RAZONES PARA LA ESPERANZA

| 4 octubre 2022 | Responder

ARTÍCULO PUBLICADO EN «EL CORREO» Y «EL DIARIO VASCO» EL DOMINGO 2 DE DICIEMBRE DE 2022.

 

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PUBLICADAS EN ESTE BLOG PERSONAL.

La incertidumbre marca el signo de los tiempos. El cambio climático y la transición energética, las crisis demográfica y migratoria y las causas que las impulsan, alimentan ese sentimiento. Pero a la dimensión y velocidad de los cambios que vivimos hay que añadir el empeño con el que determinadas instancias alimentan esa sensación. Así se agita el río revuelto en el que pescan populismos como el que acaba de conquistar Italia.

Este es uno de los objetivos de la guerra de Putin. La invasión pretende, hacia adentro, alimentar el sueño de la Gran Rusia. Pero hacia afuera tensa hasta el extremo la capacidad de la política y lo público para enfrentar las crisis. Compromete el prestigio cívico y fáctico de las democracias avanzadas. Y aprovecha esa tendencia que alimentan las redes sociales de sustituir la mirada general que antes lanzábamos al mundo por una mucho más estrecha centrada en “el mundo de los nuestros”. El que nos cuenta cada mañana una pantalla gobernada por algoritmos opacos que glorifican nuestros dogmas. Así se propicia la polarización, se penaliza la empatía, la solidaridad y la búsqueda de acuerdos. Se sustituye el conocimiento por desinformación.

Estamos en consecuencia ante dos retos globales, uno material y otro intangible. En nuestro ámbito la herramienta global es la Unión Europea. Enfrentar sin las herramientas necesarias, ni el enfoque adecuado la crisis financiera de 2008 nos enseñó. Fue un estímulo para mejorar su estructura y enmendar los errores cometidos.

Por eso la Unión ha sido decisiva para superar la pandemia. Ha sido clave para acelerar y universalizar el proceso de creación y distribución de las vacunas. Ha armonizado la recuperación de la movilidad y ha puesto en marcha el plan de recuperación y resiliencia. Ha sido capaz de responder con una sola voz al desafío de Putin.

El Plan de recuperación es transformador porque incluye novedades como su base financiera, el endeudamiento conjunto de todos los estados miembros. Obliga a centrarse en la des carbonización y la digitalización. Condiciona el reparto a la calidad democrática del estado que recibe el dinero.  Los fondos “Next generation” suman con iniciativas sociales como el programa SURE o el refuerzo de los sistemas de salud de los estados miembros. Avanzan los estándares sobre las prestaciones de los sistemas de seguridad social, las rentas de inserción o el salario mínimo. También un acuerdo fiscal que impida la competencia entre haciendas que destapó el escándalo Luxleaks y el esfuerzo por transformar la gestión del transporte por modos en un sistema integrado e inteligente de movilidad.

La Unión ha ganado igualmente en velocidad propiciando que adoptáramos en apenas cuatro semanas, al desatarse la pandemia, más decisiones que las que en cuatro años abordaron la crisis financiera. Y poniendo a las personas, no a los bancos, en el centro de la actuación. Así lo demuestran las medidas anti inflación que respalda Bruselas en toda la Unión, el proceso de reforma del mercado de la energía o el impulso al pilar social. Intentando que nadie quede atrás.

La conferencia sobre el Futuro de Europa basada en un incipiente proceso de participación, que tendrá continuidad, apunta más reformas que deberían mejorar los tratados. Y todo este movimiento se desarrolla bajo la batuta, con el nuevo tono, de un liderazgo femenino. La precisión y calado de los compromisos anunciados, avalados por la comentada trayectoria, la solidez técnica y la inteligencia emocional convirtieron el último discurso de Úrsula Von der Leyen sobre el Estado de la Unión en mucho más que una declaración de intenciones. La ciudadanía, según el último Euro barómetro, cree en Europa.

La Unión trabaja también en el frente de lo intangible con una vigorosa actividad sobre inteligencia artificial, protección de datos personales y ciberseguridad. Porque reforzarlas es capital para que las personas recuperen la máxima capacidad de decisión en el ciberespacio. Solo las opciones informadas, la transparencia y la igualdad pueden desmontar una de las principales amenazas contra nuestra convivencia y combatir mejor la desinformación.

Finalmente, esta crisis ha demostrado que una garantía de eficacia y el remedio contra la lejanía con la que percibimos la Unión está en lo próximo. La Conferencia para el Futuro de Europa reclama una participación de ciudades y regiones coherente con su papel en la gestión de servicios y administración de recursos. Una Unión más federal, social, sostenible y en sintonía con las realidades que sienten y los problemas que afectan a la gente que apoya el PDE EDP, Partido Demócrata Europeo, en el que se integra EAJ-PNV. En ese marco Euskadi está bien posicionada en áreas clave y con más posibilidades que nunca de seguir aportando al proyecto europeo. Razones para la esperanza.

 

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