QUIENES NO FIRMEN EL CONVENIO DE ESTAMBUL NO DEBERIAN SER MIEMBROS DE LA UE
El Parlamento Europeo ha acogido esta mañana un debate destinado a explicar la situación en que se encuentra la aplicación del convenio de Estambul en la UE un año después de que las instituciones comunitarias firmasen su adhesión al mismo. Como se recordará este instrumento del Consejo de Europa reconoce las agresiones machistas como una vulneración de los derechos fundamentales y plantea medidas para prevenir, criminalizar y perseguir penalmente este tipo de comportamientos. En este momento diez estados miembros de la UE siguen sin ratificar este convenio. Entre ellos Bulgaria que ostenta este semestre la presidencia rotatoria del Consejo Europeo
Yo he defendido en este debate la idea de que oponerse a la firma del Convenio de Estambul no cumple ni los valores fundacionales de la Unión ni los contenidos de la Carta de derechos Fundamentales de la Unión que al estar en los tratados es de obligado cumplimiento en todo el territorio de la UE. Igualmente he apostado por que ningún nuevo estado pueda adherirse a la Unión sin ratificar previamente este instrumento internacional contra la violencia sexista.
Tengo razones para lanzar esta reflexión No se como un gobierno puede negarse a suscribir el más importante instrumento de trabajo en el ámbito internacional contra la violencia sexista. Un documento que incorpora medidas preventivas y penales para acabar con esta lacra. No entiendo esta negativa, al menos si quien se niega a ratificar el Convenio cree en los valores que nos unen. Al menos si aplica en su territorio los principios de la Carta Europea de Derechos Fundamentales. En consecuencia, es hora de preguntarse si un estado que no firma este convenio pueda pertenecer a la Unión. Y desde luego es hora de plantear que ningún estado que aspire a integrarse en la Unión pueda hacerlo sin haber firmado previamente este Convenio.
Recordando los datos de la primera encuesta que a nivel europeo se hizo sobre la incidencia de los delitos sexistas en los estados de la Unión me ha parecido oportuno subrayar que la expresión más dramática de la desigualdad es la violencia de género. Y el Convenio de Estambul es el primer instrumento internacional para combatir de manera efectiva las agresiones machistas que causan al año más víctimas, muertos y heridos que el terrorismo.
La incidencia de los crímenes sexistas en Europa es de tal calibre (una de cada diez mujeres ha sido víctima de algún tipo de violencia sexual desde los 15 años, una de cada veinte ha sido violada y una de cada cinco ha experimentado violencia física) que si hubiésemos guardado un minuto de silencio en este pleno por cada víctima de la violencia machista registrada en la última década tendríamos que haber estado callados cinco días completos”. Me parece que semejante agujero negro, semejante silencio genera una denuncia estruendosa que debería avergonzar a todos los que, a base de mentiras, buscan excusas para no enfrentar el problema de estereotipos y dominación en que se basan las agresiones sexistas.
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