DAR UNA OPORTUNIDAD A LA IGUALDAD, QUE «LO OTRO» LO CONOCEMOS.
Hoy me ha parecido simbólico, interesante, un buen recurso de comunicación emplear en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York un remedo de la famosa estrofa del “Give Peace a chance” de John Lennon para defender que la incorporación de las mujeres en condiciones de igualdad a los medios de producción de alimentos de todo el mundo es una de las claves de la viabilidad del planeta.
Hoy junto con mi colega Angela Vallina hemos presentado en Nueva York el informe que aporta el Parlamento Europeo a la 62 Asamblea de la Comisión de la ONU para el Estatuto de la Mujer, dedicado al empoderamiento de las mujeres en el medio rural que incorpora aportaciones procedentes del Estatuto Vasco de la Mujer Agricultora. Este documento fue aprobado por el pleno de la Euro cámara el pasado uno de marzo. Hemos realizado este viaje acompañadas por varias componentes de la Comisión de Igualdad del Parlamento Europeo y hemos mantenido ayer y hoy diversos encuentros con organizaciones y entidades que trabajan al amparo de las Naciones Unidas en programas de empoderamiento femenino. El programa incluía un encuentro con el secretario general de la Organización, Antonio Guterres que se ha celebrado esta mañana (hora local N.Y.).
La desigualdad entre hombres y mujeres ha demostrado, durante muchos siglos que además de injusta es ineficiente, origina problemas como la violencia de género y lastra el desarrollo y el crecimiento. Nuestra aportación en esta Asamblea de las Naciones Unidas ha consistido en proponer un catálogo de medidas para empoderar a las mujeres allí dónde más mujeres trabajan y donde más marginación sufren: en el medio rural de todo el planeta. Centenares de experiencias acreditan que cuando las mujeres acceden a los medios de producción en las mismas condiciones que los hombres esos lugares sin futuro ni esperanza de los que huyen miles de personas sin nada que perder se convierten en comunidades con futuro. Por eso dar una oportunidad a la igualdad e implicar en ella a los hombres, ayudarles a liberarse del rol que les limita, es una manera de dar contenido, de explicar cómo podemos darle una oportunidad a la paz, acabando con el hambre, la pobreza y la desesperanza, verdaderas incubadoras de todos los conflictos.
Los datos son claros. Las mujeres realizan en el medio rural las dos terceras partes del trabajo, reciben el 10% de las rentas del trabajo y solo poseen el uno por ciento de los medios de producción mientras que siete de cada diez personas hambrientas son mujeres o menores. Esta marginación es fruto del aprendizaje, es una creación social. Y produce grandes males no solo en términos de Derechos Fundamentales, de Justicia y Democracia, sino también en resultados económicos. Porque se calcula que el acceso de las mujeres a los medios de producción en el sector primario en las mismas condiciones que los hombres tendría un impacto positivo, directo y relativamente rápido sobre la productividad del sector de más de un 30%.
Por eso promover la igualdad en el medio rural es una necesidad y una obligación si queremos promover una verdadera revolución en la dirección que precisa el mundo. Cuando el hambre mata, cuando no hay expectativas claras de sobrevivir en un territorio, cuando millones de personas nada tiene que perder, se producen movimientos migratorios que solo puede resolverse en origen, eliminando las causas que generan la desesperación. Hay experiencias en todo el mundo que avalan que es fundamental en este cambio el papel de las mujeres empoderadas, emprendedoras, propietarias de medios de producción, con acceso a la financiación, a los procesos de decisión, gestoras de cadenas de transformación y comercialización. Por eso hay que apoyar a las miles de mujeres rurales que llevan siglos acumulando conocimiento sin que les dejen convertirlo en valor.
Las aportaciones que el Parlamento Europeo ha presentado en esta 62 asamblea van en consecuencia en esa dirección y plantean desde medidas generales como intensificar el trabajo contra la violencia contra las mujeres y especialmente contra prácticas como los matrimonios forzados o la mutilación genital o avanzar en la formación, la educación y la dotación de servicios sociales universales y gratuitos para propiciar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Además medidas específicas para empoderar a las mujeres como actores sociales y económicos en el medio rural. Entre ellas figuran también un Estatuto de la Mujer Profesional en el medio rural como el que ya está en vigor en el País Vasco que facilite el acceso a la propiedad y titularidad o cotitularidad de las explotaciones y a los sistemas de seguridad social, vías específicas de financiación para impulsar nuevas actividades y productos; Una formación específica que incorpore habilidades digitales y modernice y dé otra dimensión al papel femenino en la creación de nuevos productos y su comercialización o su plena incorporación a los procesos de decisión en organizaciones públicas y privadas.
No estamos hablando pues solo igualdad o de medio rural. Hablamos de sostenibilidad, de justicia social, de estabilidad, de esperanza. Hablamos de talento y de capacidad en marcha, de igualdad de oportunidades. Y oponemos la esperanza que generan los datos de las mujeres en marcha contra un modelo, el de la dominación, el de la sumisión, el de la subordinación, el de la desigualdad, el de los hombres en guardia, que produce sociedades y arroja datos mucho peores.
TEXTO COMPLETO DE LA INTERVENCION
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