COMPROMISO DESDE VIGO POR UNA EUROPA MEJOR
Esta tarde noche he compartido reflexiones e inquietudes con cerca de trescientos militantes de Compromiso con galicia, la formación de aquella nación que se presenta a las elecciones europeas en el seno de Coalición con Europa. He compartido charla con Xoan Bascuas y Paulo Carlos. Ha sido una experiencia muy satisfactoria. Mucha curiosidad, mucha inquietud, muchas preguntas y mucha sintonía. Porque en la sala también tenían claro que necesitamos otra Europa, una Europa mejor, más centrada en las personas. Y porque también tienen claro que naciones como las nuestras necesitan otro marco de encaje en la unión federal que estamos creando. Ha sido motivador y muy interesante. Les he animado a profundizar en su autoestima, a vender sin complejos su proyecto. Porque es diferente y potente. Porque va a funcionar. Porque Galicia necesita un nuevo tono: el de Compromiso por Galicia.
Yo les he explicado que para mi significa mucho compartir cartel con Compromiso con Galicia, por compromiso. Compromiso es el estado de ánimo con el que hay que implicarse hoy en política. Para devolverle el buen nombre a esta actividad. Para acreditar ante gallegas y gallegos que hay quiénes tienen ideas e ideales. Y que se lanzan a la actividad política por convicción y con compromiso. Compromiso con Galicia, con sus gentes, con el bienestar. Con otra forma de hacer y otro modelo de desarrollo. Con compromiso con las personas, especialmente con las más necesitadas. Con compromiso con Europa, por otra Europa. Una Europa mejor: que rescate personas en vez de bancos, como les dijo el lehendakari Urkullu a los miembros de la Troika hace unas semanas en Bilbao. Compromiso.
Compromiso con Galicia en mi caso por tres razones de índole emocional, práctico y vital. En primer lugar, aquí en Galicia, siento proximidad, raíces. Yo me hice como persona entre el salitre, el trabajo imprescindible de las mujeres de la mar y las esperas. La incertidumbre sobre el resultado de cada singladura y sobre la suerte de las tripulaciones de los barcos de pesca. De mi pueblo de Bermeo, pero de aquí también. Recuerdo a mi padre saliendo de noche hacia aquí, hacia la Costa da Morte, donde dormía su barco, nuestro barco. La memoria me lo devuelve como el mago capaz de convertir las ruidosas tripas del Framper en el ronroneo del buen buque, el que volverá. Y embarcando después, jugándoselo todo en la mar. Afortunadamente siempre volvió. Aprendí a esperar pero sin dejar de hacer, de trabajar, de jugar mi papel en la retaguardia. Eso nos une a todos los que vivimos asomados a la mar. Y mucho más a los que compartimos horizonte. A los que desafiamos el mismo genio y amamos y respetamos la misma fuente de vida y de riqueza. Galicia es por eso para mi mucho más que una nación. Es parte de mi más íntimo yo. Sigue siendo puerto de abrigo, lugar al que llegar.
La segunda razón a la que aludía es que por vivencias como estas, porque compartimos la riqueza cultural de todo país bilingüe, porque nos sentimos naciones, en nuestra historia política es una tradición la idea de Galeuscat: La asociación de tres naciones que existían antes de que se aprobase la constitución del 78. Existíamos antes de la Constitución de Cádiz de 1812, para mi el verdadero momento fundacional de la España centralista de hoy. Somos nación incluso antes del momento en que los hispanistas más fanáticos sitúan el nacimiento de España. Tres naciones que no se resignan a desaparecer. Hemos resistido hasta el ‘»cafe para todos» con que se quiso desde Madrid desnaturalizar nuestra cualidad constitucional de «nacionalidades».
Tres naciones que no tenemos representación propia en Europa porque España no quiere. Tres naciones que tienen que organizar coaliciones como estas porque el estado más descentralizado de la UE, según sus propagandistas, no admite circunscripciones regionales que si funcionan en la jacobina Francia. Tres naciones cuyas lenguas carecen de reconocimiento oficial en Europa porque no son estados. Tres naciones que buscan, necesitan y trabajan por su pleno reconocimiento por que saben que esa posición mejorará la vida de sus ciudadanos. Porque el modelo autonómico español funciona mal y porque no compartimos tampoco el modelo de desarrollo que han propiciado los sucesivos gobiernos españoles. Lo avisamos entonces. Hoy lo sabemos. El «milagro económico» español tenía los pies de barro. Se basó en la especulación y el ladrillo. Mientras algunos jugaban a aprendices de brujo a nosotros nos descalificaban por gastar dinero en política industrial. Hoy los datos demuestran quién se equivocaba y quién acertó. Queremos más economía productiva, menos «pelotazos», y el fin de la corrupción. Y queremos desarrollo económico con desarrollo social. Y no solo lo queremos. Lo practicamos.
En Euskadi eso lo tenemos clarísimo. Hace treinta años, cuando nos hicimos cargo del país, estábamos entre las regiones europeas con más paro y peores expectativas. Hoy somos una sociedad madura, con un sistema fiscal propio, solvente, en paz por fin. Con economía real. Sin corrupción. Nuestro progreso interesa en Europa. Gustamos. Quieren trabajar con nosotros. Tenemos marca país, identidad como vascas y vascos. Y desarrollamos ese modelo económico con la política social más realista y avanzada del estado español. Con unos servicios de sanidad, educación o protección social que ofrecen prestaciones universales y de calidad. Que invierten en las personas. Que apuestan y se centran en la gente.
Durante mi intervención he recordado también algunos de los argumentos que nuestros adversarios políticos lanzan contra nuestra coalición. Los autodenominados socialdemócratas están diciendo que compromiso, que tiene esa etiqueta, se alía con la derecha. Les he explicado, porque eso no lo cuentan los medios, que el PNV lleva treinta años gobernando en Euskadi con los presupuestos más progresistas del estado. Los que contienen mayor gasto social. Lo acreditan los números, los resultados de nuestra sanidad o nuestra educación, con niveles de fracaso escolar europeos y el mayor número de titulados superiores en especialidades técnico-científicas de Europa. La semana pasada la renta básica, el salario social o como queráis llamarlo cumplió en Euskadi 25 años. Lo implantamos los nacionalistas. Con críticas feroces de los llamados socialdemócratas. Hoy todos han copiado esta medida. Eso es desarrollo económico con desarrollo social. Y lo hemos hecho nosotros, el PNV arrastrando muchas veces a los que se autodefinen como progres y modernos. por mucho que se les haya parado el reloj hace veinticinco años.
Eso es compromiso y por eso la naciones como Galicia, Euskadi o Cataluña, las naciones que no se resignan, molestamos. Molestamos porque tenemos alternativa, futuro y potencialidad. Porque queremos cambiar de modelo de estado y de desarrollo y porque sabemos como hacerlo. Por eso tantas veces tratan de ocultar esa verdad. A veces mezclan nuestras reivindicaciones nacionales con una violencia que sufrimos como el que más y que rechazamos desde el principio. Casi siempre recurren a la censura. Es llamativo que no hayamos visto aún en ningún gran medio estatal, por ejemplo, un reportaje que explique porqué en Euskadi hay muchísimo menos paro que en el resto de España. Tampoco cuentan que apenas se dan casos de corrupción. Menos aún que cuando se producen la reacción institucional y cívica es muy distinta, es fulminante. No lo cuentan porque saben que nuestro modelo, ese que según ellos se preocupaba solo de la construcción nacional y cosas que no le interesaban a la gente, funciona mejor, mucho mejor. Porque efectivamente nuestra forma de construir nación empieza en las personas, en su bienestar.
Molestamos como dije el domingo en la fiesta del Aberri Eguna porque nuestros resultados y nuestra política para las personas contrastan con los de los gobiernos del pelotazo y el ladrillo. Los que ahora atribuyen a Bruselas la responsabilidad de sus propios errores. Porque la Troika no tomó las decisiones que han arruinado España. Nos dicen a los que somos naciones sin estado, a los que no gestionamos fronteras, a los que tenemos una idea sobre la identidad y la nación del siglo XXI, que vamos contra corriente. Lo que es verdaderamente antieuropeo son los estados del siglo XIX, los monolíticos. Los mononacionales y monoidentitarios. Los que niegan la identidad de los demás e imponen la propia. Lo que construye fronteras y alimenta a populistas y euroescépticos. Es antieuropeo crear un modelo económico tan equivocado que ha propiciado que siete de las diez regiones europeas con más paro del continente estén en España.
Molestamos a los grandes, porque estamos cerca de las personas. A un click, un telefonazo o un encuentro casual en la calle. Nosotros nos hemos empeñado en estos cinco años en hacer de esa ventaja una oportunidad. Así ha crecido el lobby vasco, catalán y Canario en Europa y así crecerá en los próximos cinco años el lobby gallego, como ha sido siempre cuando hemos concurrido juntos en las Europeas. Solo fue imposible la pasada legislatura. Gracias a compromiso, a vuestro trabajo, a vuestras aportaciones que llegarán con voz clara y potente hasta Bruselas. Gracias a esta forma de trabajar centenares de ideas y aportaciones de ciudadanos de a pie, de gente corriente, de asociaciones, de organizaciones de cooperativas o empresas, de asociaciones de todo tipo, son normas europeas. Gracias a la gente estamos y estaremos en el TOP de actividad en el Parlamento Europeo.
Así construimos hoy nación en Europa Se lo debemos a todas y todos los que se sienten gallegos, vascos, catalanes y canarios. A todos los que se han dejado la piel desde que somos nación, en repensarnos, en reinventarnos, en seguir siendo así: gallegos, catalanes, canarios o vascos. Comprometidos.
Y una última reflexión. Ni somos pequeños ni estamos solos en ese empeño. Sumamos con más de ochenta diputados. Somos decisivos en las muchas votaciones porque sumamos cuando otros restan. Por eso nos buscan, nos necesitan. Unos y otros. Y nos encontrarán siempre. Dispuestos al diálogo. Para construir una Europa más federal y más social desde abajo, desde la gente, desde las naciones de verdad.
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