ECONOMIA AZUL PARA SUSTITUIR A LA ECONOMIA GRIS
Hoy he comenzado la mañana participando en la asamblea general del Arco Atlántico para hablar de accesibilidad y atractivo de ls regiones atlánticas. El tema me apasiona porque me percibo atlántica. Mi familia, los Makallo y los Txoko, en Bermeo, hemos vivido siempre de la mar. Hemos estado material y figuradamente en la cresta y en el fondo de la ola. Amamos profundamente nuestro medio, el puerto al que volver, en el que quedarnos a vivir. La fe en el futuro, las ganas de seguir aquí han dado siempre vida a las costas. No creo que sea casualidad que esta conjunción de agua y tierra haya impedido que desaparezcan lenguas como el Gallego, el Bable, el Euskera, el Bretón o el Gaélico que son expresión de sociedades que quieren permanecer pese a las dificultades. Que son la diversidad que hace de Europa una experiencia única. Una experiencia atractiva si somos capaces de llevar adelante sin titubeos lo que tenemos perfectamente planificado en el Plan de Acción para una estrategia marítima de la región atlántica.Por eso he reivindicado más coraje ara hacer lo que sabemos que tenemos que hacer. Esto es a grandes rasgos lo que he contado.
Hablar de identidad atlántica es para mi mucho más que teoría. Es mi vida. Por eso he seguido y me he implicado en los debates parlamentarios dedicados a apuntar la estrategia de la UE para el espacio Atlantico. Participé directamente en su elaboración a través del informe de opinion que emitió la Comision de Transporte. Considero que el Plan de Acción para una estrategia atlántica aprobado en mayo de 2013 es un documento muy valioso. Encuentro en él, traducido a ese lenguaje tecnocrático tan característico de los textos europeos, conocimiento, sensibilidad y proyectos que, en efecto, son la clave de lo que necesitamos hacer. De hecho la región atlántica, por ese íntimo contacto que su desarrollo debe tener con el medio, pide, necesita y asume las tres palabras clave de la estrategia 2020, sostenibilidad, conocimiento y cohesión.
Nos queda, nada más y nada menos, que pasar de las musas a teatro. Tenemos que convertir la energía y el ingenio que empleamos en la costa para entendernos con la mar en negocios sostenibles, en oportunidades que asienten definitivamente población, cohesión y futuro. Hay grandes retos que resolver. Pero yo los centraría en dos: liderazgo y coherencia para llevar adelante una estrategia válida y confianza en el factor humano: es decir, una adecuada gestión e integración del conocimiento en el que debe asentarse la «Economía azul»
Hablo de liderazgo porque la mayor parte de los grandes proyectos europeos, y este lo es, navegan a dos aguas porque hay aún resistencia, por parte de los estados que forman la unión a asumir que o nos convertimos en un espacio federal o careceremos de capacidad para afrontar retos y oportunidades como las que se dibujan en el plan de acción para la estrategia atlántica.
¿Por qué digo esto? Hblemos de accesibilidad: El proyecto de redes trans-europeas de transporte ha dado solución hace ya años a este problema. Incorpora proyectos plazos, prioridades, mecanismos financieros para construir las infrestructuras que necesitamos, pero…no se cumple. La fragmentación del cielo europeo nos cuesta al año 5.000 millones. Hay un plan, pero seguimos discutiendo sobre el estatus del aeropuerto de Gibraltar mientras no se tocan los bloques operativos en que se divide el espacio aéreo. Mientras el sector huye de las audiencias que se organizan obre el tema harta de escuchar diagnósticos acertados, medidas para corregirlos y hechos si no totalmente incongruentes si excesivamente conservadores.
Los atascos y la saturación de nuestros corredores de trasporte se llevan el 1% del PIB europeo anual. Sabemos como resolver los problemas pero el miedo nos paraliza. Sabemos que podemos emplear todos esos recursos a organizar y financiar políticas de reciclaje y formación, políticas sociales, industriales, energéticas y medio-ambientales que nos ayuden a convertir los cambios que nos asustan en una gran oportunidad. Pero no acabamos de entender que lo que es bueno para Europa es bueno para los Europeos.
Solo se necesita coraje y sinceridad: dejar de una vez de pensar con la cabeza administrativa y política que dio lugar a los estados nación del siglo XIX. Nadie puede salvarse en solitario. Las colaboraciones trans-fronterizas de todo orden a las que están dando lugar muchas estrategias macroregionales, la propia estrategia atlántica y las que vendrán son la mejor demostración de lo que digo. Las fronteras no solo han separado personas, han paralizado sinergias. Y ese es un lujo que hoy ya no nos podemos permitir. Defenderse de la competencia asiática en construcción naval con una guerra local de tax lease es un brindis al sol.
En ese sentido el sistema de gobernanza para este plan que pilota el foro atlántico es un acierto. Hay que profundizar en él. Es una de las claves de este intento y puede contribuir también a construir una Europa más federal y más diversa. Porque a orillas del Atlántico necesitamos la acción local, pero sin duda también lo que nos aporta una unión potente que dirija esta estrategia global sin titubeos. Una unión que ponga la normativa, los programas operativos, el aparato administrativo y la organización territorial al servicio de la economía real. Y que vigile que haya coherencia entre lo que sabemos que hay que hacer y lo que finalmente ocurre.
La otra gran clave del buen funcionamiento de este plan es la implicación no solo de las instituciones sino de las personas. Y hablando de personas tenemos que hablar de estados de ánimo y de confianza, de actitud, de voluntad y de formación y conocimiento. Porque la Economía Azul descansa y necesita de estos factores.
Como en la canción de Sabina, podría ponerme triste y decir que en la región atlántica cualquier tiempo pasado fue mejor. Podría evocar los puertos llenos de barcos de pesca, los astilleros,las chimeneas, una actividad que nos dio en un momento determinado un tipo de prosperidad que ahora sabemos que es insostenible. Tener esa convicción es un buen punto de partida porque es un antídoto contra el desánimo. Es además la clave de lo que tenemos que hacer para ejecutar el tránsito de la economía marrón y gris que caracterizaba por ejemplo la ría de Bilbao a la azul que pregona esta estrategia. Una transformación en la que sabemos que el papel local ha sido decisivo.
El sector naval es un ejemplo. Todos recordamos el cierre del astillero Euskalduna, lo que ocurría ría abajo con la industria pesada del carbón y el acero y lo que hemos conseguido a base de convicción, conocimiento,voluntad y políticas publicas casi todas regionales que han dado en el clavo. Por ellas, por la política industrial pegada al terreno, la comunidad vasca es hoy u n referente en europa. Por ellas, por un liderazgo local claro que además pensaba en global, el Bilbao que nos acoge esta mucho más cerca del conocimiento, la sostenibilidad y la cohesión que la ciudad chocolate que sabíamos próspera pero percibíamos menos habitable. La ciudad que, en aquella versión marrón y gris, murió de éxito.
El otro gran reto de este plan es favorecer esas conexiones en otro tipo de sectores y negocios de pequeña escala en el que son mucho más improbables. Iniciativas que pueden aprovecharse del conocimiento secular que se ha ido acumulando en la región atlántica y generar negocios rentables y sostenibles que incrementen el atractivo y fortalezcan la identidad de nuestra región con experiencias basadas en sus fortalezas.
En grandes industrias como la siderurgia, la construcción naval, la actividad extractiva a gran escala o la industria de transformación, la conexión de conocimiento que permite la mejora y la evolución es más probable. En ellas se combinan de modo casi natural las destrezas profesionales y técnicas y el conocimiento especializado que proviene de la investigación y la universidad.
En el otro nivel, necesitamos convertir el arco atlántico en un foco de agitación emprendedora. Necesitamos un inventario de proyectos, de ideas, de visiones, de sueños. La mayor parte de ellos nacen a nivel local.Tenemos que colocar ese magma de conocimiento en bruto, de energía creativa, en los catálogos e trabajo de nuestros centros tecnológicos, universidades e instituciones financieras. Y hay que hacer este trabajo de modo sistemático.Porque así surge más fácilmente esa alianza de conocimientos que convierte lo que parecía una quimera en un negocio capaz de facturar y generar riqueza y desarrollo. Hay demasiadas ideas triunfadoras en busca de una oportunidad que no acaban de fraguar por que nunca encontraron su media naranja. El complemento en forma de especialistas en marketing, comunicacion, tecnología, gestión, finanzas o cualquier otra pericia. Talento que tenemos formado y dispuesto a generar ingenio multidisciplinar trabajando al servicio de algo concreto.
Por eso universidades y centros tecnológicos deben ser proactivos en la identificación de estas oportunidades y el fomento y de estas conexiones, ahora improbables. Es una manera de convertir la investigación básica en aplicada. Y sugiere indicadores fáciles de diseñar y de relacionar con impactos concretos sobre la generación de riqueza y empleo.
Así podemos convertir también la agitación emprendedora en etiqueta visible de la identidad atlántica, de la experiencia atlántica. Ese debe de ser uno de nuestros atractivos, la base sobre la que se asienta nuestro tránsito hacia la economía azul. El catálogo de negocios bienes y servicios que nazcan de la gestión de todo este conocimiento y por supuesto unas infraestructuras que faciliten este proceso harán el resto. Nos harán atractivos también como destino turístico, como experiencia vital, como origen de productos, bienes y servicios capaces de distinguirse en la oferta global precisamente por sus virtudes azules.
Creo que los equipos de apoyo al Plan de Accion del Atlántico son un buen paso en esta dirección. Pero insisto en la necesidad de articular mecanismos locales y otra cutura en universidades y centros tecnológicos para favorecer el tránsito de la idea al proyecto y de este al emprendimiento. Creo también una buena noticia la combinación de fondos estructurales y el fondo europeo para la pesca y algunos cambios introducidos en su filosofía para favorecer esta agitación. Me queda subrayar que, en esa fase el ámbito local, su proximidad, su conocimiento, juegan un papel fundamental.
Felicito pues el esfuerzo colectivo que nos ha permitido poner en marcha un plan de acción del Atlántico. Solo queda pedir coraje y valor a los estados, empuje y decisión a las instituciones globales y locales y desear que las redes que están tratado de recoger este conocimiento además nos agiten conciencia, organización y autoestima. Esas herramientas sirvieron a este país nuestro hace más de treinta años para reinventarse. Le permitieron cambiar de ruina industrial a modelo a seguir en terrenos como la innovación, la diversificación o la internacionalización. Y no lo duden, la chispa de todo el proceso fue sencillamente creer que era posible y obrar en consecuencia
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