IRONIAS Y PARADOJAS
Dicen que la ironía puede desatascar a veces situaciones bloqueadas. Quizá sea porque este recurso intelectual y dialéctico coloca en ocasiones a los adversarios ante sus contradicciones de un modo más amables que la recriminación. Por eso esta semana reflexionando sobre la multitud de declaraciones efectuadas sobre los resultados del referéndum escocés por dirigentes de instituciones europeas pensé que había llegado el momento de utilizar la ironía. Con la formalidad que exige el procedimiento esta misma mañana he presentado en el registro una pregunta parlamentaria para poner que queden claras las limitaciones que impones las presiones de los estados a muchos líderes europeos.
Por eso en la pregunta quiero saber por qué más de una decena de portavoces de las instituciones comunitarias valoraron el referéndum escocés. Si hubiesen sido coherentes con sus habituales manifestaciones esta fiesta de la Democracia era además un asunto interno de Gran Bretaña. Por eso les recuerdo en la pregunta que el pasado 19 de septiembre, tras la publicación del escrutinio del referéndum escocés, no menos de una decena de portavoces de distinto nivel de las instituciones europeas opinaron sobre las consecuencias que hubiese tenido para la Unión Europea el triunfo del “si. Entre las manifestaciones a las que me refiero figuran desde las que consideraban que la escisión “hubiese generado un terremoto similar a la caída del muro de Berlín” a las que reconocían que la Unión Europea debería modificar la representación de la nueva gran Bretaña en sus instituciones. Otras especulaban con una permanencia de Escocia en la UE si en las negociaciones para crear el nuevo estado se llegaba a un acuerdo entre las partes “para repartirse su representación en las instituciones comunes de la UE”.
La pregunta pretende subrayar que “el contenido de las valoraciones efectuadas desmiente con rotundidad que este tipo de procesos sean “asuntos internos de los estados miembros”, como sostiene habitualmente la Comisión. Del mismo modo las declaraciones efectuadas por distintos portavoces constatan que no existe en los tratados previsión alguna para afrontar una escisión en el seno de un estado miembro. Sin embargo estaba claro y estas declaraciones inciden en ello, que si llega a ganar el si Europa se encontraba con un problema de primera magnitud, porque no existe un procedimiento para resolver la situación en que queda el nuevo estado y tampoco para adecuar la presencia en Europa del otro nuevo estado que surge de una escisión, en este caso una gran Bretaña sin Escocia.
Lo más grabve es que las presiones de los estados están bloqueando un debate necesario. Un debate además sobre derechos fundamentales y democracia. En un espacio de democracia y libertades compartidas como es la Unión europea está claro que no todos los ciudadanos europeos tienen las mismas herramientas democráticas para afrontar y resolver debates sobre identidad y organización territorial que son básicos para la construcción de una verdadera ciudadanía europea y la Europa Federal que defendemos.
Por estas razones les pregunto a los miembros de la Comisión Europea si no es más positivo implicarse en la solución de estos problemas que afectan a la construcción europea que dedicarse a negar lo evidente. Además le he pedio a la Comisión que medite si apoyar un debate sobre conceptos más modernos de soberanía, identidad y ciudadanía que los que manejan los estados nación puede contribuir a la construcción de una Europa federal. Finalmente la iniciativa anima a las autoridades europeas a que aconsejen a los estados miembros a que no se bloqueen vías democráticas para solucionar en Europa problemas de este tipo, porque no hay nada peor y eso se aprende revisando simplemente el cataclismo que dió origen a la Unión Europea, que hacer el tanqcredo cuando hay viento. Cualquier chispa puede organizar un incendio.
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