UN DOMINGO EN PARÍS ENTRE CHARLIE Y AHMED
El domingo estuve en París en la manifestación para responder democráticamente al atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo. Quedamos en la capital francesa con el presidente del partido Demócrata Europeo Francois Bayrou y con mi compañera en el grupo ALDE Mariel Desarnez. Nos citamos igualmente en la estación del Norte con la Secretaria de Acción exterior del gobierno vasco Marian Elorza y la delegada de Euskadi en Bruselas Marta Marín y nos sumergimos en la marea humana que ese día tomó las calles de París.
No cabe poner pero alguno a aquella demostración de repulsa contra la violencia que fue capaz de reunir tras la misma pancarta, al presidente Palestino Mahmoud Abás y al halcón hebreo Benjamín Netanyahu. La diversidad que caracteriza las calles de París estaba presente en la multitud que se agolpaba en las amplias avenidas que salen de la Plaza de la República. La orgullosa petrificación de los principios de libertad, igualdad y fraternidad que preside aquel amplio espacio resucitó en la agitación de ciudadanos de todas las razas, nacionalidades y colores políticos que identificados con banderas, estandartes, carteles y todo tipo de iconos tomaron el monumento.
También pudimos leer en euskera «Charlie naiz»
El gentío era impresionante y el buen rollo entre los participantes también. Imprescindible además, porque en varias ocasiones me encontré atrapada en treinta centímetros cuadrados de asfalto sin poder moverme hacia ningún lado. Así la concentración se convirtió en una criatura colectiva que palpitaba al unísono buenos deseos, mejores intenciones y ganas de entender al de a lado, de convivir con él. Aquel impulso se expresaba en centenares de gestos y decenas de lenguas y me transmitía una voluntad inequívoca de comprometerse en la defensa de ese catálogo de principios pre políticos que deberían blindarnos contra la barbarie. Por encima de otra cosa éramos personas, seres humanos construyendo, sumando, convirtiendo en una unidad diferente y más rica y completa nuestra individualidad. Si el espíritu que se vivía sobre aceras y calzadas fuese cotidiano nos ahorraríamos muchos disgustos. Así se lo escuche a un joven padre que, visiblemente emocionado, compartía con su hijo en voz alta el deseo de que aquello durase para siempre.
El “Je Suis Charlie” que veíamos por todas partes me sugirió varias reflexiones. La oposición a la extrema violencia extrema que acabó con la vida de diez de sus redactores nos une a la inmensa mayoría. Aquella no es una revista convencional. No me gusta su tono, jamás la compraría, pero defiendo y vivo en un sistema en el que la libertad protege hasta las expresiones más extremas. Y así queremos que siga siendo. Pensé además en los otros muertos, los que no tienen pancartas con lapiceros que les recuerden. Pensé en los miembros de la empresa de servicios que se encontraron con la muerte por estar allí y entonces y claro en Franck Binsolaro, el escolta de “Charb” el director de C-H o Ahmed Merabat el patrullero del sexto distrito de origen indudablemente musulmán que dejó la vida haciendo frente a personas que pretendían, nada menos, que estar haciendo justicia en su nombre. En la manifestación desde luego hubo aplausos para los compañeros de Ahmed.
Quizá por lo didáctico del hecho han sido pocos los que han hecho la traslación automática y se dedican a considerar ahora potencialmente asesino a cualquier musulmán o a propagar que la religión musulmana es criminógena. El Presidente Hollande hizo exactamente lo contrario. En nuestros lares algunos personajillos, incluso quienes alguna vez les rieron las gracias a los violentos que decían matar en nombre del pueblo vasco han hecho vida y fortuna con tan indecente cantinela y encima pasan por intelectuales. Solo levantando un poco la cabeza del pesebre que retribuye su triste papel de justificadores de algunas destacables tropelías antidemocráticas deberían advertir que el rentable desatino que predican es más que un pensamiento, una eruptación. Como diría alguno de los ilustres que retrato, tal fenómeno, por puramente mecánico, bioquímico, ontológicamente es ajeno si quiera al ingenio. Bastaría con repasar la lista de causas en nombre de las cuales se ha asesinado para (vuelvo sobre expresiones habituales de tan doctos ciudadanos) desde la más prístina epistemiología dejar de tomar en serio a tanto predicador que, a la vista está, no sostiene sus afirmaciones precisamente en la ciencia.
Me vinieron también a la memoria las imágenes de la muerte de Ahmed. No puedo sino recordar, reconocer y lamentar que en Euskadi también se ha rematado a policías y civiles en el suelo, se ha asesinado a colegas de corporación, a fruteros, taxistas, periodistas, sin que semejante catálogo de barbaridades atrajese a la pura humanidad a quiénes cometían esos crímenes y a quiénes apoyaban esas prácticas. Ahora resulta muy duro asumir que se ha soslayado el sufrimiento causado, que se obviaron imágenes como las de Ahmed, que se dio cuerda a una maquinaria que debió detenerse a las primeras de cambio, porque la espiral de la violencia se sabe como comienza pero es difícil pronosticar como terminará. La primera manifestación que se realizó en Euskadi contra ETA, por si se ha olvidado, la convocó el PNV. Tendré el buen gusto de no recordar quienes se opusieron a la misma, pero los nombres y siglas me producen un sentimiento que incorpora sorna y amargura. Porque casualmente entre ellos se encontraban algunos de los ilustrísimos que hoy intentan dar lecciones al nacionalismo institucional vasco sobre principios democráticos y humanistas a los que con suerte quizás estén llegando, aunque con bastante retraso.
En Euskadi parecen definitivamente superadas aquellas terribles etapas. Algunos además hemos hecho examen de conciencia y la inmensa mayoría tenemos propósito de la enmienda y dolor de los pecados que por acción u omisión pudimos cometer. Quizá algunos no estaría de más que dijesen los pecados al confesor para que les fijasen la penitencia que corresponde. Por finalizar con todos los requisitos por supuesto creo que quienes delinquieron deben cumplir su castigo, pero, eso si, solo el que en derecho les corresponde y con la humana función de reinsertarlos, de devolverlos a la convivencia.
Hoy años después del último crimen, los fanáticos que no se conmovieron ante tanto dolor señalan como justificación de su infamia la persecución presuntamente arbitraria que sufrieron y las vulneraciones de derechos que de tanto en tanto les propina el poder. Por eso fallos (adoptemos en este caso la acepción técnico-jurídica y la ordinaria del sustantivo) incomprensibles como el protagonizado ayer mismo por algunos inefables magistrados del Tribunal Supremo son, además de técnicamente lamentables, socialmente nefandos. Me refiero claro a la peregrina ocurrencia de no aplicar una Decisión Marco de la Unión Europea que es de obligado cumplimiento en todos los estados miembros, para que se reconozcan las penas por los mismos delitos cumplidas en otros estados de la Unión Europea.
Lo más granado de la opinión publicada hispana dedicaba estos días días decenas de artículos destinados a ocultar a sus lectores que esta Decisión Marco es fruto de un acuerdo intergubernamental entre todos los estados miembros de la UE, incluido el llamado “Reino de España”. Los tertulianos, predicadores, algunos de los intelectuales descritos antes y los autoproclamados guardianes de la democracia que forman esa especie de “ equipo médico habitual” que custodia la salud de “nuestra Democracia” han dedicado toneladas de tinta y decibelios a hacer creer a la gente que esta es una idea que se le ocurrió a una especie de ingenuo garantista, probablemente suizo y tonto, que no sabe lo que hemos sufrido a causa del terrorismo etarra. Pero lo cierto es que esta decisión marco la aprobó y firmó también el España y se basa en el reconocimiento mutuo de los sistemas penales y la mutua confianza entre los estados miembros que es la base de la construcción nada menos que del Tercer Pilar que forma la Unión Europea: la creación de un espacio único de seguridad y libertades. Dada la magnitud del error, dados los elementales conocimientos de que debe carecerse para sostener lo contrario me resisto a creer que sea la ignorancia la que guía estas aportaciones al debate. Por eso desde una perspectiva jurídica la comentada decisión del Tribunal Supremo, corre serio riesgo de ser reconvenida por el Tribunal Europeo de los Derechos del Hombre como ocurrió con la doctrina Parot. . Ya nos hemos interesado ante la Comisión por este asunto.
¿Justicia? Pues no. Baste recordar el recorrido penal de los asesinos de Lasa y Zabala por ejemplo, autores de atrocidades sentenciadas de similar calaña que las que cargan en la conciencia Pikabea y compañía. Y baste escuchar el silencio atronador que guardaron los que hoy braman ante aquellas excarcelaciones y el dolor de las familias de las víctimas. Sobre esta infamia, pues estos delincuentes si que no cumplieron su condena ni aquí ni en ningún sitio, hace años que se corrió un tupido velo que en vez de ocultar nada, destaca que la justicia no es igual para todos. Por eso sabemos que hoy que algunos, quizá demasiados, piensan que hay terroristas malos y terroristas buenos. Los buenos son nuestros terroristas, los que se puede ir a acompañar a las puertas de la cárcel pasando por “demócrata”. Es la triste moral que predicaba el presidente Roosevelt hablando de Anastasio Somoza “Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Agradezco a personas como Iñaki Gabilondo haber tenido siempre la decencia y el valor desde dónde es verdaderamente difícil hacerlo, de recordar y denunciar estas cosas.
Y hablando de justicia, las calles de París repletas de gente me sugirieron otros muchos pensamientos. Para empezar tratando de llegar a la hora al tren que debía devolverme a Bruselas tuve que buscar una y otra vez callejuelas, pasadizos, recovecos, atajos y todo tipo de vías de escape no convencionales para abandonar una multitud que parecía indisoluble. En alguno de tan insólitos parajes encontré multitudinarias habitaciones de personas sin techo que permanecían tan ajenos a lo que ocurría como a nuestra vida cotidiana. Toda una realidad para ayudarnos a entender que el origen y efecto de la miseria es la deshumanización.
En esa quiebra marginal, en la posición en que se vive en los extrarradios de la orgullosísima capital de La France se incuba la serpiente que la pasada semana escupía fuego y odio sobre un sistema que no acaba por aplicar a todos lo de la libertad, igualdad y fraternidad que predica. La explosión de buen rollo que me emocionaba en París, los aplausos a los francotiradores que vigilaban el recorrido me traían a la memoria un reportaje que hace unos meses, vi en Estrasburgo, en un día de esos en los que el pleno termina de madrugada y en la soledad del hotel buscas en el ruido de fondo de la televisión un sucedaneo de compañía. Por allí desfilaban franceses que deberían formar parte de la “grandeur” de la “patrie” pero que tienen inscrito en su pasaporte un sello invisible, pero a la vez indeleble e implacable. Allí pone: francés de segunda. Por allí desfilaban personas de origen argelino, norteafricano, representantes de antiguas colonias o de territorios de ultramar y sus insólitas experiencias. La orgullosa estatua de Republique no daría crédito. Ante la misma oferta de trabajo, incluso con mejor preparación, el aspecto de francés auténtico, de francés continental, fetén, es determinante. Las imágenes acompañaban al técnico medio, al Francois hijo de Ahmed, de regreso a su rincón sin glamour, sin tiendas caras, sin estrellas Michelín. Les veíamos regresar a su modesta caja de zapatos, una simple coordenada inscrita en un rascacielos en el que cabe media provincia de Álava. Una gigantesca torre con todos los ascensores “en panne”.
Allí se consume la triste vida del que lo intenta una y otra vez sin que acabe de encontrar la oportunidad que merece. Porque no es igual, ni libre. Porque no le consideran exactamente hermano. Quizá por allí cerca, quizá un poquito más abajo, en la segunda generación de esa frustración, que ya ni se anima a estudiar otra cosa que la formación obligatoria, anida la serpiente que atacó a Charlie Hebdo. Y en esas brasas que de vez en cuando devienen en incendio cosecha votos la ultraderechista Marine, se hizo popular el inefable “Sarko” y se tambalean las convicciones del republicanísimo Vals.
No es un descubrimiento, no es una deducción. Lo dicen los perfiles de los fusileros asesinaron la pasada semana a quince personas. Es sabido. Deberíamos ponerle remedio. Solo hace falta que el espíritu que vinculó el domingo a los millones de personas que palpitábamos al unísono sobre el asfalto de París abra las persianas de las tiendas, los negocios, las escuelas, los hospitales, los juzgados, los despachos de la administración y por supuesto y para empezar, presida las conciencias de todos nosotros. Mientras eso no ocurra la fraternidad seguirá pereciendo varias veces por hora hasta en los pasos de cebra.
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Triste lo ocurrido en Paris !!!!!!!! aunque creo que sobraba gente , no entiendo que hacia alli Rajoy (no voy a decir que el payaso na vaya ser que me tachen de ultraderechas…) pero el anorto si, si tanto le va el egalite, liberte, y fraternite que lo demuestre, que deje manifestarse a la gente en libertad !!!!!!!!!!!!!!!.
Netanyahu otro tanto… consejos doy y para mi no tengo. El ministro del interior frances dijo que eran sospechosos los terroristas pero que bajaron la guardia aun confirmado por los USA no es muy normal esa actitud. Tampoco se donde esta el limite de la revista su tono de burla, lo que para unos son unas risas para otros puede ser un gran insulto !!!!!!!!!!. Lo que no es de recibo aun siendo un insulto o gran insulto acabar de esa manera tan tragica con tantos muertos, y la psicosis que se ha creado, espero que no vuelva a suceder, pero esta gente no andan con tonterias…
Musus Izaskun
Eskerrik asko, Izaskun!
Izaskun que tal estas ?? vaya trifostio con el aviso de bomba, mejor que no haya pasado nada ya sabemos que atrapados los hay en todas las partes. Acabaremo de psicosis… todo ha sido un susto.
Musus