HISTORIAS DE AFRICA. AYUDANDO A LOS BUBIS Y A LA DEMOCRACIA Y LA LIBERTAD
Ahora que alguna formación política parece animarse a despertar el espantajo de la xenofobia en Euskadi quiero contaros la historia de Anacleto Bokesa, que me visitó el jueves pasado en Bruselas para contarme una historia estremecedora. Pero os animo a que primero escuchéis el resumen de la entrevista que mantuvimos en el vídeo que encabeza esta crónica. Tras la reunión preparamos y hemos presentado una iniciativa parlamentaria para animar a las instituciones europeas a seguir aquel prpoceso en el que están implicados oriundos de guinea exilados hace décadas, como Anacleto que son ahora ciudadanos europeos. El pasaporte azul debería animar a la Comisión a echar una kmirada sobre lo que allí ocurre, a garantizar la inmunidad de estas personas y a revisar un proceso de descolonización particularmente malo en el que estuvo implicado un estado de la unión, España.
Anacleto sería hoy carne de patera. Hace nada menos que cuarenta años tuvo que abandonar su casa en la isla de Bioko con lo puesto porque el dictador Guineano Macías decidió aplastar las reivindicaciones de la nación Bubi siguiendo la tendencia de la anterior potencia colonial. Este grupo humano por sus marcadas señas de identidad y la insularidad que las cataliza se animó a reclamar algún grado de reconocimiento al nuevo estado surgido tras la descolonización española. La respuesta fue la negación primero, la represión después y la colonización artificial de la isla para tratar de cambiar la realidad, para tratar de negar la existencia del pueblo Bubi. Podéis leer aquí la historia completa.
En la familia de Anacleto había médicos y a nuestro amigo le llamaba esa profesión. Era su vocación. Pero la vida cambió para él cuando se acentuó la represión contra el pueblo Bubi. La suya fue una huida que recuerda mucho a las historias que cuentan hoy los subsaharianos que llegan a alguna de las playas de la vieja y civilizada Europa. Antes de llegar aquí protagonizó una huida a pie a través de una playa de más de cien kilómetros para abandonar Guinea y arribar a Camerún. Nunca olvidará lo duro que resultó el camino y lo ruines que fueron las personas que le robaron hasta el último céntimo, le embaucaron, le timaron y lo convirtieron de fugitivo a paria.
Huyó a Camerún pare evitar una muerte segura y encontrar familiares y ayuda, pero hasta alcanzarlos tuvo que hacer otra escala seis meses de cárcel en un penal camerunés por esas cuestiones de visas, papeles y documentos que al parecer deben tener las personas para serlo y que sean reconocidos sus derechos elementales como seres humanos. Anacleto no se arredró. Cumplió su pena en unas condiciones terribles. En África todavía, comenta Anacleto, las palizas son frecuentes en la cárcel, a palos. Te apalean te dejan allí. Nadie te cuida ni te cura y es fácil morir así. En muchos lugares, hasta hace poco no se daba de comer a los presos. Si no tenías familia fuera o dinero, dice Anacleto, puedes también morir de hambre.
Su exilio acabó en Madrid. Allí consiguió primero acabar los estudios de enfermería y consiguió trabajo. Aporta todavía con su trabajo y vocación al país porque sigue siendo enfermero en el servicio de salud de la Comunidad de Madrid. Además estudio derecho y es un ejemplo de integración. Su hija Aauri Lorena ha sido olímpica española en la especialidad de 400 metros vallas. Otra lección para el discurso que enarbola el alcalde de Vitoria. La política que predica hubiese impedido a una persona como Anacleto cambiar su destino.
EL además de trabajar, estudiar, formarse, jamás olvido al pueblo bubi. Ha sido activista de la oposición guineana desde que llegó a Madrid y allí trabó contacto con nuestro grupo parlamentario en el Congreso. Siempre me han ayudado, dice. Desde que los conocí, Iñaki Anasagasti, luego Xabier Ormaetxea y tantos más…me entendieron desde el principio y desde que hablamos la primera vez han sido un apoyo constante para nosotros.
Anacleto me visitó el jueves en Bruselas. Tras cuarenta años va a volver a Guinea para comprobar si el llamamiento a la mesa nacional de diálogo político que ha convocado el presidente Teodoro Obiang va en serio. Se juega la vida. Historias como éstaque contaba Josu Erkoreka en su época de diputado en el congreso, son el día a día de los bubis bajo la férrea dictadura de Obiang.
La oposición en bloque pone condiciones para tomarse en serio este proceso. Hasta el momento no ha podido volver porque esa era la mena que pesaba sobre él. Cuenta con nuestro apoyo. Esta misma semana trataremos de que la Comisión y las instituciones europeas pongan la mirada en ese pequeño país que fue colonia española y es uno de los países más corruptos y con mayor desigualdad de África. Su riqueza natural bien repartida permitiría otra cosa. Su régimen político es todo un ejemplo de los resultados de una descolonización mal hecha.
Esto también son “Historias de África”. Tienen mucho menos glamour que escuchar el concierto número cuarenta para clarinete de W.A. Mozart en un fonógrafo de cuerda mientras se vive una historia de amor con Robert Redford. Pero es evidente que las historias de África que vivimos hoy, el ébola, las hambrunas, la corrupción, las guerras étnicas, tienen su origen en aquella forma de mirar territorios y personas que ha caracterizado la acción colonial de la “civilizada” Europa desde hace tantos siglos: una simple propiedad. Ahora tratamos de protegernos del resultado de aquel desafuero con vallas, concertinas, bastonazos y ministros tan inefables como Fernández Díaz. Como el mismo diría, ¡Que Dios nos coja confesados”
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Hello neska , tienes que escuchar una cancion en youtube « one love ´´ de
playing for change veras que bonita y como esta creada por todo el mundo una bonita amalgama….
Musus Izaskun