funcionamiento. Si eres maltés, como Malta es un estado miembro, tendrás derecho a que tu lengua sea oficial en la Unión, aunque la hablen 400.000 personas. Si eres vasco, gallego o catalán, no, porque no eres un estado, aunque fulmines los derechos lingüísticos de más de 10 millones de europeos.

En todo caso hoy ha sido un buen día para nuestra lengua y nuestra cultura aquí en las instituciones europeas. El asunto del reconocimiento de las lenguas cooficiales del estado español en la UE ha entrado en la agenda europea. Nuestro lema es “unidos en la diversidad”, en nuestra carta de Derechos fundamentales se prohíbe la discriminación por razón de lengua. Por eso reconocer estas lenguas hace más fuerte nuestra Unión. Oponerse a este reconocimiento o priorizar unas lenguas sobre otras, en razón de su número de hablantes, demuestra que no se entiende el fondo de esta reivindicación.

Aquí son mucho de hacer interpretaciones restrictivas de algunos conceptos, cuando los destinatarios de la decisión somos heterodoxos con el modelo decimonónico de estado nación y generosas y extensivas cuando conviene. Así ocurrió con el ejercicio del derecho de autodeterminación para propiciar la reunificación de Alemania. Sobre esas bases presentamos nosotros la semana pasada una propuesta que seguro que será congelada porque la patrocinamos europeos de segunda, nacionales sin estado.

Bien es cierto que, a veces, la aplicación literal de las palabras que suelen usar para prevenir los riesgos de la diversidad que menos les gusta, dan lugar a variopintas anécdotas. Las estrictas normas sobre el uso de tu lengua materna para colocar un mensaje en el centro de interpretación y visitantes del Parlamento europeo, Parlamentarium, me permitieron, por ejemplo, colocar el euskera en este formidable escaparate. Así celebré, en Bruselas, el día del euskera de 2012.

La decisión del Consejo Europeo de paralizar esta petición mientras se estudian las consecuencias de adoptar la propuesta y algunos de los argumentos esgrimidos para justificar esta decisión no son de recibo. ¿Tres lenguas a la vez es demasiado? Ya hemos tenido ampliaciones en las que ha habido que incorporar tres y más lenguas a los tratados. Y tenemos en ciernes otras que tendrán la misma consecuencia. La verdad no veo a la Unión diciendo a tres de los cuatro estados que se incorporen que esperen un poco para que sus lenguas sean oficiales en la Unión hacerlo de una vez es demasiado. Tampoco hay problema técnico ni económico alguno que lo impida. Es simple y llanamente un asunto de voluntad política.

En todo caso el debate abierto hoy porque va a poner blanco sobre negro el fondo del problema. La primera reacción del gobierno español así lo demuestra. Es un paso atrás porque priorizar una de las lenguas por el número de hablantes significa introducir una nueva discriminación prohibida expresamente en la Carta de Derechos Fundamentales. Pero pone de relieve que estamos ante un problema de respeto a derechos fundamentales de personas. El disfrute del mismo no puede supeditarse al número de titulares y tampoco a su condición político administrativa. La respuesta tiene tan poca consistencia que parece más un recurso para responder a una determinada coyuntura política que una comprensión y asunción de los derechos cuyo disfrute está comprometido.

Para aterrizar el debate, para acercarlo a la realidad, para evitar que ésta le pueda acabar pasando por encima a la propia Unión Europea hay que recordar que la oficialidad de las lenguas que algunos estados miembros se resisten a reconocer ha generado ya “situaciones fácticas y jurídicas que retratan a quienes oponen esta resistencia. El sistema educativo vasco emite titulaciones en euskera que son válidas en todo el territorio europeo. “Los estudiantes vascos, catalanes o gallegos que participan en un Erasmus o utilizan la plataforma europea OLS o la de currículos europass tienen el mismo derecho a disponer de estos recursos en sus lenguas que los estudiantes que hablan cualquier otra lengua oficial en parte del territorio de la Unión. Este era un caso de discriminación tan evidente que la Comisión no ha tenido otro remedio que aceptar el apoyo de las administraciones educativas que trabajan en estas lenguas y asumir que debe incorporarlas en sus plataformas”.

Tampoco ha sido una buena idea poner en marcha una especie de “insistómetro” para señalar el catalán como primer objetivo a cumplir porque son los que más empeñados están en lograrlo. No sabemos cómo habrán medido ese grado de empeño. Lo que yo sí puedo acreditar es que todos los representantes de nacionalidades estatales con estas lenguas hemos trabajado unidos y con la misma insistencia en la reivindicación de nuestros derechos lingüísticos. En concreto, esa fue mi primera aportación cuando llegue al parlamento Europeo. Además, hemos logrado involucrar en esta reivindicación a representantes de otras naciones europeas sin estado o minorías nacionales que tiene problemas lingüísticos en todos los estados miembros. Logros como aprobar el Informe Alfonsí con una abrumadora mayoría detrás, iniciativas como el Minority safe pack o este logro de las plataformas lingüísticas son un ejemplo de este trabajo conjunto. Si el parlamento Europeo aplica el discurso que realizaron sus autoridades cuando Euskaltzaindia recibió el premio “ciudadano Europeo” en 2013 estaríamos usando con plena normalidad estas lenguas en las instituciones comunitarias.

Finalmente me cuesta entender los criterios que definen lo que es noticia y lo que no lo es. En este contexto, el logro de conseguir que estas lenguas se integren en las plataformas lingüísticas de la Comisión europea, a mí me parece noticia y más en este contexto. Nadie hizo ni caso. Y menos al comienzo de este proceso de reivindicación.  El informe que hace escasas semanas presentamos con toda solemnidad en Estrasburgo analizando el caso que las instituciones europeas hicieron a las propuestas incluidas en el informe Alfonsí también me parece una noticia tremenda, porque certifica que a efectos simbólicos esta faceta de la diversidad lingüística europea puede tener un pase en Bruselas, pero hay pocas ganas de reconocerle otros efectos mucho más prácticos. A lo mejor a partir de ahora estas cosas que tanto trabajo cuestan, empiezan a interesar un poco.

 

 

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