LA NUEVA POLITICA AGRARIA COMÚN (PAC) FUNCIONARA MEJOR CON PLANES REGIONALES.
Esta semana el tema de más calado que hemos abordado en el pleno del Palamento europeo ha sido el debate sobre los tres reglamentos que cambian de arriba abajo la política común más veterana y mejor dotada presupuestariamente de la Unión europea, su política agraria común. Popularmente, como el acrónimo es pronunciable, aquí le llamamos la PAC. Esperemos que en los próximos años las tentaciones recentralizadoras que anidan entre los altos funcionarios de algún ministerio no consigan añadirle una “o” al final. Porque como se resistan a que las regiones puedan participar en la elaboración y gestión de los planes la PAC se convertirá en PACO, el que viene con la rebaja de las competencias que atribuye el Estatuto de Gernika a Euskadi en materia de Agricultura. Y encima no cumplirá la misión que tiene encomendada. Voy a tratar de explicaros de qué va este asunto.
La nueva PAC es una reforma en profundidad del sistema anterior. Acaba con el esquema de pilares y se resume en tres reglamentos. El primero establece las normas para elaborar los nuevos planes estratégicos estatales y fija, en consecuencia los objetivos de la nueva PAC. El segundo determina las normas de financiación, gestión y seguimiento de las acciones que desarrollen los objetivos generales. Finalmente, una tercera pieza legislativa crea y define la gobernanza de una organización común de mercados de productos agrícolas, ámbito en el que nuestros principales objetivos han sido fortalecer y modernizar las capacidades de intervención en las crisis de precios y propiciar que los productores ganen posiciones en la cadena de valor.
Personalmente considero que este sistema es mejor en cuanto permite adaptar mejor los programas a la muy diversa realidad del sector en Europa. También porque cambia la lógica del sistema. Ahora se va a controlar que se cumplan los objetivos que se persiguen. Con esas dos premisas claras creo que el sistema funcionará mejor si se estructura sobre la base de planes regionales. Los reglamentos aprobados lo permiten pues animan a los estados miembros a que respeten su distribución competencial interna al aplicarla.
De hecho hay dos artículos que insisten en esta idea con toda claridad. La nueva PAC permite que los planes estratégicos tengan dimensión regional. Lo dice con esa claridad. Otro artículo, al principio del proceso era el 94.1 ahora hasta que salga el texto con todos los cambios no lo sé, anima a los estados a que elaboren los planes estratégicos respetando su marco jurídico e institucional. Es normal. El cambio ya va a ser suficientemente complejo como para que haya cambios en las cosas que ya funcionaban.
El estatuto de Gernika es claro y terminante en materia de agricultura y fue, de hecho el primer bloque de competencias que se puso en marcha. Los primeros decretos de transferencias fueron precisamente los relacionados con el bloque de agricultura. Frente a la desconfianza con que se abordaba la negociación de cualquier otro tema, hasta que no llegó al ministerio Carlos Romero, el ministro que no viajaba en avión (en plena negociación del ingreso de España en la entonces CEE) las cosas fueron como la seda. Nuestro sector era pequeño y ni la más calenturienta mentalidad podía atisbar allí peligro alguno para la sacrosanta unidad de la patria.
El cambio de modelo profundiza además en la sostenibilidad, la calidad y el conocimiento, es más amable con las producciones de calidad y empodera a las asociaciones de productores.En los objetivos que se marcan en el primer informe, el que marca las normas para elaborar los planes estratégicos, el green deal, el pacto verde europeo, ha dejado su impronta y algunas de las enmiendas aprobadas han acentuado esa tendencia.
Por eso no puedo sino compartir la filosofía de fondo de la nueva Política Agraria Común que será más útil que la anterior porque cambia radicalmente su estructura de funcionamiento y sus métodos de seguimiento y control. Ahora desde Bruselas se han fijado unos objetivos generales, los que van a apoyarse con las ayudas. Los estados miembros deben transformarlos en planes estratégicos que acerquen el planteamiento general a la enorme diversidad que tiene el sector en la Unión. Este movimiento simplificará además los procedimientos y reducirá las cargas administrativas. El control se centrará además no solo en la ejecución presupuestaria, sino en el avance que observe cada territorio en los objetivos que se persiguen que deberán cuantificarse y detallarse en los planes estatales.
Si bien el texto aprobado en el primer reglamento habla de planes estatales para ordenar la ejecución de la nueva PAC sus objetivos se cumplen mejor a base de planes regionales. La nueva PAC pretende ajustarse mejor a la diversidad del sector en Europa, establecer una relación directa entre ayudas y resultados obtenidos y apostar por la sostenibilidad. Si queremos de verdad adaptar esta política a la realidad y acercarla a los usuarios, Euskadi de acuerdo con nuestro Estatuto, en coordinación con el estado, debe elaborar y gestionar su propio plan estratégico. No queremos que por la escuadra de la nueva PAC nos cuelen el gol de la recentralización. Si la filosofía es adaptar mejor la Política Agraria a las peculiaridades de cada territorio, este es el camino.
La nueva PAC apuesta por “una agricultura más verde y amable con sectores como el vasco que apuestan por la calidad y la sostenibilidad. Además, apoya a los jóvenes agricultores a establecerse, empodera a las mujeres del sector y ayuda a los “nuevos agricultores”. Personas de más edad, están decidiendo en los últimos años cambiar de vida y montar sus propias explotaciones. Hay que apoyar esa apuesta que es, además, una transferencia de talento y conocimiento.
Para que esta PAC funcione hará falta seriedad en el control, rigor en las inspecciones y transparencia en la evaluación. Celebro que vaya a generalizarse el control satelital que ya ha destapado algunos fraudes en algunos estados de la Unión. También abogo por la transparencia de la propiedad de las explotaciones y de los titulares de las ayudas. Finalmente, hemos apoyado el empoderamiento de las organizaciones de productores, la potenciación de las cadenas cortas de comercialización porque harán ganar posición a los productores en la cadena de valor y más transparencia hacia los consumidores. La carne, es carne, los vegetales, vegetales. Y ninguna etiqueta puede inducir a error en un asunto tan claro. Por eso lamentamos que hayan decaído algunas propuestas que apostaban por impedir que algunos transformados vegetales puedan venderse con denominaciones propias de productos tradicionalmente cárnicos. Eso de hamburguesa vegetariana, la verdad…
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