OTRO AVISO PARA LOS QUE MIRAN PARA OTRO LADO…Y VAN…
Estos días estamos celebrando en el Parlamento Europeo las audiencias con los candidatos a Comisario que ha propuesto la Presidenta Von der Leyen, un asunto que atrae toda la atención pero que no impide que la maquinaria parlamentaria siga su rumbo. De hecho, seguimos trabajando en expedientes y aprobando iniciativas de indudable valor político como la que salió adelante en el último pleno en torno a la memoria histórica europea.
La buena noticia es que en el último pleno hemos aprobado una resolución sobre memoria histórica europea que apela expresamente en su artículo cuarto a “evaluar moral y jurídicamente” estos crímenes y “llevar a cabo investigaciones judiciales sobre ellos” e insta a “instituciones y agentes de la Unión” a que hagan “todo lo posible para asegurarse de que estos hechos “sean recordados y llevados ante los tribunales”.
Este texto vuelve a propinar otro sonoro bofetón a la actitud de la justicia española y de algunos de los poderes públicos de este estado en torno a las víctimas del franquismo. la impunidad de que gozan en España los victimarios de este régimen genocida es un caso único en el panorama europeo. Por eso tanto el parlamento en esta y otras resoluciones, como el Consejo de Europa o las Naciones Unidas han dedicado demoledores informes a esta actitud sin que sus señorías se den por enteradas.
Y tienen razones para hacerlo, porque los contenidos de estos informes deberían hacerles reflexionar. Y porque ya es la segunda vez que, de una manera rotunda, el propio parlamento europeo realiza un expreso llamamiento en el mismo sentido. En efecto el informe sobre derechos fundamentales en la Unión de 2015 ya detectaba y denunciaba este problema de impunidad (art 63). Este segundo llamamiento hace más urgente si cabe corregir la reiterada tendencia de la administración de justicia española a interpretar la “Ley de Amnistía” como ley de punto final en contra de las recomendaciones en sentido contrario emitidas en reiteradas ocasiones tanto por el Consejo de Europa como por las Naciones Unidas.
Vivimos en la unión momentos de incertidumbre. Aunque la amenaza populista parece menos intensa que hace un año, siguen presentándose a las elecciones en distintos países partidos que defienden soluciones viejas, trasnochadas y fracasadas para tratar de dar respuesta a problemas cada vez más complejos. Siguen pensando en sociedades controlables, homogéneas, supremacistas y excluyentes. Si algo caracteriza cada vez más nuestro mundo es su extrema diversidad y la necesidad de respetarla y entenderla. La Unión entendió eso desde su fundación y predica el lema “unidos en la diversidad”.
El populismo simplista de los Abascal, Le Pen y compañía avanza justo en sentido contrario. Genera una comunidad de buenos y elegidos que tiene no solo el derecho, sino la obligación de imponerse y desterrar de la vida social y pública a los otros, los diferentes. los que no comulgamos con las absurdas ruedas de molino que venden. Las que llevaron, en el siglo pasado a Europa a guerras fratricidas globales. Recordar esta forma de no pensar, de enfrentar, de impedir la convivencia fomentando la exclusión y sus resultados es la mejor manera de evitar que se repitan estas catástrofes.
Por esa razón en el último pleno del Parlamento Europeo y con motivo del ochenta aniversario del comienzo de la segunda guerra mundial se organizó un debate sobre memoria democrática que ofreció resultados tan interesantes como el que acabo de comentar. Yo soy por carácter y convicción, posibilista. El texto de la resolución tenía algunos contenidos que no comparto. Critica radicalmente el estalinismo y apoyo cada palabra que la resolución dedica a este régimen genocida. pero no mezclo los delirios del gran líder con el sufrimiento de la ciudadanía rusa. Cerca de veinte millones de personas de esa nacionalidad murieron en la segunda guerra mundial combatiendo el nazismo. Por eso hablar de amistad nazi-soviética en esta resolución, como indicaba muy acertadamente Ernest Urtasun, uno de mis colegas en el grupo de memoria Histórica no es precisamente un acierto.
Por eso yo me quedo con lo que aporta la resolución, que creo que es mucho para quienes venimos defendiendo que la impunidad de que gozan en España los crímenes del franquismo es una anomalía en Europa.
En los últimos años el grupo sobre memoria que trabaja en el parlamento europeo del que formo parte, ha acompañado a numerosas asociaciones de víctimas del franquismo a presentar quejas ante la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo centradas precisamente en la impunidad de los crímenes franquistas y el efecto que esta negativa a investigarlos judicialmente tiene sobre miles de familias que siguen buscando a sus familiares en cunetas o fosas comunes. Igualmente ha visitado diversos espacios de memoria entre los que destacan el llamado “Valle de los Caídos” o el Pazo de Meirás, una dinámica que continuará en la presente legislatura.
Esta nueva resolución contra la impunidad añade más sentido aún a estas quejas y obliga a la Comisión de Peticiones a escuchar a quienes las presentan. Del mismo modo espero que, tal y como se expresa en la resolución, agentes e instituciones de la Unión cambien su actitud y comiencen a recibir y escuchar a estas asociaciones de víctimas que son un testimonio vivo de que este problema no es un asunto del pasado. A día de hoy decenas de miles de personas tienen grandes problemas para recuperar los cuerpos de sus familiares represaliados. A día de hoy se condecora a victimarios, se les invita a actos de homenaje y se impide que se investiguen judicialmente sus trapacerías ante el asombro y la indignación de muchas víctimas que desde la dignidad ponen en evidencia tanta desvergüenza.
Esta vergüenza contrasta y mucho, con la hiperactividad y la imaginación con que algunos jueces y fiscales se inventan golpes de estado, episodios de violencia y supuestos riesgos de fuga. Contrasta con la desfachatez con que se fuerzan las leyes para tratar de convertir, un conflicto político en un asunto penal. “Igualico, igualico que el difunto el agüelico” como decía aquel remedo caricaturesco del rey micénico Agamenón que habitaba en la cuadra de la editorial Bruguera.
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