POR UNA UNIÓN CON MÁS PRESUPUESTO Y AUTONOMIA FINANCIERA
El Parlamento Europeo ha debatido esta tarde un proyecto de decisión del Consejo Europeo sobre el sistema de recursos propios que permita tanto elevar la cuantía del presupuesto europeo como mejorar su estructura financiera. En la actualidad solo el 15% de los ingresos que lo financian provienen de tasas europeas. La “parte del león”, el 73% se obtiene mediante aportaciones de los estados miembros que contribuyen mediante un cálculo que relaciona la renta nacional bruta del estado en cuestión y la conjunta de la Unión Europea. La tercera fuente proviene de una pequeña parte del IVA que se recauda en los estados miembros. Por esta vía se completa el 12% restante.
La crisis generada por el COVID y la necesidad de lanzar y financiar un ambicioso proyecto de recuperación ha animado un debate que ralentizaban los estados miembros y que tiene tres objetivos de acuerdo con los que señala esta propuesta de decisión. El primero es “generar fuentes adicionales, preferiblemente «frescas» e independientes de ingresos para el presupuesto de la Unión, con el fin de facilitar la financiación de un marco financiero plurianual más ambicioso y con visión de futuro”. Además, se trata de “generar beneficios conjuntos de las políticas y valor añadido europeo en áreas como la contaminación medioambiental, la tarificación de las emisiones de carbono, el cierre de brechas fiscales, la armonización de la fiscalidad de las empresas y la captación de otras bases impositivas móviles”. Finalmente se pretende “atenuar el predominio de los recursos propios basados en las aportaciones de los estados aumentando así la autonomía de los ingresos del presupuesto de la UE y superando la percepción del presupuesto de la Unión como un sistema de transferencias fiscales”.
Este es un tema crítico para fortalecer la Unión europea si nos creemos de verdad este proyecto. Por eso he ratificado esta tarde nuestro compromiso con unas instituciones europeas con más recursos propios que les otorguen más autonomía financiera respecto a las aportaciones de los estados miembros. El objetivo es que el presupuesto europeo alcance al menos el 2% del PIB comunitario. Nosotros creemos que este paso es imprescindible para que los estados piensen menos en lo que recuperarán sobre lo que aportan y más en las inversiones comunitarias que, allá donde se produzcan, beneficiarán a toda la Unión europea.
Esta forma de pensar se llama en la jerga comunitaria “principio del justo retorno” y plantea enormes problemas a la hora de negociar el marco financiero plurianual y los presupuetos de cada año. Lo peor es que además hace perder de vista a muchos el concepto de “valor añadido europeo”. Aportan ese valor los programas que apoyen lo que apoyen en cualquiera de los estados miembros, fortalecen toda la Unión y a las inversiones que tienen esa misma virtud. Un ejemplo que ponemos siempre es la Y vasca. Es ridículo hacer lecturas sobre lo que significa ese proyecto si no se entiende que está inserto en un proyecto más amplio, las redes transeuropeas de transporte.
Lo está porque su finalización es crítica para acabar conm un cuello de botella entre estados miembros, añadir posibilidades de combinación de modos de transporte, reducir congestión y emisiones, etc. Solo adquiere todo su sentido leído en esos términos. Por eso algunas de las críticas que se oyen sobre estas inversiones carecen por completo de sentido. Y por eso mismo hay un compromiso europeo de apoyar financieramente estos trabajos.
Por eso nos parece necesario insistir hoy en que la Unión en la que creemos necesita mucho más que manifestaciones genéricas de adhesión, para seguir fortaleciéndose, para jugar el papel determinante que le pedimos frente a crisis como la de los refugiados, retos como el cambio climático o coyunturas como la pandemia y sus crisis sanitaria y económica.
Solo con una unión potente, con más independencia financiera respecto a los estados podremos impulsar con más contundencia y eficacia las acciones que tienen valor añadido europeo, como el fondo europeo de recuperación y resiliencia. Y podremos hacerlo cargando este esfuerzo no en la ciudadanía sino en las actividades transnacionales de contaminación o actividades de multinacionales tan complejas de capturar estado a estado”.
Por esas razones en el programa electoral de la coalición CEUS en la que concurrimos a los pasados comicios europeos propusimos que el presupuesto comunitario alcance al menos el 2% del PIB europeo. También que se exploren vías para obtener más recursos propios, vía operaciones en marcha, como la implantación de una tasa sobre las transacciones financieras o nuevas fórmulas como utilizar s tasas verdes, vinculadas a la actividad de las tecnológicas o el resultado de las multas que impone la comisión a los estados. Por eso, porque creemos en Europa y porque sabemos que construirla necesita mucho más que palabras, ha concluido, apoyamos esta iniciativa.
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