CONTRA LOS RECORTES EN EL PRESUPUESTO EUROPEO QUE AUSPICIAN LOS ESTADOS

Esta tarde en la sesión atípica que nos ha obligado a celebrar el “coronavirus” he tenido la oportunidad de denunciar el truco que hay detrás de los recortes en el presupuesto europeo que trata de impulsar el Consejo Europeo sobre el marco financiero plurianual que se adivinan en las conclusiones de su reunión extraordinaria del pasado 20 de febrero. La conducta de los estados es tremenda. Afortunadamente no pueden imponer los recortes porque en esta materia el Parlamento Europeo tiene codecisión. Sin presupuesto, sin herramientas, sin instituciones europeas sólidas es más fácil endosar a Europa las responsabilidades, los errores y la inacción de los estados.

El Parlamento Europeo ha dedicado esta tarde un debate a las negociaciones del Marco Financiero plurianual, que determina el nivel de gasto de las instituciones comunitarias durante los próximos siete años. El Brexit ha sido utilizado en estas rondas negociadoras como argumento para incorporar drásticos recortes que podrían afectar a partidas claves para las políticas comunitarias. Entre ellas se citan las que financian las políticas agraria y de pesca común o las que deben apoyar la transición energética y productiva a través de programas de innovación y respaldo a la industria. Igualmente se verán afectados programas sociales y de cohesión en otra serie de recortes que abarcan desde el FEDER o el Fondo Social Europeo.

Yo he querido recordar en este pleno que la acción pública para ser creíble y eficaz necesita proyectos y voluntad política, liderazgo y presupuestos. Los problemas a los que tratamos de responder desde la Unión, el cambio climático, la transformación de nuestro modelo productivo y energético, la transformación de la energía lineal en circular, la crisis de la inmigración, necesitan una acción concertada. Y sin un acuerdo razonable para este marco financiero plurianual dejamos a las instituciones europeas sin herramientas.

Estamos ante un asunto constitucional que tiene varios componentes., El primero la posibilidad que ofrece la regla de la unanimidad para que unos pocos puedan imponer sus posiciones al resto. la segunda el tipo de debate que se da en las negociaciones de este marco. La mayor parte de los estados están ofuscados con el principio del “justo retorno”. parce que el objetivo final del proceso es poder decir a sus ciudadanías que reciben más de lo que aportan. O que aportan no demasiado más de lo que reciben. Mientras no pensemos en el valor añadido que pueden generar las inversiones que se impulsan desde la Unión complementando o apoyando acciones coordinadas vamos fatal.

Los prejuicios que estas prácticas causan a la Unión son así tremendos. El más grave es que resulta muy fácil, cuando un problema nos supera echar la culpa de todo a Bruselas. Claro, sin presupuesto, sin herramientas, sin instituciones europeas sólidas la inacción, los errores propios, la incapacidad para llegar a acuerdos las miserias y los egoísmos nacionales son más fáciles de endosar a la Unión Europea. Afortunadamente el Parlamento Europeo tiene en esta materia poder de decisión junto al Consejo Europeo y ha advertido que “el parlamento no va a aceptar un mal acuerdo”.

 

 

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