LO RECAUDADO POR PEAJES DEBERIA INVERTIRSE, OBLIGATORIAMENTE, EN CARRETERAS MÁS SEGURAS
Esta tarde, hemos dedicado un espacio en el pleno del Parlamento Europeo a la seguridad vial. El autor de este informe titulado “Salvar vidas: impulsar la seguridad de los vehículos en la UE” ha hecho un gran trabajo porque las medidas planteadas son completas y realistas y porque abogan por incorporar el principio de prevención a la inversión en infraestructuras, el diseño de los vehículos y el comportamiento de los conductores. Solo así podremos llegar a 2050 sin víctimas mortales a causa de accidentes en la carretera. Actualmente más de 25.000 personas fallecen anualmente en la Unión a causa de este tipo de siniestros y cerca de 120.000 resultan gravemente heridas.
Mi aportación en este debate ha estado orientada a defender dos principios que pueden contribuir a reducir la siniestralidad en la Unión Europea. El primero es el principio de que las recaudaciones por peajes que se produzcan en las carreteras europeas se inviertan obligatoriamente en mantenimiento y tecnificación de las carreteras para contribuir a la seguridad vial. Solo las inversiones que incorporen este objetivo deberían contar con ayuda europea.
Este es un asunto crítico, porque los recortes que se han vivido en los presupuestos de muchos estados han producido un deterioro perceptible en la red viaria europea y porque ese deterioro, además de afectar a la seguridad ha tenido una gran influencia también en el empleo. Y en un tipo de empleo en el que la mano de obra de cualificación media-baja, es insustituible.
Los responsables de buena parte de las empresas de construcción, y así pude comprobarlo recientemente en una entrevista con los responsables de la Confederación Española de empresas del sector, se quejan, no sin razón, de que el suyo es uno de esos sectores que ha soportado los costes e la crisis como casi ningún otro, que ha visto reducida su actividad y en consecuencia su empleo de manera drástica. Sin embargo, dada la naturaleza de su actividad, la dimensión de las empresas y el funcionamiento de ese mercado no ha dado lugar ni a protestas que hayan visibilizado esta realidad ni a planes de reconversión que alivien y traten de paliar el particular calvario que han vivido.
Por eso considero justo que se garantice que al menos las inversiones para mantener las carreteras estén garantizadas especialmente cuando se cobran peajes supuestamente destinados a afrontar los costes que genera el desgate por uso en estas infraestructuras. Así lo he defendido hoy y así lo defenderé en reformas de normativa europea sobre movilidad que vienen como por ejemplo la de la Euroviñeta. También creo que tanto la fiscalidad que se aplica sobre los vehículos como las tarifas de los seguros deben estar obligatoriamente ligadas a sus equipamientos de auxilio a la conducción y o a las condiciones de diseño centradas en la seguridad vial.
Formación y tecnología son herramientas imprescindibles para mejorar la seguridad vial. Pero hace falta más. Un complemento a las sanciones que se aplican por incumplir las norma de tráfico. Un estímulo proactivo como sería vincular de manera decisiva la fiscalidad de los vehículos y las tarifas que paguen por los seguros a las condiciones de seguridad de los mismos. Para ello se antoja imprescindible avanzar en estándares que permitan definir en toda la UE el alcance, funcionamiento y garantías de los dispositivos de asistencia a la conducción y las novedades en el diseño de vehículos centradas en mejorar la visibilidad y el efecto de posibles impactos.
La tecnología propiciará que las carreteras europeas puedan ir incorporando dispositivos que, con la tecnología disponible ya no son ciencia ficción. Por ejemplo diseñar e invertir en señales de limitación de velocidad o bandas de separación de carril o límite de la carretera capaces de interactuar con los vehículos y limitar así el efecto de factores como distracción, somnolencia etc. sobre el deterioro de la seguridad vial. Pero el dinero que destinen los usuarios a circular por esas vías mejores, más seguras, debe estar destinado a financiar esta transformación. Finalmente he defendido que sería definitivo que estos parámetros se incluyan en los requisitos que debe cumplir una inversión en carreteras para contar con apoyo europeo.
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