IÑIGO URKULLU, LA GARANTIA

Euskadi interesa en Europa. Y no es casualidad. Cuando nos miraban hace treinta años veían un país sumido en una dura crisis industrial y azotado por el terrorismo. Pocos daban un duro por nosotros. Entonces hubo unas personas, unos equipos y una organización política, el PNV, que asumieron el liderazgo de una sociedad que necesitaba confiar en sus capacidades, en lo que sabía hacer. Hoy, treinta años después hemos conseguido darle la vuelta al país gracias al liderazgo, muchas decisiones certeras, y nuestras instituciones de autogobierno. Hemos sido capaces de poner estos tres resortes al servicio de un desarrollo económico con desarrollo social. Así salimos de una tremenda crisis. Y así vamos a salir de la que ha provocado esa pandemia.

He tenido la suerte de vivir desde Bruselas y Estrasburgo esta historia que tanto me recuerda a la del “patito feo” en los once años que llevo trabajando para que Europa se siga construyendo con Euskadi dentro y que en Euskadi se siga mirando hacia Europa. Aquí han seguido con respeto e interés esa historia de éxito. Por eso cuando en Bruselas se habla de Euskadi se habla bien. Se nos considera un socio fiable. Iñigo Urkullu, nuestro lehendakari, es otro eslabón de la cadena de líderes que han guiado esta transformación. Por eso, como ocurre con Euskadi, nuestro lehendakari tiene prestigio en Europa. Y nadie duda que va a seguir poniendo su seriedad, solvencia y compromiso al servicio de Euskadi para volver a salir adelante. Por eso apoyo y votaré a Iñigo Urkullu para que siga siendo lehendakari de Euskadi.  Euskadi Zutik!!!. Por eso un nutrido grupo de lideres internacionales apoya a nuestro lehendakari en esta campaña.

Eso es lo que conté durante la pasada campaña electoral a las elecciones europeas. Una historia que bauticé como “historia de la secta”. Una historia que puede ilustrarse con miles de ejemplos. Hay algunos que me llena de orgullo por lo que significaba cuando se produjeron, cuando aún la violencia seguía entre nosotros. Aquí tenéis a la comisaria de innovación hablando bien de Euskadi. O al de empleo explicándole a un eurodiputado español, por qué las cifras de paro en Euskadi son mucho más bajas que las del resto del estado. La clave es la opción que tomó Euskadi en su momento sobre su modelo de desarrollo para la calidad y cantidad del empleo. Incluso en sectores como el turismo nos han llamado desde Europa interesados en algunas experiencias únicas.

Por no cansar, me animo a compartir aquí parte de una reflexión que publiqué en Deia el pasado mes de marzo al hilo de la publicación en Bruselas de los resultados del informe sobre los principales retos socio económicos que afrontan los Estados Miembros. Son datos recientes, que confirman que seguimos bien. Los informes por países analizan cuatro dimensiones: la sostenibilidad medio ambiental, la productividad, la equidad y la estabilidad macroeconómica. Generan además una serie de orientaciones en el marco del semestre europeo para cumplir los Objetivos Europeos de Desarrollo Sostenible.

En el capítulo dedicado al Estado español, nuestro Basque Country no recibe sino elogios. En todos los capítulos críticos, Euskadi aparece mencionada para bien. Es, junto con Cantabria, la región que presenta menos abandono escolar temprano. Euskadi destaca también por la positiva situación de su mercado laboral en relación con el entorno y es, junto con Navarra, la que presenta menos riesgo de pobreza y exclusión. Igualmente destaca por su modelo y por la dotación económica de su Renta de Garantía de Ingresos, subrayando el positivo efecto que ha tenido sobre el mercado laboral. Euskadi es, junto con Madrid, la única comunidad del Estado con ratios de competitividad por encima de la media europea. También presenta, junto a Madrid y Asturias, el mayor nivel de titulados superiores. En cuanto a los procesos de innovación, el informe concluye que las políticas que los favorecen están concentradas en tres lugares: no se sorprenderán si digo que Euskadi es uno de ellos, junto a Cataluña y Madrid. Finalmente, Cataluña y Euskadi son las únicas comunidades que han implementado criterios para favorecer la contratación verde.

Esta es la base de la buena imagen que Euskadi tiene en Bruselas, junto con la solvencia de su sistema financiero, la salud de sus cuentas públicas y la estabilidad de sus instituciones. Un país que necesita seguir reduciendo el paro, mejorar la calidad del empleo, subir salarios, seguir avanzando en transición energética, en innovación… pero que cuenta con una ciudadanía y unas instituciones que saben, por experiencia, lo que les va en no acomodarse. Han llegado hasta aquí trabajando, considerando cada mejora como la condición necesaria para seguir adelante y no morir de éxito en la economía global en la que hay que competir.

Por eso, nuestro pequeño país aparece en la prensa internacional como la mejor región del sur de Europa para invertir. Por eso, lo ponen en Bruselas como ejemplo por iniciativas tan ultraliberales como los programas de participación de los trabajadores en el capital de las empresas, su sistema de Formación Profesional, sus servicios sanitarios, sus servicios de seguridad, la transparencia con la que trabajan sus instituciones, su potente red de economía social, la pujanza de su tercer sector o la renta de garantía de inserción, nuestra RGI, ejemplo aquí y demostración de que Euskadi tenía un bagaje en este campo muy anterior a la puesta en marcha del salario de inserción. También organizaciones vascas y ciudadanos han conseguido el premio ciudadano europeo llevando cuestiones como ejemplos vascos de europeismo, reconociendo la atención a las personas con necesidades especiales, o el cuidado y desarrollo del euskera a nivel europeo.

Son hechos que confirman que estamos en el buen camino y que hay que profundizar en las políticas que los han propiciado. Son realidades que colocan en su sitio, ayer y hoy, a quienes consideran los buenos datos malas noticias. Porque retratan la distancia que existe entre lo que venden y lo que desmiente una realidad tozuda de la que, sin caer en la autocomplacencia, podemos sentirnos legítimamente orgullosas y orgullosos porque es fruto del empeño por salir adelante de la inmensa mayoría de vascos y vascas.

Estamos en una situación muy difícil, pero no era menos complicado el país que recuperamos en 1980, cuando comenzamos a disponer de herramientas de autogobierno. Lo he contado muchas veces. Éramos una ruina industrial. Hoy tenemos un tejido industrial potente, diversificado, internacionalizado y en vanguardia mundial. Tenemos un sistema de protección social que no se parece en nada al que funciona en nuestro entorno. Y eso se plasma en unas cifras que son abrumadoras. Aquí comparto un informe del instituto nacional de estadística que podría muy bien leerse como el resultado de los exámenes a los que las diferentes fuerzas políticas llevan presentándose en estas décadas. Creo que los resultados de esta encuesta que reflejan las condiciones de vida en el estado español hablan por si mismas.

Si las cosas hubiesen ido peor nadie tendría ninguna duda de quién es el responsable. Como las cosas han ido bien, como hemos protagonizado una evolución que llama la atención en Europa en las más difíciles condiciones entonces se pretende olvidar o discutir el liderazgo que ha hecho posible esta enorme mejora. Una mejora que valora la ciudadanía cuando puntúa sus servicios públicos y cuando vota. Por eso todos los sondeos pronostican que la ciudadanía va a seguir confiando en esta forma de hacer.

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