COLABORAR EN LA VACUNACION EN TODO EL MUNDO ES UNA OBLIGACION ETICA Y SANITARIA
Esta mañana, antes de regresar a Euskadi, he participado en sendos debates sobre el papel que puede jugar Europa en la lucha contra la COVID en américa latina y sobre la situación generada en Bolivia tras la detención de la ex presidenta Jeanine Añez. Regreso porque ha llegado mi turno y Osakidetza me ha convocado para recibir la primera dosis de la vacuna, que me inyectarán en el hospital de Gernika. No he tenido ninguna dificultad para cerrar mi cita por internet. En el chat mediante el que nos encontramos las amigas de la cuadrilla han ido apareciendo mensajes con la noticia que estábamos todas esperando: nos toca la vacuna. Excepto una de nosotras que es personal sanitario de primera línea y que ya recibió su vacuna hace meses, las demás esperábamos este momento con ilusión, esperanza y ninguna duda y hemos recibido con horas de diferencia la invitación de Osakidetza para coger cita. Todas nos vacunaremos con el preparado que nos toque pues tenemos plena confianza en la eficacia de este medicamento inmunizador.
Y es que la clave para superar la pandemia está en las vacunas. Y no solo en las nuestras. Por eso mi primer mensaje en el debate de esta mañana ha sido que colaborar con otras regiones del mundo en los procesos de inmunización es una obligación ética pero además sanitaria. Ninguna región del mundo debe sentirse totalmente segura porque disponga de un elevado porcentaje de personas vacunadas o alcance la llamada “inmunidad de rebaño” mientras en otras áreas la pandemia siga causando estragos. En este caso la solidaridad, la empatía y las medidas de apoyo a los que menos tienen, además de ser una exigencia ética y moral, son una obligación y una necesidad para todos.
En la resolución que hemos debatido sobre la situación creada por el COVID 19 en América Latina se repasa el impacto de la pandemia allí, analiza los problemas que presentan los sistemas de salud en muchos estados latinoamericanos y el desigual nivel de acceso a los cuidados en toda la zona y hace un llamamiento para que la respuesta a esta situación se desarrolle mediante “una estrecha cooperación entre OMC, la OMS, las instituciones de la ONU y el Banco Mundial, imprescindible para afrontar la crisis y ser solidarios”. En la resolución se analizan específicamente las acciones con las que puede contribuirse desde la UE a acelerar los procesos de vacunación.
Yo he apoyado un enfoque global de la situación, porque nuestra actuación allí debe de ir mucho más allá de cooperar en las campañas de vacunación. Acelerar las campañas de inmunización es imprescindible, pero la pandemia nos ofrece una oportunidad única de ayudar a todos los estados de la región a mejorar sus sistemas de salud, hacerlos más inclusivos e integrar en la red de cuidados a comunidades indígenas, población cuasi nómada obligada por circunstancias políticas o económicas a migrar o personas que simplemente se encuentra fuera del sistema por razones económicas o administrativas.
Para conseguirlo hay que destacar el reciente refuerzo europeo al mecanismo COVAX de solidaridad en el reparto de vacunas. Hay que completar este impulso propiciando la transferencia de tecnología a los estados de la zona que tengan capacidad para producir vacunas para promover la fabricación allí y reforzar así el suministro de viales desde terceros países. Igualmente he apoyado el mecanismo de contraste de falsas informaciones sobre la pandemia puesto en marcha con ayuda comunitaria porque las fake news y especialmente las actitudes negacioncitas de algunos de los mandatarios de la zona, como las que protagoniza en Brasil su presidente Bolsonaro ayudan objetivamente a la expansión del virus y multiplican su letalidad. Desde luego el mandatario brasileño ha salido muy malparado en las duras intervenciones que le hemos dedicado muchos de las y los oradores.
Junto a estas acciones específicas en el ámbito de la salud hay medidas económicas y financieras que deben arbitrarse para que los estados de la zona puedan soportar mejor el impacto de la pandemia sobre su déficit y niveles de deuda en un momento en que deben aumentar el gasto público. Hay que fortalecer las operaciones del FMI para apoyar la liquidez en estos países y prorrogar la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda (ISPD) del Grupo de los Veinte (G20). Reestructurar la deuda en esta situación, plantear una visión de largo plazo es imprescindible para evitar incumplimientos de pago y permitir a los países más castigados poner en marcha planes de recuperación con viabilidad y justicia.
Bolivia
En la misma sesión hemos analizado también la situación creada en Bolivia tras el arresto de la ex presidenta Jeanine Áñez. Como era de temer la implicación en el debate de muchos eurodiputados elegidos en España ha ayudado a que la política local se haya colado en la sesión. Pero si una se pone fríamente a pensar en lo que ocurre allí, trata de hacerlo con cierta ecuanimidad y, sobre todo, piensa en posiciones que puedan ayudar a desenredar aquel tremendo nudo sabe que solo un proceso de mediación internacional que se ponga al servicio del diálogo puede ayudar. Es lo que necesita la sociedad del país andino para superar la actual situación de crispación y polarización.
Cuando las posiciones se enconan hasta extremos máximos, cuando la discrepancia y el debate político tratan de reprimirse en los tribunales, la mediación, el apoyo de los organismos internacionales especializados en resolver conflictos es imprescindible, algo que deberñia reconocerse también en conflictos que sacuden la propia Unión. Pero ese tipo de mediación necesita unas condiciones mínimas para tener éxito.
Asumir el relato de las organizaciones internacionales sobre la situación que condujo a la injerencia del ejército y la policía en la vida política del país puede ser una buena base. De allí salió el último acuerdo de calado alcanzado en el país, para celebrar las elecciones de 2020. Asumida esta base común debe aceptarse el inapelable resultado de las mismas y reconocer la plena legitimidad de las actuales autoridades. Solo así la mediación externa podrá ayudar a que se aclaren todas las vulneraciones de derechos humanos cometidas, se garanticen los derechos de todas las personas que resulten investigadas y se restaure la confianza de todos en el sistema.
Persistir en la polarización, alimentar los bloques, dividir, nunca sumará. Y es muy posible, como vemos en por ejemplo en otros lugares, que ayude a las posiciones más reaccionarias a invisibilizar y soslayar la pobreza, la desigualdad y la exclusión, las verdaderas bases del problema boliviano.”.
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