UN DESEQUILIBRIO INEXPLICABLE, INJUSTO Y CARO.
Esta semana hemos tenido lo que aquí llamamos «mini pleno», una sesión que mensualmente realizamos en Bruselas para tramitar en pleno los temas que no caben en los órdenes del día de Estrasurgo. Durante la misma se ha vuelto a debatir, a consecuencia de una pregunta planteada desde la comisión de igualdad, el estado en que se encuentra la tramitación de la directiva para propiciar más igualdad de género en los consejos de administración de las empresas europeas.
Yo desde luego he apoyado la petición de que se active de nuevo la tramitación que está pendiente sólo de la voluntad política de los nueve estados que la bloquean. la actual situación es injusta, nos cuesta dinero y perjudica la competitividad de la Unión.
En la actualidad la oposición de siete estados de la Unión entre los que se encuentran Alemania, Gran Bretaña, Italia u Holanda ha impedido a la presidencia luxemburguesa llevar adelante esta propuesta que presentó en origen la ex vicepresidenta de la Comisión Europea y también luxemburguesa Viviana Reading. A comienzos de este año la comisaria Jourova se comprometió a seguir trabajando en el tema pese al bloqueo. Varias eurodiputadas preguntamos ayer al Consejo durante la sesión plenaria que celebra el euro parlamento en Bruselas sobre los plazos en que se prevé que pueda retomarse la tramitación de esta iniciativa. La presidencia rotatoria del Consejo recae este semestre en Luxemburgo que se mostró igualmente partidario de seguir adelante con la propuesta.
El Parlamento en su día aprobó ya una propuesta que es mucho más que razonable. Me consta que los negociadores se han esforzado por seguir incorporando a sus contenidos pragmatismo e imaginación, para encontrar fórmulas que superasen las pegas que ponen al texto los estados del «no».
Es urgente poner en marcha esta iniciativa porque desde luego no se va a conseguir por la vía del mérito y la capacidad no se va a corregir la situación, que actualmente podemos calificar de muy llamativa, por no entrar en otros calificativos. Es inexplicable que mientras en Europa seis de cada diez estudiantes o tituladas superiores son mujeres, ocho de cada diez consejeros de las empresas europeas son hombres. O los procedimientos de selección no funcionan o aplican métodos desconocidos porque estadísticamente ambas cifras desde luego resultan inexplicables.
La situación no es tan difícil de resolver. Las cuotas han demostrado ser eficaces para corregir este tipo de problemas. Basta una decisión política que facilite e impulse la incorporación del talento femenino a la dirección de la economía europea. Hay buenas razones para hacerlo, pues abundan los estudios que demuestran que las empresas con consejos equilibrados son más competitivas, tienen menos problemas de gobernanza, más rendimiento de capital y mejores resultados económicos. Por eso funcionan mejor y generan más confianza en clientes e inversores. Me impresionó especialmente el expuesto aquí mismo el mes pasado por Fionna Jurdant de la OCDE que aportó un cálculo en cientos de millones de dólares del coste que para 1.000 empresas indias y británicas tenía la desigualdad en sus consejos.
Por esas razones incorporar ese valor a nuestra economía es estratégico e innovador. Por eso apostar por programas públicos y legislación para conseguirlo una inversión. Por eso es una ventaja competitiva en la que debemos ser líderes mundiales. Por eso necesitamos transparencia y equidad en la selección de las personas que integren los consejos de administración.
Ayer desde luego agradecí el empeño a la presidencia luxemburguesa su voluntad, trabajo interés y esfuerzo por sacar adelante esta iniciativa. También a la Comisión Europea. Como siempre que se trata de cuestiones de este tipo no pude hacer lo mismo con algunos de los estados que se sientan en el Consejo Europeo. Si les pedí que revisen sus posiciones. Espero que entiendan que mientras sigan pasando estas cosas las grandes proclamas sobre igualdad serán «papel mojado» y que caigan en la cuenta que todo el tiempo que perdemos es tiempo que talento de primer orden sigue sin rendir todo lo que puede. sin devolver a la sociedad el esfuerzo que en educación, en tiempo, en dedicación se hizo para que muchas mujeres con gran esfuerzo alcanzaran niveles excelentes de formación. Si se calculase en euros ese coste creo que las cosas cambiarían de inmediato.
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