DENUNCIAMOS LAS CONSECUENCIAS HUMANITARIAS Y ECONÓMICAS DE LA POLITICA MIGRATORIA DEL GOBIERNO MELONI
Estos días he tenido conocimiento del aplazamiento de una nueva misión humanitaria de las que habitualmente desarrolla el “Aita Mari”. Tripulación y promotores de esta misión humanitaria dedicarán el resto del año, en cuanto dispongan de los permisos de navegación, a desarrollar misiones de sensibilización y educación, pero en aguas territoriales españolas hasta que no se conozca con todo detalle la nueva política migratoria que aplicará el gobierno italiano.
El escrito mediante el que los rectores del aita mari comunican su decisión incorporaba componentes suficientes como para que presentase una iniciativa parlamentaria para alertar a Bruselas sobre las repercusiones humanitarias y económicas de la política migratoria que anuncia el nuevo gobierno ultraderechista de Italia. Al drama humanitario que supone el bloqueo de barcos que se dedican al rescate de personas se unen las repercusiones que el instrumento elegido para paralizar estas actividades puede inducir en la libre competencia del sector naval en la UE y su competitividad en todo el mundo.
El Aita Mari teme que la herramienta que utilicen las autoridades transalpinas sea la ejecución de inspecciones de seguridad desarrolladas bajo el Protocolo MoU de París (Memorandum of Understanding). La detención de buques aplicando estas reglas provocaría de manera automática un descenso de categoría de todos los buques con el mismo abanderamiento. Cuando una flta desciende de categoría y pierda la de primera categoría que hoy ostentan los barcos abanderados en España crecen los problemas. Un sector con una situación tan delicada como el del transporte marítimo ve perjudicada su capacidad para contratar fletes. Igualmente suben los costes de aseguramiento de la flota afectada. De ese modo una decisión netamente política, además de atentar contra el derecho de asilo y el pacto migratorio, impactaría de lleno en la libre competencia del sector naval europeo y su competitividad en todo el mundo.
Es lamentable que un trabajo tan necesario co mo el que realiza el Aita mari pierda efectivos y posibilidades por este tipo de decisiones. Pero vista la suerte que están corriendo barcos como el Ocean Viking o el Rise Above, con las nuevas autoridades italianas lo más razonable es la decisiòn que se ha adoptado. El aplazamiento de una nueva singladura para realizar tareas de rescate limitará el riesgo de perjudicar o devaluar la actual calificación de la flota estatal.
Estos son los argumentos que respaldan las dos preguntas que he dirigido a la Comisión Europea. La primera se centra en interesarme por las medidas que pueden adoptarse para prevenir el uso con fines políticos del protocolo MoU de París. la segunda, obvia, si estas prácticas del nuevo gobierno italiano se abordaron en la reciente visita de la nueva presidenta a Bruselas.
Yo, a la vista de las declaraciones de la propia mandataria italiana espero que una lectura completa y correcta del pacto migratorio sirva para evitar este tipo de episodios. Estamos hablando de personas en riesgo de muerte. Rescatarlas del mar cuando están en apuros es una obligación ética, humanitaria y legal. Entorpecer esta tarea humanitaria retrata a quién se empeña en resolver un problema global levantando muros para proteger su rinconcito. Encima si se utilizan políticamente determinados instrumentos pueden producirse otros efectos en cascada que afectan a sectores con graves problemas, como el del transporte marítimo. Los estados deben convencerse de que afrontar la gestión de la migración es una tarea comunitaria, una responsabilidad que hay que compartir. No es un problema de los países del sur. La mejor forma de evitar este tipo de comportamientos, que alimentan discursos populistas cuando no xenófobos o racistas es asumir las soluciones compartidas que llevamos años proponiendo desde el parlamento. Además, abrir a ciudades y regiones, el ámbito en el que se acoge e integra, los procesos de decisión y ejecución de las políticas migratorias.
Este me parece un tema central también para despejar el nubarrón con el que habitualmente se nos presentan los efectos que produce el movimiento de personas. Tengo para mí, además, que en pocos años viendo la evolución demográfica de China, puede que añoremos mañana a las personas que rechazamos hoy. Somos un continente envejecido, que necesita personas para seguir manteniendo su actual nivel de desarrollo y su posición en el panorama global. Es obvio que hay que gestionar y ordenar el enorme flujo de personas que huyen de guerras, conflictos o sencillamente del hambre. Pero es igualmente obvio, es una certeza matemática, que vivimos una crisis demográfica tan evidente como la climática. Si no tomamos medidas ayer, hoy será tarde.
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