TEJIENDO UNA RED DE ACUERDOS PARA MEJORAR LA GOBERNANZA DE LA PESCA MUNDIAL

Un momento de la jornada sobre acuerdos pesqueros de la Unión Europea.

Un momento de la jornada sobre acuerdos pesqueros de la Unión Europea.

 

Esta mañana la he comenzado en Bilbao en una jornada sobre los acuerdos pesqueros de la Unión Europea celebrada en el marco de la feria SINAVAL-EUROFISHING.Este tipo de intercambios son imprescindibles para desarrollar mejor un trabajo, como el de eurodiputado, que tiene en el desarrollo legislativo y en el control de las actividades de las instituciones europeas su razón de ser. En ese contacto y mutua relación se inspiran muchas de  nuestras iniciativas que, en lo que se refiere a los acuerdos de pesca tienen un objetivo claro: conservar y mejorar esta herramienta de gestión global de los recursos pesqueros. Son hoy la herramienta más eficaz para erradicar de los mares de todo el mundo la pesca ilegal no declarada y no reglamentada y un instrumento de promoción, en países terceros, de nuestro modelo social.  

Esa ha sido la conclusión más destacada de la jornada. Profesionales de la extracción y la transformación, comunidad científica y países implicados quieren mantener este sistema de gobernanza de la pesca mundial. Quieren de hecho tejer una verdadera red de acuerdos por regiones del mundo que se formulen con criterios homogéneos y permitan generalizar el desarrollo del sector local y contribuir a una actividad más sostenible plantando cara con todas las herramientas disponibles a la Pesca Ilegal no Regulada y no reglamentada. 

La pesca es uno de esos sectores que de modo más temprano asumió las consecuencias de la globalización tanto por razones económicas y comerciales como medio-ambientales. En un planeta con recursos finitos, ecosistemas inter-relacionados y operadores globales, la asunción de esta realidad, el fomento de valores consecuentes con ella, el control y las normas son fundamentales para el mantenimiento de la actividad pesquera y de la vida en el mar. Igualmente la pesca es una actividad acostumbrada a la internacionalización.  

Por eso los asistentes se alaban esta capacidad de los acuerdos pesqueros para contribuir a la sostenibilidad como una de sus principales aportaciones.  Son además una expresión de la política de cooperación de las instituciones europeas. Un instrumento para fomentar un desarrollo más justo y sostenible en zonas del mundo a las que no hace demasiado la llamada “civilización” se acercaba de modo mucho más agresivo. Y está plenamente comprobado que los acuerdos han generado desarrollo local en los países que los firman, han mejorado sus infraestructuras, generado empleo, mucho además desempeñado por mujeres y ayudan a realizar un reparto más justo de beneficios entre todos los agentes que participan en el sector.

Los asistentes también han estado de acuerdo en que mantener esta política y reforzar sus efectos requiere, para empezar,  creer en esta política de gestión global de los recursos pesqueros que no atraviesa en los últimos años sus mejores momentos. La presión de flotas con otras formas de hacer y una opinión pública propia no demasiado conocedora de la realidad del sector son hoy debilidades en nuestra posición. Necesitamos insistir en los principios de sostenibilidad en que se asientan los acuerdos porque gracias a ellos la pesca en el mundo sigue teniendo presente y tiene oportunidades de futuro. Y profundizar en una política de cooperación que ha favorecido empleo y desarrollo en los países terceros en los que trabajan nuestros barcos. En definitiva seguir liderando a nivel global un uso racional de los recursos pesqueros.

Otra base del buen funcionamiento de estos mecanismos de cooperación es la coherencia. Los acuerdos comerciales que suscribe la unión europea con países terceros no pueden ser el Caballo de Troya para introducir en nuestros mercados productos pesqueros que no reúnen los exigentes requisitos medioambientales y sociales que se derivan de los acuerdos pesqueros. La coherencia no es nada sin fortaleza la cualidad que debe caracterizar las medidas que debemos adoptar contra el dumping social y ambiental que sufre nuestro sector pesquero y que amenaza no solo a la supervivencia del mismo sino a la totalidad de los ecosistemas marinos. 

Es evidente que solo desde un nivel europeo tenemos alguna oportunidad para seguir defendiendo e instalando estos valores en todos los mares del mundo.  Es para mí un motivo de orgullo destacar que Euskadi con una presencia muy importante en subsectores pesqueros que se benefician de los acuerdos pesqueros de la UE,  contribuye  con rigor, innovación y hechos a poner en marcha buenas prácticas en materia de sostenibilidad y cooperación y es un estímulo para  nuestra industria de construcción naval. Los hechos van desde la certificación independiente de buenas prácticas pesqueras como las que van calificando nuestros  barcos como «amigos el mar»a los dispositivos de criba en los nuevos atuneros que reducen a la mínima expresión el descarte que regresa al mar y lo devuelven vivo. 

Este esfuerzo  y responsabilidad deben ser reconocidos y correspondidos. Reconocidos con la defensa de otra imagen para un sector que ha sido maltratado en términos de opinión pública de manera injusta. Hay que contar la verdad sobre su situación y su trabajo.  Hoy he podido poner el doloroso ejemplo del Alakrana y los problemas que tuve para convencer a algunos ilustres diputados de que nuestros pescadores y armadores no son depredadores desalmados, sino empresarios que tienen una concepción planetaria de su responsabilidad social corporativa.  Muchos siguen sin creerlo pese a que las condiciones de ejercicio y control de la actividad pesquera amparada por estos acuerdos y las operaciones de cooperación que propician arrojan unas estadísticas contundentes.  

Los representantes del sector han expresado además unánimemente su necesidad de ser correspondidos por el esfuerzo que hacen en sostenibilidad y cooperación  con al menos tres medidas. Por una parte más transparencia y participación a la hora de negociar y poner en marcha estos acuerdos que ponen en valor frente a la tentación de buscar acuerdos privados entre compañías y países terceros. Por otra parte  coherencia y una actitud más decidida por parte de las autoridades comunitarias frente a las estrategias que utilizan algunos de nuestros competidores menos escrupulosos para colocar en el mercado europeo productos obtenidos y fabricados de otra manera. El oneroso proceso que está siguiéndose para desbloquear las bonificaciones por el diferencial de costes sociales con nuestros competidores de países terceros es un ejemplo de lo que hay que mejorar.  Finalmente con una defensa comprometida de la imagen de un sector que no se merece el desconocimiento o el interesado desdén con que lo tratan personas que rara vez se molestan en interesarse por la procedencia del pescado que comen cada día.

 

 

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