SANCIONES PARA ANIMAR A DANIEL ORTEGA A QUE DEJE DE IMITAR A «TACHO» SOMOZA EN NICARAGUA
Ayer por la noche tuve la ocasión de participar en un debate sobre la crisis que vive Nicaragua desde que, en mayo del año pasado, las protestas por la reforma de la seguridad social desataron una ola de represión contra opositores políticos, estudiantes, ciudadanos y periodistas que ha ocasionado ya centenares de muertes y mantienen prisión a cerca de ochocientos presos políticos.
Organizaciones tan poco sospechosas como Amnistía Internacional están reportando que existen sospechas más que fundadas de que se estén produciendo ejecuciones extrajudiciales con conocimiento del presidente. La sospecha de que hay una persecución organizada y sistemática para eliminar la disidencia política toma cuerpo y abre el camino para considerar lo que está ocurriendo en Nicaragua como crimen de lesa humanidad.
Por eso ayer por la noche, durante el debate apoyé, en línea con la resolución que hoy vamos a aprobar, la implicación del servicio exterior de la UE y las diplomacias de los estados miembros para acabar con la crisis de Nicaragua. La aplicación de sanciones contra los miembros del gobierno implicados en la represión de opositores y la activación de la cláusula democrática del acuerdo de asociación entre la UE y centro américa son algunas de las acciones sugeridas para intentar que el sandinista Ortega deje de parecerse tanto al dictador Somoza que contribuyó a derrocar.
No acabo de entender cómo es posible que Daniel Ortega haya hecho los suficientes méritos en el ámbito de la represión y el recorte de libertades para que se le pueda comparar a Anastasio Somoza. No tiene sin duda el hoy para mi dictador nicaragüense el pedigrí fascista y plutarquico de la familia Somoza, que saqueó el país durante más de un siglo. Pero resulta incomprensible que uno de los jefes de la revolución sandinista que contribuyó a acabar con el régimen criminal de Somoza se haya convertido en una fotografía tan parecida a la de esta repugnante saga de reyezuelos. Por eso, con la única intención de animar a esas personas a reflexionar me ha parecido fundamental utilizar esta intervención parlamentaria para poner opositores de ayer ante el espejo de su degradación de hoy. ¿Anastasio Ortega o Daniel Somoza?
Había que escuchar ayer a mi colega Javier Nart, tan implicado en aquella lucha por la libertad que resultó herido en Nicaragua, confirmar que la inmensa mayoría de los miembros del consejo nacional sandinista que acabaron con la dictadura de Somoza son hoy opositores al régimen de Javier Ortega. Habló con la legitimidad y el conocimiento de causa del que fue, estuvo y conoció. Y dejó a la altura del barro al diputado Pimenta que, desde la extrema izquierda europea y hablando absolutamente «de oídas», soltó el rollo habitual de que Ortega es una víctima del imperialismo yankee y que se ve obligado a hacer las barbaridades que hace porque hay muchos norteamericanos agitando el país, organizando revueltas, algaradas y hasta golpes de estado. Entonces él, para defender a su pueblo del imperialismo mata nicaragüenses, pero eso si, con toda la delicadeza de que es capaz. Me recuerda a las burradas que dicen en España los ultraderechistas de Vox que cuando hablan de Franco dicen que «mataba disidentes con amor«.
Por eso ayer yo también denuncié que la violenta represión que aplica el gobierno de Nicaragua a sus críticos, la expulsión de testigos incómodos es una estrategia planificada para destruir la oposición. Los actuales gobernantes, dije, aplican hoy a sus conciudadanos los métodos de Somoza. Los que ellos combatieron. La dureza de la represión que aplica ha sido personalmente comprobada por los miembros de la misión parlamentaria que visitó el país en enero.
Por estas razones considero que es hora de actuar y ayer, en línea con la resolución que vamos a aprobar esta mañana, he animado a que el servicio exterior de la Unión y los estados miembros intervengan para tratar de poner fin a esta crisis. El servicio exterior de la Unión y los estados miembros deben poner en marcha un procedimiento gradual de sanciones que, sin afectar a la población, señalen y penalicen a los miembros del gobierno implicados en vulneraciones de derechos fundamentales. Es hora además de invocar la cláusula democrática del acuerdo de asociación entre la Unión y Centro América para suspender a Nicaragua.
Espero que la situación se resuelva. Hay que ser activos en la búsqueda de la paz. Pero si continua la represión igual tenemos que escuchar que son las sanciones, que ahora empezamos a plantear, las que han degradado la situación. es lo que dice otro gran dictador, Nicolás Maduro. Aquí está la demostración de que como en aquel caso eso es mentira. porque las sanciones que se empiezan a tramitar son consecuencia de las vulneraciones de derechos fundamentales que está protagonizando el régimen de Daniel Ortega.
Una salida duradera a esta crisis para por la apertura de un diálogo nacional. Pero para emprenderlo hace falta antes que se ponga en libertad a los presos políticos y acabe la represión, el acoso, espionaje y la persecución. Hay que restaurar las libertades fundamentales. Condiciones indispensables para empezar a dialogar.
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