A LA ONU A APOYAR EL EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES DEL MEDIO RURAL

Ayer aprobamos en el Parlamento Europeo el informe que va a ser la contribución  que la Unión realizará este año al principal foro intergubernamental dedicado a promocionar la igualdad y el empoderamiento femenino: el Comité de las Naciones Unidas sobre el estatus de las mujeres. Las instituciones comunitarias deben garantizar la plena participación del Parlamento y su Comisión de Mujer e Igualdad en su 62 asamblea, dedicada este año a mejorar la situación de las mujeres que viven en el medio rural y poner especial  atención a su acceso a las nuevas tecnologías y los  medios.

He colaborado muy estrechamente en este informe con mi colega Angela Vallina, con la que viajaré a nueva York para defenderlo el próximo 20 de marzo ante las Naciones Unidas. Agradezco su talante, ideas y entusiasmo para trabajar juntas en un informe que también agradece y saluda las aportaciones de todas y todos los que han trabajado con nosotras. Creo que por primera vez en la historia de la humanidad hay un movimiento potente y generalizado en favor de la igualdad que queremos ayudar a progresar con trabajos como el que hoy presentamos.

La Unión quiere asumir un papel protagonista en el impulso y fortalecimiento de un proceso que es justo, democrático y social y económicamente rentable. Es por eso mismo bueno para la humanidad en su conjunto y especialmente relevante para cumplir los objetivos del milenio entre en los que ocupa un lugar principal la lucha contra el hambre, la pobreza y la marginación. Y en ese proceso las mujeres, su empoderamiento, su posición en pie de igualdad con los hombres es determinante. Y lo es particularmente en el medio rural en el que las mujeres de todo el mundo están llamadas a jugar un relevante papel si se propicia que sus capacidades y aportaciones se visibilicen y proyecten plenamente sobre las actividades productivas.

La igualdad es, en teoría un tema que preocupa a todos. Pero el Parlamento Europeo en el resumen que repartió sobre los asuntos destacados del pleno en el que hemos aprobado este documento no lo incluyó en el apartado de “destacados” y lo introdujo en “otros temas” porque expresamente se lo pedí. De otro modo no hubiese aparecido. Era un tema condenado a ser debatido a última hora de la noche. Como acabó en el orden del día de uno  de los miniplenos que celebramos en Bruselas, hablamos sobre este asunto a las once de la mañana.

Como tenía tiempo para explicarme elegí para mi primer turno un tono educado, correcto, pero frío. Desgrané medidas, propuestas y estadísticas. Pero La violencia contra las mujeres, la discriminación, la desigualdad merecen un tratamiento de choque. Por eso en el pleno hablé a mis colegas de Ifé, una mujer que se asomó un día en mi blog personal en una entrada que dediqué a condenar el violento asesinato de  una mujer como ella. La asesinada se llamaba Ada, sin hache,  sin suerte, sin varita mágica…

Ifé es una mujer subsahariana. Durante tres años seguidos lloró y se desesperó mientras trataba de sobrevivir en el primer mundo, mientras ahorraba para buscar un futuro mejor en el tercero. Porque aunque su piel brillante, tersa, negra, reflejaba a veces el neón su cada día eran las lámparas rojas que señalizaban su calvario.

Era la semioscuridad. Era el contrato de bailarina que le permitió obtener un permiso de residencia. Era la siniestra coreografía de la dominación, del abuso, de la falta de respeto, de la deshumanización. Eran los billetes que guardaba. Y eran los que le quitaba aquel delincuente tras cada noche de “servicios”.

Ifé lloró mucho. Pero cada lágrima le recordaba que la alternativa era casarse a los 12 años, con un hombre mucho mayor elegido por su padre, pegón grosero; Sufrir una espantosa mutilación para convertirla en un objeto, al servicio del señor de la casa; Recorrer diariamente decenas de kilómetros encorvada bajo el peso de quince litros de agua; Respirar humo tóxico para transformar lo que aquí pasarían por desperdicios, en la única comida del día; Arar la tierra con las uñas. Parir unos cuantos hijos y ver morir a la mitad. Pasar hambre. Sufrir poco a poco, la pérdida de los dientes, del brillo de los ojos, las grietas en la piel. Apagarse. Acabar arrinconada, a los 24 años, como un mueble desvencijado, inservible. Un mundo justo, humano, con valores, sigue ofreciendo a muchas mujeres rurales, como Ifé la terrible disyuntiva de elegir entre lo malo y lo peor.

 

No se me ocurrió otra manera para sacudir alguna conciencia que recordar esta historia, real. Como la vida misma. Este informe es un grito de rebeldía contra esa realidad y un intento por cambiarla. Conseguirlo es una responsabilidad de todas y todos.

Actualmente en el mundo desarrollado, pero especialmente en los países en vías de desarrollo, las mujeres sufren una discriminación particularmente intensa en el medio rural. Informes de las Naciones Unidas estiman que cambiar esta situación incrementaría la productividad del sector primario en más de un 30% un progreso imprescindible para atender las previsiones de crecimiento demográfico para las próximas décadas. Por eso este informe plantea condiciones básicas para acabar con la discriminación y medidas específicas centradas en el medio rural y el acceso a nuevas tecnologías y medios de comunicación, siguiendo el guion propuesto por las Naciones Unidas. Entre las condiciones generales, intensificar el trabajo contra la violencia contra las mujeres y especialmente contra prácticas como los matrimonios forzados o la mutilación genital.

Además avanzar en la formación, la educación y la dotación de servicios sociales universales y gratuitos para propiciar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Un objetivo lastrado ahora por un evidente desequilibrio en el reparto de las tareas vinculadas a la logística doméstica y los cuidados de niños y personas mayores.

Para propiciar en el mundo rural el desempeño profesional femenino apostamos por un Estatuto de  la Mujer Profesional en el medio rural como el que y está en vigor en el País Vasco. Sus pilares básicos son el acceso a la propiedad y titularidad o cotitularidad de las explotaciones y a los sistemas de seguridad social. Igualmente el establecimiento de

vías específicas de financiación para impulsar  nuevas actividades y productos; Una formación específica que incorpore habilidades digitales y modernice y dé otra dimensión al papel femenino en la creación de nuevos productos y su comercialización; La progresiva incorporación de las mujeres a los procesos de decisión tanto en el ámbito público como en el sector privado incluyendo desde las instituciones a las organizaciones de productores cooperativas y empresas de producción y transformación y una recopilación de datos estadísticos, sistemática y homogénea que permita evaluar los resultados de las políticas en pro de la igualdad completa este catálogo de medidas.

 

Estamos convencidas de que la consolidación de un estatuto de la mujer profesional en el ámbito rural que impulse, reconozca y proteja esta equiparación es una conquista no solo de las mujeres sino de la humanidad. Y esto va a ser especialmente visible si esta verdadera revolución en favor de la justicia y la igualdad se acelera en los países en vías de desarrollo.

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