UNA ASIGNATURA PENDIENTE: EL GENOCIDIO ARMENIO
Hoy hemos aprobado en el Parlamento Europeo una resolución recordando el genocidio del pueblo armenio entre los a os 14-19 del pasado siglo XX. La interpretación histórica que turcos y armenios dan a este negro episodio de la historia europea reciente sigue hoy tensionando las relaciones entre ambos estados. Esta operación planificada de exterminio de toda una cultura es además el antecedente próximo de otras tragedias vividas en el siglo pasado que incluyen desde el holocausto nazi a los letales criterios de planificación estalinista o las masacres vividas más recientemente en la antigua Yugoslavia.
Estamos pues ante un asunto relevante. Importante hoy porque añade tensión en una zona geoestratégicamente complicada. Y relevante porque debe servir para insistir en los valores que dieron origen a la Unión Europea. Lamentablemente muchos estados europeos hoy solo condenan esta masacre con la boca pequeña. No en vano están en juego las relaciones con un estado, como el otomano muy interesante desde una perspectiva económica. Pero valores como la justicia, la verdad o la reparación son el fundamento de una democracia sólida. Un sistema de convivencia en el que no sea posible la repetición de este tipo de barbaridades.
Por eso hoy he solicitado a todos los estados miembros de la Unión Europea que reconozcan el genocidio Armenio de cuyo inicio se conmemora el próximo 24 de abril el primer centenario. Ha quedado demostrado que el control ejercido por la UE sobre la calidad de la democracia turca ha propiciado un cierto cambio de postura del gobierno de Turquía en torno a la primera operación planificada de eliminación masiva de un pueblo en la historia moderna. De hecho en abril del año pasado por primera vez el presidente Erdogan reconoció el dolor armenio, calificó de inhumanas aquellas deportaciones y crímenes masivos y transmitió su pésame a las familias de las víctimas. Hay que animar esa evolución que se acelerará si hay un reconocimiento internacional unánime de este genocidio, indiscutible a la luz de la definición de vigente desde 1948.Esta cascada de declaraciones conjuntas puede seguir animando esa muy necesaria evolución.
Nosotros como Euskadi ya tenemos hechos los deberes. Siendo presidenta del Parlamento Vasco me tocó leer la declaración Institucional que aquella Cámara aprobó condenando este genocidio. El texto data de abril de 2007. Fue un honor leer aquel texto que para alcanzar la categoría de declaración institucional requería la unanimidad. Algunos de los partidos que la apoyaron allí son los que hoy no impulsan un reconocimiento homólogo por parte de las instituciones españolas.
Por supuesto que los primeros que deben hacer frente a su historia son los gobernantes otomanos que deben asumir que el exterminio entre los años 1915 a 1919 de más de un millón y medio de armenios fue un genocidio. Si este estado asume su responsabilidad y descalifica estos comportamientos estará contribuyendo a la verdad, la justicia y la reparación y propiciará la no repetición de masacres semejantes.
Creo que estas y otras razones son más que suficientes para justificar el debate y la resolución de hoy. El próximo 24 de abril se cumplirán cien años desde que el ministro del Interior del aún imperio otomano Mehmed Talaat firmó la orden de detención de 250 intelectuales armenios de Constantinopla, el comienzo de una operación que produciría el traslado forzoso de centenares de miles de armenios entre los años 14-19 del pasado siglo y la muerte de cerca de 1.500.000 personas.
Aquellos hechos nos enseñan varias cosas. Primero, que una legislación internacional coherente hubiese permitido sancionar adecuadamente a los culpables. El llamado “proceso de malta” al que fueron sometidos algunos de los responsables de aquellos hechos fueron realizados al amparo de una legislación internacional que planteaba conceptos muy limitados para los crímenes de guerra. Las previsiones incluidas en el Estatuto de Roma de la Corte penal internacional referidas al delito de genocidio, que datan de 1948 hubiesen permitido otro escenario mucho más favorable para las víctimas y su derecho a la justicia y la reparación.
Por otro lado el estatus de Armenio como nación sin estado durante buena parte del pasado siglo ha sido determinante igualmente en este asunto. Una vez más los que niegan los derechos de este tipo de realidades jurídico políticas deberían preguntarse el porqué de tanta reivindicación,. La primera causa es la evidente desventaja en materia de ejercicio de derechos fundamentales que tenemos quienes pertenecemos a estas naciones. El funcionamiento de las instituciones europeas es, todos los días, una demostración de lo que digo. Vulneraciones flagrantes de artículos de la Carta Europea de derechos Fundamentales que se producen cada día se consideran “asuntos internos de estados miembros” siempre que se denuncien desde posiciones como la nuestra.
La interpretación histórica de estos hechos sigue tensionando las relaciones entre el moderno estado de Turquía y el estado armenio que recupero la independencia como república en 1991. El Parlamento Europeo ha tratado este contencioso histórico en varias resoluciones específicas y en los veinte informes que ha elaborado sobre los progresos democráticos de Turquía. La última decisión data del pasado 12 de marzo (informe anual sobre derechos humanos). En marzo de 2015, la asamblea de Euronest también pidió a Turquía el reconocimiento de esta operación de exterminio. No reconocerlo, se decía en la resolución, es una etapa más del genocidio que propicia que volvamos a vivir tragedias semejantes.
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