IZAN ZINETELAKO, GARA

Las mujeres jeltzales abarrotaron el salon de actos de Sabin Etxea en este homenaje a su aportación al país.

Las mujeres jeltzales abarrotaron el salon de actos de Sabin Etxea en este homenaje a su aportación al país.

Hoy día ocho de marzo quiero sumarme a esta festividad poniendo en valor el homenaje que el sábado pasado el PNV organizó para reconocer la silenciosa labor de las muchas mujeres que han abrazo a lo largo del último siglo la causa nacionalista. Os he puesto al principio el testimonio de dos mujeres que han roto nuestro techo de cristal. Itxaso Atutxa es la primera mujer que preside el Bizkai Buru Batzar. Mireia Zárate continúa la saga de mujeres que han ocupado la Secretaría del EBB, ese puente desde el que las estrategias políticas se hacen aterrizar en las actividades de una organización tan capilar, diversa y extensa como es el PNV. Hace ya varios años que esa compleja tarea recae en mujeres Mireia Zárate es la más joven de las que, hasta ahora, ha accedido a este cargo.

Escuchándoles a ellas he revivido algunas de las etapas de mi historia como militante jeltzale. Yo gracias al PNV he vivido una serie de experiencias que me hicieron pensar que la igualdad existía. Cuando ser mujer y ser muy joven era más un hándicap que una ventaja me propusieron como candidata a la alcaldía de Bermeo. Después fui la directora más joven del Gobierno vasco y posteriormente la primera presidenta del Parlamento Vasco. Otra mujer joven, Beatriz Artolazabal, con una ya larga experiencia política y recién llegada hoy al cargo de Consejera del Gobierno Vasco nos comentaba el sábado su experiencia. Aquí tenéis su valoración del acto del sábado.

Y ahí y paradójicamente así fui, dándome cuenta de lo mucho que nos falta por hacer, de esas barreras invisibles que aparecen en todo su rotundidad en cuanto una comienza a caminar por el alambre en el que responsabilidades como las que a mí me han tocado te colocan. Así puedes comprobar, por ejemplo, el dispar tratamiento que ofrecen los medios de comunicación a hombres y mujeres, la brutal presencia de los estereotipos en los materiales educativos o el poso subconsciente que lleva a tantas personas, mujeres también a exigir a otras mujeres una especie de doble certificado de idoneidad para desempeñar algunas responsabilidades. Son cosas que llevo diciendo muchos años y ejemplos que podría seguir poniendo hoy porque apenas hay diferencia. Los vídeos que habéis visto, si habéis entrado en el enlace que os propongo (salvo el de mi primer mitin que tiene muchos más) tienen ya casi siete años.

Repasar los periódicos hoy es igual de desalentador. Se pueden seguir escuchando los mismos comentarios. A nadie se le ocurre por ejemplo decir de un hombre “lo está haciendo bien” cuando accede a un cargo de importancia, porque esa aptitud de base se le supone. A lo más se dice que es autoritario, o empático, se describe su estilo de gestión. Las mujeres, en cambio, tenemos que escuchar siempre al principio que parece que somos capaces de desempeñar la responsabilidad que tenemos. Además siempre somos observadas por la ropa que vestimos, nuestro aspecto y otras cuestiones que jamás serían objeto de comentario en un hombre salvo que realmente se salga del guion por un aspecto particularmente atípico. A veces no queda otro remedio que tomárselo con humor.

Hubo también espacio para el humor en el homenaje.

Hubo también espacio para el humor en el homenaje.

Nosotras, sin embargo, escuchamos ese tipo de cosas constantemente. Si una además mide 1,53 puede vivir anécdotas como la que me ocurrió una vez en Argentina con un periodista que me hizo una entrevista: “Cuando me dieron el nombre del presidente, Izaskun, e inmediatamente pensé en un señor vasco, grande y fuerte”, me dijo meciendo su asombro en esa dulzura porteña capaz de convertir cualquier cosa en un halago. “Le veo a usted y casi ni me creo que esté entrevistando a la presidenta del Parlamento Vasco”.

Zu bezala deitzen naiz:

Podríamos seguir, porque anécdotas como esas expresan lo mucho que nos falta por recorrer. Y sobre todo porque indican que, como señalaba el otro día hablando de la brecha salarial y en otras ocasiones hablando en particular de violencia de género y en general de desigualdad, el primer motor de cambio está en nosotros mismos. En cambiar, hombres y mujeres esos estereotipos que, como uno de esos programas que trabajan en un ordenador en segundo plano mientras nosotros estamos manejando otra aplicación, hacen saltar el resorte que desarbolaba al periodista argentino. Los que llevan a los publicistas a insistir en el fácil y contundente argumento comercial del “buen culo” y siembran nuestras vallas publicitarias de ese machismo subliminal que se alimenta de obras maestras del photoshop.

Por eso me pareció especialmente oportuno y bienvenido este homenaje del sábado. Porque contribuye a ir desarmando esas inercias. Porque ofrece verdad, justicia y reparación, como diríamos hablando de otra memoria a las muchas mujeres que han sido, son y serán fundamento de nuestra bien horneada “galleta”, la expresión coloquial con que solemos referirnos a nuestro logotipo. Y ya sabemos todos que en el mundo del que venimos el asunto de hornear era netamente femenino. Aquí tenéis a una de esas horneadoras natas, Rosa Araneta que nos comenta como ha vivido este homenaje:

Y es que sin las mujeres es evidente que el PNV no sería hoy a fuerza hegemónica que es en Euskadi. Sin ellas el PNV no dispondría de su enorme patrimonio en términos de capital humano y material. Y sin ellas muchas de las increíbles historias que protagonizo el PNV durante la clandestinidad y el franquismo no hubiesen sido posibles. Porque como muy bien recordo nuestro presidente Andoni Ortuzar, la primera red organizada de espionaje y transmisión de información durante la guerra y la posguerra la organizo el PNV y tuvo como destacadísimas protagonistas a las mujeres que la formaron.

No están muy acostumbrados en algunos lugares a reconocer esta realidad, pero los hechos son los que fueron y ya nadie puede cambiarlos. Fueron los tiempos en los que la transversalidad que nos unía estaba cimentada por el trabajo común contra la dictadura. Muchos de los que ni se asomaron ni conocieron aquellos episodios suelen desconocer o ningunear esa parte de la historia de Euskadi. Una historia que, en letras de oro escribieron las mujeres del PNV.

Y es que el trabajo de las mujeres del PNV ha sido piedra angular de su engrasada maquinaria durante sus más de cien años de existencia. A alguno de los miembros del partido de la caja B que lanzaron invectivas contra el PBNV y su red de batzokis y especialmente sobre la procedencia de los fondos que han permitido al PNV contar con esta red de sedes en muchos municipios vascos, le hubiese venido bien escuchar algunos de los testimonios que se ofrecieron el sábado pasado en Sabin Etxea. Allí estaban, muchos a os de trabajo y esfuerzo DESINTERESADO, las explicaciones que buscaban.

Mucho antes de que Bárcenas idease la ingeniería mediante la que el PP ha dispuesto de la presuntamente fraudulenta financiación que hoy investigan los tribunales, miles de mujeres jeltzales trabajaban arduamente en los batzokis, para pagar hipotecas, y dar vida a unos centros de reunión que en el mundo of line fueron básicos para cimentar las sólidas bases sociales de que dispone el PNV en tierra vasca. Ahí están las explicaciones pedían algunos ilustres miembros del PP básicamente para tratar de tapar las vergüenzas propias, para desviar la atención, para tratar de extender la averiadísima mercancía de que otros hemos podido incurrir en comportamientos tan indecentes como los del tesorero al que el presidente pedía “fortaleza”. Ese es el nivel del desconocimiento que algunos tienen sobre lo que ha ocurrido, como se ha vivido y como se ha construido este país.

Y es que las mujeres del PNV como señalaba nuestro partido en su resumen de este acto, “en el puesto de trabajo, en la calle o en el seno del hogar. Durante la Guerra Civil, en la clandestinidad, en la Transición o en la actualidad. Transmitiendo a sus hijos e hijas, a sus nietos y nietas, el ideario nacionalista; impartiendo clases de euskera, de bertsolaritza o de danzas; dedicando maratonianas jornadas para aliviar la precaria economía de las Juntas Municipales, ya fuera preparando tortillas o haciendo turnos de barra en los Batzokis” han sido fundamentales para entender lo que somos hoy. Aquí tenéis un vídeo que recoge el homenaje completo:

Y aquí un resumen muy bien elaborado de lo que vivimos el sábado:

Ese fue de hecho el centro de los discursos del sábado. Andoni Ortuzar reivindicó el papel de “transmisoras del nacionalismo” que históricamente han desempeñado las mujeres de EAJ-PNV, con un poema de Joxean Artze. Itxaso Atutxa, se sumó al sentido agradecimiento brindado por Ortuzar a todas las mujeres de EAJ-PNV. La presidenta del Bizkai Buru Batzar, puso en valor la labor y el compromiso de todas y cada una de ellas, que con su trabajo y dedicación, “a veces invisible pero siempre impagable”, han contribuido a desarrollar el proyecto de EAJ-PNV. “La visibilización de las mujeres en los cargos internos y externos del partido ha continuado” y “lo va a seguir haciendo todavía con más presencia, reconociendo un papel que nos toca asumir como signo de organización plural, igualitaria, en la que las oportunidades sean idénticas para hombres y mujeres”.

Itxaso es la primera mujer que preside el BBB, y en esa condición ha revalidado el compromiso de EAJ-PNV por avanzar por la igualdad efectiva, “igualdad que se demuestra también en nuestra sociedad, donde las mujeres recuperamos el espacio que nos ha sido usurpado y negado durante siglos por una cultura forjada por los hombres y para los hombres”. Comparto con ella que con más mujeres en los primeros niveles de responsabilidad del mundo, “las cosas marcharían mejor”. “No hay sociedad justa posible sin la participación activa en igualdad de la mitad de su población”.

En Euskadi no podemos quejarnos en materia de igualdad. Somos referentes en muchas materias pero seguimos teniendo muchos deberes por hacer porque venimos de muy abajo. Así Itxaso recordaba que queda mucho por hacer en el “espacio público y en el privado; en los roles sociales y en el protagonismo de grupo”. Entre ellos citó: “una solución efectiva y duradera a la brecha salarial;  la conciliación o la coparticipación igualitaria en las responsabilidades familiares comunes; la igualdad real en el mundo de la empresa y de la representación pública” y, de forma urgente, “acabar con la terrible lacra de la violencia machista contra las mujeres”. Para todo ello, solo hay un punto de partida: el trabajo conjunto entre mujeres y hombres. “Con equidad de género; con respeto; construyendo sociedad”.

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