TRABAJO COMÚN Y EVITAR REPROCHES ENTRE QUIENES NO CREEMOS EN LAS VALLAS PORQUE FAVORECEN A LA ULTRADERECHA.
Esta tarde he defendido en el pleno del Parlamento europeo en Estrasburgo que la primera y más urgente actuación que cabe como europeos frente la actuación policial que costó la vida el pasado 25 de junio en Melilla a un número aún indeterminado de personas que trabajan de cruzar allí el paso fronterizo entre Marruecos y España es una investigación independiente.
En el pleno he comentado que me parece un expresivo indicador de la gravedad de lo ocurrido el 25 de junio en la frontera hispano marroquí el hecho de que hoy, nueve días después, no haya podido homenajear aquí pronunciando su nombre a las personas, tampoco sé cuántas, que murieron allí. La ausencia de datos fiables respecto a lo ocurrido es fruto de un operativo de seguridad en el que los migrantes muertos se estrellaron con una actuación policial, a ambos lados de la frontera, que exige una investigación inmediata e independiente. Es urgente identificar a las víctimas, seres humanos como nosotros, repatriar sus cuerpos, esclarecer los hechos, depurar responsabilidades, establecer medidas de reparación y evitar la impunidad y la repetición de hechos similares.
Allí a la vista de las imágenes que hemos visto se utilizó la fuerza de manera totalmente desproporcionada, se ejecutaron devoluciones en caliente y se desarrolló una cooperación a uno y otro lado de la valla que está fuera tanto de los principios y valores europeos como de nuestras leyes sobre asilo e inmigración.
Yo admito que las fuerzas de seguridad tienen allí un trabajo muy difícil. están en el centro mismo de la quiebra de es fruto de nuestro pasado colonial y sus consecuencias económicas y sociales. Hoy hay muchas zonas del continente africano, habitado además mayoritariamente por personas muy jóvenes, es muy difícil pensar en un futuro en paz, albergar la expectativa de salir adelante. Hay además regímenes dictatoriales, algunos mandatarios corruptos que impiden cualquier intento de evolución y mejora que les apee de sus privilegios y adelgace sus cuentas corrientes. En esos mares navegan algunas operaciones comerciales que siguen manteniendo al continente en la parte más baja de la cadena de valor que nace de nuestros intercambios comerciales.
Por eso hay demasiada gente con poco o nada que perder. Jóvenes que aspiran a vivir con los niveles de certeza y seguridad de que disfrutamos aquí. Personas que comparan y asumen el riesgo de perder lo más valioso que tienen, la vida en el intento de llegar hasta nuestra prosperidad, antes que malgastar sus oportunidades en un espacio en el que tienen muy poco que hacer. La guerra e ucrania y la hambruna que puede provocar, el cambio climático que afecta ya a cosechas y cultivos auguran que el flujo de personas dispuestas intentar otra cosa, a saltar la valla, a embarcar en una patera seguirá aumentando. El que piense que eso lo podemos solucionar solo con controles de frontera, no es consciente de la dimensión del fenómeno.
Por eso, además de insistir en la investigación y poner el foco en esa medida de corto plazo he querido apostar por reforzar la cooperación a medio y largo plazo con África y por incrementar el trabajo en común y evitar reproches entre quienes sabemos que las vallas no son la solución porque solo benefician a los ultraderechistas que las señalan como única estrategia. Yo he insistido por eso dos cuestiones que deberían activarse de inmediato a raíz de este gravísimo incidente. Hay que profundizar, ha dicho, en la cooperación a medio y largo plazo. La “visión común 2030” surgida de la última cumbre África-Unión Europea es un buen punto de partida que hay que completar corrigiendo, con unas relaciones comerciales más justas, el resultado económico y social de nuestro pasado colonial.
Mientras esta estrategia da sus frutos necesitamos además otras dos cosas, una política y una actitud. La primera pasa por reforzar la ayuda humanitaria y prevención para que no se reproduzcan estas masacres. Pero además necesitamos más trabajo compartido sobre inmigración. En otro día en una emisora de radio trataba de romper una lanza por esta vía de entendimiento recordando que ningún demócrata puede abrazar o defender postulados racistas. No podemos poner en duda, en una coyuntura como esta, que un presidente de gobierno o un ministro son racistas, inhumanos. Pueden cometer errores, pero creo firmemente en sus principios humanistas. Por eso los reproches entre quienes sabemos que la solución no son solo las vallas solo benefician a los ultraderechistas que las señalan como única estrategia. Porque, esos si chapotean a placer en ese barro que hace olvidar a muchos que esas personas desesperadas que mueren, en el desierto, en el mar, al pie de la valla, son seres humanos.
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