PRAGMATISMO Y DIALOGO TAN IMPORTANTES COMO LA TECNOLOGÍA PARA DESCARBONIZAR EL TRANSPORTE AÉREO.
El Parlamento Europeo ha acogido esta noche un debate que bajo el título de “los retos persistentes en el sector de la aviación y su impacto en los pasajeros, los trabajadores, la capacidad y la seguridad” analizaba el delicado momento que vive este medio de transporte y la industria que lo rodea. La aviación fue, sin duda, uno de los sectores más golpeado por la pandemia y vive ahora, desde una delicada situación financiera, un proceso de recuperación que no acaba de devolver el número de operaciones al nivel que tuvo antes de que el COVID19 paralizase el mundo.
Además, el sector debe aportar a la des carbonización de la economía en general y del transporte en particular, siendo uno de los medios de transporte en los que la aplicación de nuevos medios de impulsión como la electricidad o el hidrógeno presenta más dificultades. Igualmente, parte de los hábitos de movilidad, especialmente los vinculados a gestiones laborales y económicas se han reducido pues el desarrollo del teletrabajo y de las reuniones digitales interactivas ha incidido en la demanda de vuelos por razones profesionales. El debate se produce cuando varias de las normas incluidas en el paquete FIT for 55 (reglamentos y directivas que pretenden reducir las emisiones en un 55% para 2030 y crear las condiciones para que la economía europea sea climáticamente neutra en 2050) que afectan al sector están en tramitación en el Parlamento Europeo.
Yo, como siempre en estos casos en los que se suelen presentar estas cuestiones como una especie de “lucha” entre la industria y los intereses económicos y el ambientalismo que las medidas legislativas y programas operativos que se están poniendo en marcha para que el sector del transporte aeronáutico se recuperar de la crisis y avance en la des carbonización solo tendrán éxito si se basan en el diálogo y el pragmatismo. La aviación es clave para la competitividad, pero también construye comunidad. Los estándares de seguridad que necesita se llevan mal con la degradación de las condiciones laborales.
Hay que comprender y asumir las dificultades que afronta el sector tras la pandemia para recuperarse de aquel golpe y de hacerlo contribuyendo a la des carbonización, y con altos estándares de seguridad que se llevan mal con la degradación de las condiciones laborales. El transporte aéreo es básico para la competitividad de la economía europea, pero también aporta convivencia y construye comunidad. Propicia a precios asequibles una libertad de circulación que nos hace plenamente conscientes y protagonistas de nuestra diversidad.
Por ello este momento, esta coyuntura puede ser una oportunidad que solo aprovecharemos si las reglas que guiarán los cambios se basan en el diálogo y el pragmatismo. Los tres ejes en los que las normas y los programas operativos de apoyo al sector deben centrarse son la innovación de la tecnología aeronáutica, la operativa y gestión de los vuelos, que siguen esperando un verdadero cielo único, y los combustibles alternativos.
Pero también he querido referirme, porque ahí está la polémica, al especial cuidado con que deben tratarse las zonas de la Unión más dependientes del transporte aéreo y he instado a que se aprovechen las oportunidades que pueden aportar al progreso de nuevas tecnologías aeronáuticas. No olvidemos que los más dependientes del transporte aéreo, las regiones ultra periféricas necesitan ver reconocida esa realidad en la regulación del comercio de derechos de emisión para el sector. Pero además hay que ir más allá. Pensemos en las conexiones internas en algunas RUPs como un laboratorio privilegiado para ensayar la potencialidad de nuevas tecnologías aeronáuticas que pueden tener allí, con plena seguridad, por rangos de vuelo, frecuencias y hábitos de movilidad sus primeras oportunidades comerciales.
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