DOS AÑOS MAS, PARA QUE LOS ESTADOS PUEDAN ADAPTARSE MEJOR AL FIN DE LOS CAMBIOS DE HORA
Esta semana he presentado mis enmiendas al informe sobre la directiva que decretará el fin de los cambios de hora. En mis aportaciones propongo conceder dos años a los estados para que puedan adaptarse mejor a la nueva situación. Creo que fijar en 2021 el final de los cambios propiciará que la decisión final que adopte cada estado sobre su horario definitivo se realice con el máximo nivel de información, participación de los sectores más afectados y coordinación con el resto de los miembros de la Unión.
He realizado estas aportaciones tras recoger información procedente de especialistas en diferentes materias como transporte, logística, medio ambiente, energía y sanidad. Precisamente es la existencia de evidencias cada vez más claras del impacto que estos cambios tienen sobre la salud humana un aval más que suficiente para apoyar el final de estos cambios de horario entre verano e invierno.
Como se recordará la fijación de horarios diferentes para estas estaciones comenzó a adoptarse en algunos estados europeos durante la primera crisis del petróleo en la década de los setenta del siglo pasado. Con la progresiva consolidación de la Unión Europea acabó dando origen a una directiva para coordinar estos cambios que data de 2001. La revisión de esta norma, que aboga por el final de los cambios, se produce con el aval de una consulta pública en la que participaron más de cuatro millones de europeos. Un 84% de los participantes apostaron por acabar con esta práctica.
Vista la información disponible considero irrenunciable acabar con estos cambios de hora estacionales porque no se justifican por razones económicas o medio ambientales y por la aparición de evidencias cada vez más sólidas del impacto que tiene esta práctica sobre la salud humana. Pero tenemos la obligación de propiciar que este proceso se desarrolle con los máximos niveles de información, coordinación y eficiencia. Eso va a requerir de muchas horas de diálogo y negociación para que la decisión definitiva que adopte cada estado sobre el horario que regirá en su territorio no genere disfunciones en el funcionamiento del mercado único. A la vez hay que propiciar que todos acompasen del mejor modo posible su decisión con sus horas de sol”.
Ya sabéis que los husos horarios dividen el planeta en sentido longitudinal, mirando la bola del mundo en vertical, mientras que los intereses de los estados en torno al aprovechamiento de las horas de luz solar tienen más que ver con su latitud, (división horizontal) con su condición de países más al norte o más al sur. En las posiciones que han avanzado algunos estados miembros esta posición geográfica es muy relevante a la hora de tomar decisiones.
Este y otros factores como la necesidad de profundizar en la información disponible sobre una cuestión tan importante como el impacto de los cambios sobre la salud son claves, a la hora de tomar decisiones. Resolver las posibles disfunciones y problemas de coordinación que pueden aparecer solo es posible con mucha información, mucho trabajo técnico y diálogo. Por eso consideramos que, adoptada la decisión fundamental, el fin de los cambios, hay que ejecutarla con la máxima eficiencia y seguridad.
Finalmente y dados los tiempos que corren en los que el populismo, la ambición por impactar más que por resolver problemas y el cortoplacismo están tan de moda, hay que apostar firmemente por la prudencia y la serenidad. Creo que ambas son buenas herramientas para alejar de un asunto tan visible e importante como este de esa forma de hacer. Quiero recordar que en el estado español fue un dictador como Franco quien para subrayar su proximidad con la Alemania de Hitler alineó los relojes de toda la península con los del país germano. Esperemos que no surjan en este debate, puramente técnico, tentaciones de llevarlo por otros derroteros. Contra esa tentación la mejor vacuna es el diálogo y la prudencia.
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