KOBANE, EL PRECIO INAGUANTABLE DE LA GUERRA
Esta mañana he estado en una jornada dedicada a la reconstrucción de Kobane. Ya sabéis que esta es una de esas ciudades que ha acabado como Stalingrado tras la segunda guerra mundial: completamente destruida. La verdad es que la situación en la zona es terrible. Por un lado la ciudad es mayoritariamente Kurda aunque está situada en Siria. Hace frontera con Turquía y está en la zona en la que el autodenominado “Estado islámico” ha puesto sus ojos para disponer de un territorio. Fueron los terroristas del Isis los que comenzaron la ofensiva contra la ciudad. Los kurdos que la habitan desde su fundación en 1912 en torno a una estación de ferrocarril decidieron defenderse del ataque y la ciudad ha cambiado de manos dos o tres veces en los últimos meses hasta que finalmente los kurdos la han recuperado parece que definitivamente.
El resultado de la disputa por la ciudad se salda como siempre con miles de muertos y heridos, decenas de miles de refugiados y una ciudad completamente destruida. Ya sabéis, amasijos de hierro y cemento, polvo y destrucción. De hecho los organizadores de la conferencia explicaban que cerca del 80% de las viviendas y la práctica totalidad de los equipamientos e infraestructuras de la ciudad han quedado destruidas.
La jornada la ha abierto el propio presidente Martín Schulz. Durante la mañana unos cuantos especialistas en relaciones internacionales han ido explicando los porqués de la actuación de cada una de las partes. La síntesis es simple. Los del ISIS quieren el territorio. Los sirios tienen su propio calvario. Los turcos ayudarían a los kurdos ma non tropo, porque Erdogan no quiere que ya que el Pisuerga pasa por Valladolid se le vaya a crear en la frontera un estado del que no quiere oír hablar. La coalición internacional que interviene en la zona, por eso de tener tranquilo al gigante otomano bombardea pero, según comentaban ayer en loa conferencia ha sido más eficaz en otros sitios contra el estado islámico. Y la tragedia sigue en un entorno marcado por la extrema crueldad de los combatientes del ISIS.
Los más interesante de la conferencia de ayer, pensada para estimular la llegada de ayuda ha sido que concretaba mucho las necesidades. El informe de daños además de incorporar un capítulo dedicado a la situación de urgencia humanitaria habla de educación, sanidad, saneamiento y abastecimiento de aguas, energía, etc. y está muy orientado a movilizar la cooperación para reconstruir una ciudad.
Agotado el discurso de lo material, de lo diplomático, yo he contribuido a las aportaciones desde la mesa de oradores con una reflexión sobre el precio de la guerra y el precio de la paz. He recordado que en Europa el proyecto de unión triunfo precisamente porque ofrecía paz y garantizaba que la guerra como herramienta para solucionar problemas no iba a ser nunca más método para dirimir conflictos entre los países que se asocien a este club. Igualmente he hecho una reflexión sobre lo que sienten quienes no entienden de los conflictos que originan la guerra, pero padecen las consecuencias de la violencia brutal que es la más visible secuela de la guerra. Aquí tenéis mi intervención completa.
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