FLIPANDO EN ARRATIA CON VELATIA

Esta es una historia de superación. La he vivido este viernes visitando uno de esos centros de innovación que es mucho más que palabras. Son 3000 empleos. Es presencia en 19 países. Son 15 centros de fabricación. Es la epopeya de un pequeño taller eléctrico, Ormazabal, que en unos decenios se ha convertido en Velatia, un potente grupo con presencia en sectores tan diversos como redes eléctricas, redes de comunicaciones, transporte, seguridad y gestión inteligente de infraestructuras. Historias como esta son las que nos dan identidad y presencia en el mundo. Son una de las bases de la marca Euskadi. Porque allí me encontré con los ingredientes de la innovación. Son los valores que permiten progresar a un país.

Les debía la visita desde que trabajamos en Bruselas en algunas iniciativas relacionadas con ese sector y las infraestructuras críticas en que se maneja. Siempre me había preguntado por qué me encontraba hablando con personas de los cinco continentes con la palabra euskérica “Ormazabal” cada vez que se hablaba de seguridad o robustez de las redes eléctricas de abastecimiento urbano. Visité un stand que colocaron aquí dando testimonio de su posición de liderazgo y les prometí que iría a conocer la cuna del milagro. La clave de su expansión está en el la fabricación de componentes para redes eléctricas de media tensión. Allí han adquirido conocimiento y destrezas para internarse en otras áreas de negocio.  Flexibilidad, liderazgo, innovación, pragmatismo y apoyo son sus valores. FLIPA con Velatia es la regla nemotécnica que les ayuda a no olvidar que seguir a rajatabla la idea que ha convertido el corajudo taller en el que comenzaron hace apenas cincuenta años en una referencia tecnológica en la producción de componentes de redes eléctricas de media tensión.

¿Qué quiere decir esto? Pensad en una red de distribución de agua. El agua se ve, se toca. Ocupa un espacio perceptible, material. Pesa. Estamos familiarizados con sus características físicas y hasta hemos experimentado con ella como constructores de diques, canales y pequeños embalses en la playa o sobre el barro. La hemos visto circular. Comprendemos mejor que para que un grifo mane cuando lo abrimos en casa necesitamos pantanos y un enjambre de estaciones de depuración, filtros, diques, reguladores de presión, medidores de aforos, llaves de paso, tubos de muy distinta sección, bombas y otros artilugios. Ormazabal fabrica ese mismo tipo de componentes pero destinados a las redes eléctricas. Recuerdo que me enseñaron que la corriente eléctrica son electrones en movimiento, una similitud con el agua corriente. Pero luego hay que ponderar carga eléctrica, intensidad, diferencia de potencial, resistencia, etc. una serie de magnitudes que aterran a los legos y explican por qué la experimentación en este medio incluso a pequeña escala es bastante más compleja e incluso peligrosa que nuestra casi siempre inocua, familiar y prácticamente universal iniciación a la hidrodinámica.

Bueno, pues allí, en mitad de Arratia, un pequeño taller ha conseguido convertirse en líder mundial en esta ardua materia. Visitando sus talleres y laboratorios ratifiqué por qué somos reconocibles, por qué tenemos identidad en Europa. La tenemos gracias a personas como las que trabajan en Ormazabal Velatia expertos en convertir cada problema en una oportunidad y encontrar allí ventajas competitivas frente a rivales que les decuplican en dimensión. Y por supuesto utilizando en la tarea, la capacidad, la actitud y la voluntad de responder con imaginación y conocimiento a la faena.

Hoy aquí se producen este tipo de elementos, perfectamente customizados, con destino a los cinco continentes en formatos completamente personalizados. Además, si alguien quiere probar cualquier dispositivo en la red de media tensión de Santiago de Chile sin romper nada, en un entorno controlado, someter a la red al estrés eléctrico que convenga y monitorizar todo lo que ocurre, viene a Amorebieta. Porque en el aparcamiento del laboratorio de I+D+I de Velatia tienen una red capaz de simular las condiciones de cualquier red del mundo que ha convertido este centro de demostración y experimentación en otra referencia mundial. Esa capacidad de ponderar condiciones de redes de todo el mundo mejora los productos de Ormazabal. Reúne allí un know how que no se encuentra fácilmente en empresas mucho más grandes acostumbradas a fabricaciones de series mucho más largas para condiciones medias. Por eso aquí el primer capital son las personas, aunque en recepción coincidían conmigo que puede mejorar en componente femenina. Los pioneros seguro que acaban siendolo también en estos temas de igualdad. Cabezas que ya trabajan para posicionarnos con ventaja en el apasionante y prometedor mundo de las Smart Grid.

Así Ormazabal dispone hoy de más de 300 patentes, entre ellas quizá la que les permitió despegar, una revolucionaria técnica para la conexión de celdas de aislamiento en gas que propició que los equipos de esta empresa vasca ofreciesen prestaciones únicas en el sector. De las necesidades técnicas que requieren estos equipos han ido surgiendo oportunidades de negocio. WEC, por ejemplo, es una de las marcas de Velatia dedicada a fabricar componentes para motores de aviación. Nació del conocimiento en mecanización y soldadura metalúrgica de alta calidad que la firma había desarrollado para las cajas metálicas estancas al gas que albergan su primer gran invento.

Podría seguir pero creo que se me ha entendido. Creo que a estas alturas ya sabéis que FLIPÉ con Ormazabal Velatia, que admiro profundamente ese tipo de logros. Y que me enorgullece profundamente representar a un país que hace de  historias como esta una de sus señas de identidad. Porque hablando cualquier día de infraestructuras críticas en Bruselas se puede escuchar tranquilamente “Oumaseibeil” in the basque Country,  mundial leader in…”

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