LA LUCHA CONTRA LA BRECHA SALARIAL COMIENZA EN CASA
Hoy, en vísperas de la celebración del día internacional de la mujer trabajadora hemos dedicado un debate en el pleno del Parlamento Europeo al problema de la brecha salarial. Yo he abogado por empezar a luchar contra esta consecuencia de la desigualdad mejorando la conciliación y la corresponsabilidad en cada hogar y por asignar responsabilidades en empresas y sector público por mérito y capacidad sin que el género penalice. Resolver estos problemas que empiezan por las actitudes personales de todos y cada uno de nosotros, es el primer paso para combatir esta lacra.
La Euro Cámara ha escuchado esta tarde una comunicación de la Comisión y el Consejo Europeos sobre las medidas a implementar para avanzar en la eliminación de estas diferencias retributivas. Para incidir en la necesidad de progresar en las actitudes personales me ha parecido obligado lamentar que en el debate solo hayan intervenido cuatro hombres. Uno de ellos en una intervención simplemente alucinante lo haya hecho para insultar a todos los que le escuchábamos, al justificar la existencia de estas diferencias retributivas sobre la base de una menor capacidad de las mujeres para realizar algunos trabajos.
Por eso creo que insistir en que el necesario cambio comienza por cada persona es fundamental. Os pongo aquí, porque no tiene desperdicio, el incidente entre el eurodiputado polaco que se llama Janusz Korwin-Mikke (presidente de un partido que se llama como él, partido Korwin) que tras escuchar la intervención de mi colega Iratxe Garcia utilizó una figura reglamentaria que llamamos aquí «tarjeta Azul» (hacer una pregunta directa al que acaba de hablar sobre lo que ha dicho que puedes aceptar o rechazar) para sostener la tésis de que las mujeres somos más tontas y estamos menos preparadas que los hombres por lo cual es lógico que ganemos menos. Os parece ciencia ficción?, pues es cierto. Triste, pero real como la vida misma.
Por supouesto, como habéis visto en mi intervención del principio yo también le contesté a este personaje, que se va labrando una merecida fama de ultramontano y extremista en intervenciones parlamentarias que no tiene desperdicio. Recalqué que en un debate como este solo intervinieron cuatro hombres y uno de ellos, el señor Korwin, para insultarnos a todas las mujeres.
Visto semejante panorama y ante la reiteración de estadísticas y la minuciosa descripción del problema que han hecho las personas que me han antecedido en el debate he renunciado a repetir otro aluvión de estadísticas porque tenemos perfectamente medida la dimensión de este problema. He preferido, próxima ya la celebración del día de la mujer trabajadora, insistir en un cambio de perspectiva sobre la brecha salarial y el trabajo femenino.
Ya habéis leido aquí varias veces en intervenciones anteriores lo que pienso sobre esta consecuencia de la desigualdad. Creo que perjudica la productividad y competitividad de la economía y que eliminarla ofrece una ventaja objetiva frente a los competidores globales de la Unión Europea que no se plantean políticas activas para incorporar a las mujeres al mercado de trabajo. Por ello la expresión en euros de la brecha salarial es solo parte de la factura que pagamos por no aprovechar al máximo el talento y las capacidades que despreciamos por culpa de la desigualdad.
Para eliminar estas diferencias retributivas que son consecuencia de la desigualdad y hay que empezar como con la caridad, por uno mismo, por una misma, propiciando la conciliación y la corresponsabilidad que comienzan en cada hogar. Así no habría tantas diferencias entre la tasa de ocupación de hombres y mujeres, ni despidos por embarazos. Así los problemas de conciliación no serían un asunto solo de mujeres. Con este primer paso recorrido sería más fácil asignar responsabilidades sobre la base del mérito y la capacidad, sin que el género penalice.
Mientras no solucionemos estos problemas, que empiezan por las actitudes personales de todos y cada uno de nosotros las mujeres trabajemos menos horas y en peores empleos, nos pagarán menos por cada hora trabajada y tendremos menores tasas de empleo y retiros más bajos. Así que exijamos a las instituciones, al parlamento al gobierno, pero no nos olvidemos que el comienzo de esta revolución comienza en lo próximo, en cada una y uno de nosotros.
DESPENALIZACION DE LA VIOLENCIA DOMÉSTICA EN RUSIA
No era es el único tema sobre igualdad que abordábamos en el pleno. El Parlamento Europeo se ocupó además de un debate sobre la despenalización de la violencia doméstica en Rusia aprobada recientemente por el Parlamento de la Federación Rusa que ha provocado ya reacciones oficiales de la diplomacia europea y diversas organizaciones internacionales. De acuerdo con la nueva ley las agresiones que causen dolor físico, pero no lesiones, y dejen moratones, arañazos o heridas superficiales a la víctima no serán consideradas delito, sino falta administrativa.
Yo desde luego he denunciado que tal medida contra la tendencia universal para combatir la violencia de género y he ofrecido apoyo a todas las medidas que se adopten para revertir esta situación. Además me he solidarizado con las mujeres rusas y he destacado que la medida incumple la Carta Social Europea que firmó en su momento la federación que preside Vladimir Putin. Es además una muestra más de la regresión que desde 2014 observamos en materia de respeto a los derechos fundamentales en ese país”.
Tanto el servicio exterior de la UE, el Consejo de Europa o las Naciones Unidas son algunas de las organizaciones internacionales que consideran que la despenalización de la violencia machista dentro del hogar desprotege a las mujeres, perjudica también a los niños y no es compatible con la Carta Social Europea que compromete a Rusia. No sorprende por ello que esta federación sea uno de los cuatro países entre los 47miembros del Consejo de Europa que no han firmado el convenio de Estambul. Lamentablemente para dar ejemplo no estamos en el mejor lugar. Catorce estados miembros de la UE tampoco lo han hecho.
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