CONCEPTOS DEL XIX REALIDADES DEL XXI

Ayer tuvimos un debate sobre los estados de la antigua Yugoslavia que aspiran en los próximos años a convertirse en socios de la unión Europea. Hasta ahí todo normal. Parece haber un acuerdo generalizado que la incorporación mejorará la vida de aquellos ciudadanos a la Unión les mejorará la vida y ayudara a progresar sus sociedades en materia de libertades y derechos, en definitiva en materia de democracia.

Decía que hasta ahí todo bien. Solo que todos los años, cuando entramos en este debate surgen los reflejos de quienes ven en alguno de estos estados una amenaza contra su cerrazón a tratar de resolver de manera democrática los problemas territoriales que tienen en su seno. Hablo claro de Kosovo. Y hablo, claro, de España.

España no reconoce el estado de Kosovo ni apoya su progresiva integración en la unión olvidando que el pasado 22 de julio de 2010 la Corte Internacional de Justicia consideró que su Declaración de independencia «no ha violado el Derecho Internacional”. Kosovo era un estado antes de que las tropas serbias lo conquistasen en 1912 y ha sido una de las áreas de la antigua Yugoslavia más castigadas por el genocida Milosevic.

Solo por respeto a la legalidad internacional y por solidaridad con las víctimas del colonialismo serbio debería cambiar esta posición. Tras ella solo hay miedo a reconocer que en su propio seno tiene también naciones cuyos habitantes aspiran legítimamente a otro estatus. España debe entender que, en el siglo XXI, la voluntad ciudadana libre y democráticamente expresada es el verdadero fundamento de la soberanía.

Por eso hoy he tomado la palabra para explicar por qué he apoyado el informe que ratifica el mayoritario reconocimiento en Europa del estado de Kosovo y sus progresos con vistas a la integración en la UE.

La voluntad de las personas libremente expresada, sus posibilidades de bienestar y la integración de la diversidad como base de la paz y la estabilidad son parte de los valores fundacionales de la Unión. La historia de Kosovo refuta las ideas sobre soberanía, identidad y derechos fundamentales que manejan estados nación antiguos que siguen sin entender que necesitamos una verdadera Europa federal. Un espacio común capaz de hacer frente en conjunto a los desafíos globales. Un espacio que debe basarse en la libre adhesión de todas las identidades que lo forman. De todas las que sienten sus ciudadanos. Un espacio donde la imposición de cuestiones tan sensibles como una identidad nacional, es fruto de la ceguera de quienes siguen creyendo que su integridad territorial, otro concepto a revisar, está por encima de la voluntad de las personas.

 

Viejos estados, viejas ideas, mucho olor a alcanfor, isla perejil, banderas de 500 metros cuadrados y muchos complejos. Se ven en los sesudos escritos de intelectuales incapaces de reconocer, porque saberlo lo saben, que España, por ejemplo no cumple siquiera los criterios de Habermas para considerarse una patria constitucional. Profesionales del sofisma que viven de cargar, con más voluntad que acierto, contra quienes  nos hemos atrevido a proponer otro modelo de identidad nacional y de estado más acorde con los tiempos que corren en el siglo XXI.

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Comentarios (2)

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  1. Io dice:

    Olor a alcanfor, olor a incienso, olor a camelo,..¡qué olfato político tan desarrollado, señora eurodiputada!

    España, no reconoce la pretensión de Kosovo. Y yo apoyó la posición de mi país, que ya sé que es minoritaria en la UE. Afortunadamente, lo bueno del régimen democrático, a estos efectos, es que está asegurado el derecho a discrepar de la mayoría.
    Y es lo que ocurre con los nacionalistas (mientras no se echan al monte) en España. Pueden, nuestros nacionalistas, sostener sus pretensiones pero saben que ello no alterará la posición de la mayoría. Y en eso estamos en España, como usted bien sabe. La mayoría de la ciudadanía española sostiene la integridad territorial de España y no acepta que los postulados secesionistas de una minoría, o de dos minorías, altere la configuración del Estado y pretendan suplantar la voluntad soberana del pueblo español, sea hoy lo que sea la noción de soberanía para un Estado miembro de la U.E.

    Usted va por el mundo pregonando sus querencias políticas con toda libertad. Muy legítimo, a mis ojos.
    Lo que no puede pretender, me parece a mi, es que su minoritario ideario político y sus secesionistas pretensiones se conviertan en ley para todos los ciudadanos españoles.

    Disfrute usted en paz de sus secesionistas aspiraciones y accepte de buen grado que quienes somos contrarios a ellas disfrutemos defendiendo la integridad de España tanto como la igualdad y la solidaridad entre entre los españoles.

    Salud y saludos.

  2. satanasico dice:

    «Olor a alcanfor, olor a incienso, olor a camelo,…», dice aquí el individuo.
    Bueno, si comparamos con aquello a lo que huele la clase política española, esa de Bárcenas, ERES, cajas B, cursos de formación, AVE, CAM, Nóos, etc, etc, etc…
    … le aseguro que salimos ganando.

    El resto de su discurso, muy democrático, muy puesto al día. Al menos justifica que en Euzkadi y Catalunya, donde los mayoritarios somos nosotros, hagamos lo que nos salga de los tegumentos procreativos, ¿no es así, sr Lolito?

    PS: Echele un vistazo a la postura del Reino Unido o de Canadá sobre cuestiones territoriales, pásmese y empápese un poquito de democracia.

    Y piense que lo que pasó en Kosovo…

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