MAS QUE PALABRAS. LA IGUALDAD SE DEMUESTRA EJERCIENDOLA

Estas semanas, como sabéis, el asunto de las políticas de igualdad está en la agenda informativa con más intensidad que de costumbre por el pacto al que han llegado el PP y Vox para otorgar a este partido la presidencia de la junta de Andalucía pese a que los socios formales de los primeros con los parlamentarios de Ciudadanos. Un vodevil que daría para una comedita de humor político si no fuese porque las monedas de cambio no son cualquier cosa. Perjudican, degradan y atacan las políticas de igualdad, estrategias clave para combatir sus peores efectos, como la violencia contra las mujeres o las políticas de memoria histórica, en una zona de España particularmente castigada por la represión franquista. Sufren también valores y principios democráticos generales de los que hemos identificado siempre con el progreso, la libertad y la democracia. Precisamente esta tarde hemos tenido un acto junto al hemiciclo en Estrasburgo para denunciar este pacto y lo que supone.

Por si alguien cree que esta insistencia es innecesaria, el acto de esta tarde se ha producido a menos de cincuenta metros del salón de plenos del Parlamento Europeo. Un lugar en el que, esta mañana, se ha producido una de esas imágenes que ilustran mejor que mil palabras con que naturalidad asumimos la desigualdad. Esta mañana hemos tenido un solemne debate sobre el veinte aniversario de la puesta en marcha del euro. Aquí podéis seguir el desarrollo de la ceremonia. Acto brillante, emotivo, necesario, europeísta, pero…desigual. Porque las seis personas elegidas para subrayar las bondades de la moneda única, para poner prólogo al himno a la alegría con el que se han cerrado las alocuciones eran, todos ellos, hombres.

No he podido menos que llamar la atención a todo el pleno sobre la paradoja que supone que este error se haya cometido justo un día después de que el pleno del parlamento debatiese ayer y aprobase hoy una resolución sobre la integración de la orientación de género en las actividades del Parlamento Europeo. Creo que esto merece una reflexión.

Ayer comentaba durante el debate sobre este informe que me parecía una importante apuesta por el método pedagógico por excelencia para frenar la desigualdad. Un procedimiento que resume muy acertadamente la frase “predicar con el ejemplo”. Porque en dicho informe se proponen medidas concretas para que las instituciones europeas sean un ejemplo en materia de igualdad no solo por lo que dicen, sino por lo que hacen. Por eso incorporar más conocimiento, evaluar de manera sincera y honesta lo que hacemos hacia adentro e impulsar otra forma de hacer con compromiso político y presupuestario para fomentar la paridad es básico para convertirnos, de verdad, en un referente fiable y con plena legitimidad.

La reflexión que se defiende y las medidas que se concretan en esta propuesta son una necesidad. No son un capricho. Porque en los escaños del Parlamento Europeo no hay una representación equilibrada entre hombres y mujeres. Porque tampoco se observa esa paridad en la selección y nombramiento de las personas que dirigen la administración parlamentaria. Porque seguimos registrando algunos incidentes de acoso en los que la componente sexista, en concurso con el abuso de poder, restan legitimidad al esfuerzo que hacemos con informes y legislación para hacer desaparecer los efectos de la desigualdad. Porque seguimos fallando en aspectos básicos de nuestra comunicación institucional. Yo misma tuve que escribir al presidente del parlamento porque la representación icónica de la ciudadanía europea que protagonizaba una campaña muy visible que se colocó en la plaza de Luxemburgo era básicamente masculina. Y hoy he tenido que volver a intervenir, esta vez ante el pleno para subrayar que, justo el día que aprobábamos u informe que nos compromete a evitar este tipo de errores hemos cometido un de dimensión internacional.

Estos hechos demuestran que, en el Parlamento Europeo, aquí también, están representados los problemas que el sexismo produce en ámbitos como el laboral, el de los derechos sociales o el de la seguridad.Por eso tenemos que convertir las propuestas concretas que hemos aprobado en realidades. Solo así estas decisiones propiciarán que el Parlamento Europeo se erija en referente de igualdad, otra de nuestras misiones institucionales. La desigualdad es fruto de unos valores interiorizados en muchos subconscientes. Es fruto de estereotipos que impulsan a muchas personas a considerar normales situaciones aberrantes. Esta misma mañana lo hemos comprobado en este acto de celebración del aniversario del Euro.

Impulsar el cambio necesita de la actitud comprometida de cada uno de nosotros, que desmonte estos esquemas trasnochados a base de propuestas, actuaciones y resultados. En definitiva, referencias creíbles. Iniciativa, coherencia y continuidad de nuestra actuación institucional. Esperemos que el populismo de ultraderecha que quiere devolvernos al pasado, que defiende abiertamente la desigualdad y minusvalora la violencia de género no consiga en las próximas elecciones convertir este proyecto en papel mojado.

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